¿Y la fungierende Intentionalitä…? ¿me podrías explicar por favor?

No se lo he dicho, pero ser su amiga es uno de mis más grandes tesoros. Para mí es un gran honor sentarme a hablar con él y que me escuche y que yo lo escuche. No le he dicho lo mucho que nuestras conversaciones me ayudan a pensar y a reflexionar más sobre la vida, tampoco le he dicho lo mucho que lo admiro… aunque yo intuyo que él ya lo sabe.

Algunas veces es una bendición que tu mirada refleje tu simpatía por alguien. Benditos los ojos que brillan cuando amas a alguien.

Su risa sincera, su sentido del humor, su brillante inteligencia, su humilde sabiduría… esa delicadeza para respetar en silencio cuando me quiebro delante de él. Y esa autenticidad suya para también cuestionarse delante de mi. La sinceridad de esta amistad es una dulzura en mi vida, es como la leche y la miel.

Mientras escribo, me pregunto porqué quisiera compartir mi admiración y mi agradecimiento hacia él, e intuyo que lo hago porque cuando estás orgulloso y agradecido hacia alguien, lo quieres expresar con todo tu ser. Todo tu cuerpo quiere expresar una vivencia así de gloriosa. Es como correr por un campo lleno de verdor y de flores gritándole al viento: “¡es mi amigo, es mi amigo!”

Es como una suerte de brisa fresca, como estar frente al mar en un atardecer con los brazos abiertos al viento, y los ojos cerrados, sintiendo en tus mejillas el aire marino. Y de pronto, de nuevo gritas: “¡es mi amigo, es mi amigo!”

Luego, en tu cotidianidad, te das cuenta de que ves las cosas de manera distinta, que andas más calmada, más pausada, más sutil incluso. ¿Qué será? ¿qué será? Son tantas cosas, yo creo que es por todo y debido a todo. Y la musicalidad del francés también hace su aporte. Merci! ¡Todo aporta! ¡Todo!

¿Si él me leerá? No, no lo creo y sonrío aliviada por ello.
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No, no me gusta. Por el contrario, lo repudio

El día de hoy escuchaba conmovida a mi amiga hablar de cómo falleció la joven Paola Vargas. Luego de un profundo silencio mio, finalmente, le dije que yo podía verme en ella y que la forma tan canalla en que murió, pudo haber sido mi muerte también y la muerte de cualquiera de nosotras.

Y me entró una profunda tristeza y desolación. Recordé el artículo de Patricia del Río donde menciona que por lo general “cualquier acto criminal contra una mujer suele derivar en un episodio de agresión sexual”. Y al recordar las experiencias que ella vivió y que también sus amigas experimentaron, caí en la cuenta de que estamos sometidos todos a una suerte de violencia a la que casi ya estamos acostumbrados, tanto hombres como mujeres. Tal es así, que esta violencia ya nos parecería algo cotidiano, del día a día. Y cuando algo te parece normal, pierdes la capacidad de asombro, y por ende, de indignación.

De pronto se me vinieron a la mente aquellos recuerdos de adolescente que quise sepultar en lo más profundo de mi subconciente. Recuerdos muy feos, tristes y vergonzosos. E intuyo que experiencias tan desagradables como las que viví, también las han vivido muchas más mujeres y adolescentes.

En el verano de mis 15 años, regresaba de mis clases de inglés. Tanta gente y tanto tumulto me confundía. ¿Por qué la Javier Prado y la Av. Aviación tenían que ser tan sonoras, sudorosas y tumultuosas a las 6 de la tarde? Necesitaba cruzar la Av. Aviación, justo me quedé en la berma central ya que el semáforo cambió a verde y los carros comenzaron a pasar. Yo estaba parada esperando que el semáforo cambie a rojo, me entretenía viendo las lucecitas de colores que ya estaban vendiendo por Navidad con esas cancioncitas de villancicos… siempre las mismas! De pronto, un tico de color blanco volteó lentamente y pasó cerca de mi y el conductor extendió su mano y me rozó la pelvis de la manera más impúdica y deleznable. El miserable siguió avanzando y luego aceleró. Me quedé pasmada, avergonzada, y las lágrimas comenzaron a brotar por mis ojos. ¿Por qué a mi? ¿Qué le hice? ¡Qué vergüenza! Me sentí un objeto, sucia, y llena de asco… fue una experiencia muy desagradable y triste.

Cuando estaba en mi segundo ciclo en la universidad, decidí comenzar a estudiar francés por la musicalidad del idioma. Estaba regresando de mis clases, caminando por la vereda de Paseo de la República mientras me entretenía tratando de imitar a Pepé le Pew con su “ oh mademoiselle – Mon chérie, mon chérie” a la vez que me dejaba hipnotizar por el atardecer del sol y el cielo – me encantaba ver un cielo de color naranja y cómo a cada momento sus colores se oscurecían – Será por eso que no me percaté que un grupo de cuatro chicos vestidos de escolares venían en sentido opuesto a mi rumbo. Al pasar a mi lado, uno de ellos me tocó el trasero. Me sentí con una profunda impotencia de no poder hacer nada, me dio rabia, cólera, ira y frustración. ¡Qué cólera! ¡Y qué dolor! ¡Qué impotencia! ¡Miserables!

Guardé esas experiencias, como otras más, en mi subconciente… Mejor dicho, las quise olvidar. No las quise pensar más, ni encontrar más dimensiones para explicarme el por qué de esos vejámenes contra una adolescente que ni siquiera conocían. Con el tiempo, mi mamá, mi abuelita, mi tía abuela y las mujeres más mayores de mi familia me enseñaron a protegerme frente a esta suerte de “normalidad de la sociedad limeña de hoy”. – Si estás en la combi y te rozan, patéales en los huevos. ¡Defiéndete! Si en la custer estás en el sitio que da al pasadizo y un hombre se para a tu costado, ten cuidado que no te roce el hombro, dile “señor por favor, aléjese”. ¡Haz escándalo, de ser necesario! Evita caminar sola por zonas muy silenciosas y solitarias. ¡No te arriesgues!

Sin embargo, el día de hoy vuelvo a desempolvar estas vivencias, a raíz de la muerte de Paola. Esto hace que vea las cosas nuevamente y considere aspectos que antes, por ser tan adolescente, no tenía en consideración. Percibo que existe una profunda y marcada visión de la mujer como un mero objeto que todavía persiste en el subconciente colectivo. Una especie de reduccionismo de la dignidad de la mujer a aspectos meramente sexuales: Puro poto, pura teta, pura carne. Más aún, una suerte de desdén y aversión hacia su feminidad.

No quisiera limitarme y decir que esta visión es exclusiva del género másculino, porque yo percibo que no lo es, sino que el género femenino también se ve susceptible de reducir, simplificar y minimizar toda la profundidad de su dignidad al mero objeto – a cosificar. Y atribuyo esta tendencia al mismo entorno social e intuyo que también intervienen otros factores más, que aún no puedo dilucidar del todo bien.

Todavía me pregunto si esta percepción sólo se da en el entorno en el que me desenvuelvo, es decir, en la ciudad de Lima. ¿Pasará lo mismo en la Sierra? ¿y en la Selva? ¿Y cómo será en otras culturas como en Asia, o en el Medio Oriente, o en Europa? ¿Esta tensión persistirá en este mismo grado y con las mismas dosis de violencia? Probablemente todo sea distinto.

Mientras tanto, sí puedo hablar de lo que pasa aquí y ahora. También puedo dolerme por la muerte de Paola y por “el terror que sintió en los últimos minutos que estuvo con vida” tal como también lo lamenta Patricia.

Y también puedo indignarme y decir que me parece absurdo y hueco, vacío, sin potencial, seguir perpetuando prejuicios de la mujer como objetos meramente sexuales. ¿Oiste Brahma?



Gracias al Facebook de Álvaro Portales, por la foto de protesta.

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¿Cómo se llama la belleza? Audrey

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– ¿y tú la conoces?

– Por supuesto… es una de las mujeres más bellas, sino es la más bella.

– Wau, eres la primera persona que no es de mi cole que la conoce… eres raro.

– ¿yo? Pero por favor… por favor… ¿quién no conoce a Audrey Hepburn?

– él por ejemplo…

– ¿Yo qué?

– Que no manyabas a Audrey sino hasta después de que te hablé de ella…

– Ah sí, si…

– ¿Viste Breakfast at Tiffany’s?

– Noooooo… todavía! ¿puedes creerlo? Me quedé prendada de Roman Holiday, incluso tengo una cartera con la foto de ella como la princesa. Soy su fan! También la vi en La Guerra y la Paz como Natasha y luego en My Fair Lady. Si te contara…

– Si me preguntaran qué es la belleza, respondería “Audrey, simplemente Audrey”

* * *

Y sé muy bien que Sallesino también cayó rendido a sus pies…

“Por cierto, si algún curioso se preguntara quién les tiende la carnada a éstas feminas impolutas , la respuesta es obvia: una DIOSA

Ahora si arrodíllense…”

– No lo haré querido Sallesino, nunca tanto con Audrey. Pero de que es bella… bella es!


Agradecimientos especiales por la primera foto al álbum de mujeres bellas del Hi5 de Heduardo.
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See Kuashat

– Kuitamumkata. Shiig pegkejaitme. ¡See Kuashat!
– Aneajame shigmaush
– ¡See Kuashat!

– ¿Y cuántos hermanos son?
– Dos
– ¿Dos nomás? ¿Por qué tan poquitos? ¡Nosotros somos siete!
– Wau! qué chévere!

– Me dejas tu correo, no te olvides. Y también tu dirección por si un día te voy a visitar.
– Sí claro, pero donde yo vivo no tiene dirección.
– Ah
– Pero te puedo enseñar algunas palabras en awajun.
– Para mí sería un gran honor… Leer más »

Sí, te creo… me enamoraré

Aquello de lo que te enamores,
lo que te arrebate la imaginación, afectará todo.

Determinará lo que te haga levantar cada mañana,
lo que harás con tus atardeceres,
cómo pases tus fines de semana,
lo que leas,
a quién conozcas,
lo que te rompa el corazón,
y lo que te llene de asombro con alegría y agradecimiento.

Enamórate, permanece enamorado, y esto lo decidirá todo…

Pedro Arrupe sj

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¿tú crees?

♫ Pero no cambia mi amoooor… ♪

– ¿ah no?

– ¡no!

– bueno, supongo que sí, desde una determinada dimensión es así

– Yo lo creo así y así es. ¡He dicho!

– ¿el énfasis con que lo dices es para convencerte a ti?

– ¿será que alguna vez podremos hablar sin preguntas de por medio?

– Err… te diría que probablemente… pero, ya sabes, me encantan las preguntas

– pobre tu signo de interrogación…

♫ Cambia el rumbo, el caminante, aunque esto le cause daño. Y así como todo cambia… que yo cambie no es extraño.

Cambia lo superficial… cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo ♪

– Es en este preciso momento, en este preciso lugar, es en esta precisa situación que yo digo que mi amor no cambia. No cambia.

– ¿Y mañana?

– Yo… no lo sé.

– Ah…

– ¿Sabes algo curioso? que en cierta forma la filosofía también se va formando y que tampoco ella misma no debe tenerse por adquirida en lo que haya dicho de verdadero, sino que es una experiencia siempre en renovación de su propio comienzo… una exhortación a principiar permanentemente a describir siempre y constantemente todo…

– Sabes que me perturbas… de pronto me metes a la filosofía… eres evasiva ¿sabes?

– Podría ser… sería una interpretación de cómo me ves…

– Será, será el sereno imberbe.

– Toma tu sopa nomás

– Mafalda Leer más »

¿Cómo desea su café? ¿En coordenadas cartesianas o polares?

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– Perdóname pero discúlpame… no sé, lo de Ptolomeo y lo del centro de la tierra todavía me inspira más preguntas y simpatía incluso que lo del ego-sol.

– Pero ya te lo dije, es cuestión de encontrar la forma más sencilla de describir el movimiento de los astros…

– Lo sé, lo séeeee… pero no te parece que es un poco como las coordenadas cartesianas y las polares. Una determinada curva, digamos, puede ser más fácilmente descrita por coordenadas polares que las cartesianas, pero eso no quita que se pueda describir en ambos sistemas… Igualmente, yo no comprendo por qué michi ahora todo debe girar alrededor del sol, cuando fácilmente puedo tomar mi punto de referencia en la Tierra, digamos, como tío Ptolomeo decía.

– Seeeee… García Calderón decía que el centro del universo podía ser mi nariz, pero la ciencia debe buscar la sencillez…

– Oh, pero yo sé cual es el centro del universo!

– Andaaaaaa

– El Palais Concert!

– Y llegó el ego-centro… alguien llame a Karma Police!

– lo sé, lo séeeeee… Leer más »

Weltlichkeit der Welt

Aquella vez que te vi, estabas danzando tranquila por el tontódromo… sí, danzando, porque no caminabas, sino que danzabas. Venías distraída mirando el cielo azul, las hojas de los árboles moverse al viento, los pajaritos cantar… sí, ahí va el petirrojo y ya te ibas. Ahorita mismo te elevas al cielo danzando y danzando con el viento.

Y ahí está la flor, y le sonríes… quién sabe pensando qué. Tus ojos brillan de una manera dulce… sí, dulce y sublime. Y entonces, el viento sopla más fuerte, tus cabellos vuelan y pareciera que comenzaras a elevarte nuevamente, quién sabe pensando qué.

De nuevo te volví a ver, nuevamente danzando por el tontódromo, así, mirando el cielo azul, sonriéndole a quién sabe qué espectros imaginarios, volando y volando, mientras comías tu pancito con mantequilla que imaginabas que era de palta. La rapidez con la que todos los demás caminaban no era tu nota, tú seguías mirando las ramas de los arbolitos grandotes, los pajaritos… ahí se va el petirrojo y se va y se va, y ya se te salía una lagrimita de la pura felicidad. Quién sabe qué estarías pensando mientras volabas y volabas en el tontódromo.

– Cachetes!

Y ya te ibas y te ibas sonriéndole al viento… diría que si el viento fuera corpóreo, tú estarías abrazada de él… hace rato hubiera sido el viento contigo.

– Cachetes!

Y seguías ida, quién sabe pensando en qué de qué de qué de cosas de la vida vidalú.

– DIANAAAAAAA!!!!

– Ah, si…. holaaaaaa

– Tu cierre del pantalón está abierto. Desde que te vi, has estado caminando a lo largo de todo el tontódromo así.

Merde!


(ce n’est pas mon histoire, ni ne sera à nouveau… merde!)
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:)

Una de las dimensiones de la felicidad está constituída por dos puntitos y un paréntesis

– ¿Así de simple?

– Sí… así de simple

– hay tanto loco que anda suelto…

– lo sé, lo séeeeeeee Leer más »

Cuéntame, cuéntame dulzura…

Un día un oído estaba perdido, no podía ver pero sí escuchar.

Caminando, caminando se tropezó con un ojo que le dijo que se llamaba Juan.

-Seremos amigos, le dijo el Oído.

-Yo veo pero no escucho, le respondió el Ojo.

El oído le dijo que así entonces resolverían sus problemas. Buscarían un cuerpo humano para vivir mejor y no estar andando solos. Entonces el Ojo le dijo que lo llevaría a un lugar donde haya órganos de los sentidos.

El Oído exclamó: ¡Claro, vamos a ese lugar!

Los dos amigos caminaron muchos días hasta llegar al lugar prometido. Cuando llegaron, entraron y vieron una gran fiesta de órganos de los sentidos y entre ellos habían un Rey que podía ofrecer cualquier cosa. Hizo un alto a la fiesta y dijo:

-¡Silencio, tenemos dos invitados. Un Oído y un Ojo y queremos saber que quieren!

-Deseamos ir a un cuerpo que nos cobije y nos proteja. Queremos vivir, dijo el Ojo.

-Bueno, nosotros también deseamos ir a un cuerpo, por eso estamos organizando esta fiesta, respondió el Rey.

En ese momento se apareció un cuerpo misterioso, era grande y brillante y detrás de él había una fila de más cuerpos que esperaban sus organos.

Desde ese momento vimos como esta persona grande iba colocando muchos órganos a muchos cuerpos. Nosotros nos abrazamos y lloramos de tristeza porque de repente nos iban separar, pero también nos alegramos porque íbamos a ser útiles a estos seres, hasta que al fin nos tocó nuestro turno y para suerte fuimos al mismo cuerpo, entonces fuimos felices de verdad y para siempre.

De Medalith Choque Torres – 6to. “A”
(Libro: Los niños cuentan)

Gracias dulce y bella Lesly por ser mi amiga y por compartirme este cuentito.
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