Cuéntame, cuéntame dulzura…

Un día un oído estaba perdido, no podía ver pero sí escuchar.

Caminando, caminando se tropezó con un ojo que le dijo que se llamaba Juan.

-Seremos amigos, le dijo el Oído.

-Yo veo pero no escucho, le respondió el Ojo.

El oído le dijo que así entonces resolverían sus problemas. Buscarían un cuerpo humano para vivir mejor y no estar andando solos. Entonces el Ojo le dijo que lo llevaría a un lugar donde haya órganos de los sentidos.

El Oído exclamó: ¡Claro, vamos a ese lugar!

Los dos amigos caminaron muchos días hasta llegar al lugar prometido. Cuando llegaron, entraron y vieron una gran fiesta de órganos de los sentidos y entre ellos habían un Rey que podía ofrecer cualquier cosa. Hizo un alto a la fiesta y dijo:

-¡Silencio, tenemos dos invitados. Un Oído y un Ojo y queremos saber que quieren!

-Deseamos ir a un cuerpo que nos cobije y nos proteja. Queremos vivir, dijo el Ojo.

-Bueno, nosotros también deseamos ir a un cuerpo, por eso estamos organizando esta fiesta, respondió el Rey.

En ese momento se apareció un cuerpo misterioso, era grande y brillante y detrás de él había una fila de más cuerpos que esperaban sus organos.

Desde ese momento vimos como esta persona grande iba colocando muchos órganos a muchos cuerpos. Nosotros nos abrazamos y lloramos de tristeza porque de repente nos iban separar, pero también nos alegramos porque íbamos a ser útiles a estos seres, hasta que al fin nos tocó nuestro turno y para suerte fuimos al mismo cuerpo, entonces fuimos felices de verdad y para siempre.

De Medalith Choque Torres – 6to. “A”
(Libro: Los niños cuentan)

Gracias dulce y bella Lesly por ser mi amiga y por compartirme este cuentito.

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