Reino Unido: Futuro de la reserva fraccionaria

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Propuesta revolucionaria en Reino Unido: Eliminar la reserva fraccionaria

Madrid, 16 de septiembre 2010 (Manuel LLamas) – El Parlamento británico ha aceptado debatir a partir del próximo noviembre una propuesta que supone una auténtica revolución para el actual sistema bancario. Steve Baker y Douglas Carswell, diputados conservadores de la Cámara, presentaron el miércoles, con el apoyo de otros miembros de su partido, una reforma financiera inédita, consistente en limitar la reserva fraccionaria de la banca. Es decir, el privilegio legal por el cual una entidad puede prestar los depósitos a la vista de sus clientes, expandiendo así el crédito.

Así, por ejemplo, cuando un cliente deposita 100 euros en una cuenta a la vista (cuenta corriente), su dinero, en realidad, se esfuma ya que, automáticamente, la entidad está autorizada legalmente por el gobierno para prestar hasta el 98% de esa cantidad. Esos 98 euros son, a su vez, depositados en otra cuenta y, nuevamente prestados a otro cliente con tal de reservar el 2% (coeficiente de caja), y así sucesivamente en un proceso que puede repetirse hasta 50 veces, aumentando de forma exponencial la oferta monetaria.

Según una reciente encuesta elaborada por The Cobden Center, (http://www.cobdencentre.org/2010/06/public-attitudes-to-banking/) el 74% de los británicos piensa, erróneamente, que el banco guarda al 100% el dinero despositado en sus cuentas corrientes, garantizando así su propiedad. Tan sólo un soprendente 8% conoce la realidad: que las entidades disponen libremente de esos ahorros.

El sistema de reserva fraccionaria es la base sobre el que se sustenta el funcionamiento de la banca desde hace casi dos siglos. Consiste en que un banco tiene derecho a prestar el dinero de sus clientes, al mismo tiempo que tiene la obligación de devolvérselo de forma inmediata en el momento que lo reclamen.

Por tanto, cuando se invierte a largo plazo (empleando depósitos a la vista para conceder, por ejemplo, hipotecas), sólo es viable si todos los depositantes no deciden retirar su dinero de forma simultánea (corrida bancaria). El banco tan sólo está obligado por ley a conservar en caja el 2% de los depósitos a la vista para pagar a los clientes que deseen retirarlo, el resto lo presta una y otra vez. Según numerosos miembros de la Escuela Austríaca de Economía, ésta es una de las principales claves para entender los recurrentes ciclos de auge y recesión propios de nuestra época.

La reforma que ha presentado Baker pretende poner fin a esta práctica, permitiendo al cliente elegir la forma de su depósito. Los impulsores reconocen explícitamente que su propuesta está inspirada en la obra Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos, de Jesús Huerta de Soto, catedrático de Economía en la Universidad Rey Juan Carlos.

Tal y como explica Baker en The Wall Street Journal (lea aquí la traducción)(1), la reforma no consiste en prohibir la reserva fraccionaria sino en que el consumidor pueda elegir constituir depósitos 100%. Es decir, que el banco no preste su dinero sin su consentimiento.

En esencia, se trata de restaurar la Ley de Peel de 1844 (2), sólo que extendiéndola a los depósitos bancarios. Dicha ley exigía un coeficiente de caja del 100% en oro a los bancos privados, pero tan sólo respecto a la emisión del papel moneda (patrón oro), olvidándose de aplicar el mismo requisito a los depósitos (vea aquí el vídeo explicativo de Huerta de Soto).(http://www.youtube.com/watch?v=GJOHvPuGVGA&feature=related)

Según Baker, la reforma ofrecerá a los consumidores la posibilidad “de elegir cómo van a utilizar los bancos sus depósitos. Si usted pide en préstamo una pintura a un amigo y le promete que la va a devolver cuando él la pida y a continuación, presta la misma pintura a otra persona, usted está cometido un fraude. Estas normas no se aplican, sin embargo, a los banqueros. Los parlamentarios británicos tienen hoy la oportunidad de cambiar esto, y espero que así lo hagan”.

El origen de la crisis

Desde hace casi dos siglos, los bancos gozan del privilegio legal de la reserva fraccionaria, “lo cual significa que pueden prestar lo que ya deben a sus depositantes. Al prestar e invertir los depósitos a la vista, los bancos crean dinero mediante la extensión de crédito. Cuando las inversiones del banco se vuelven agrias, y las inversiones a menudo se vuelven agrias, el banco no puede devolver los depósitos y se declara en quiebra. A menos que se las arregle para convencer a los políticos de que es demasiado grande para caer [too big to fail], en cuyo caso serán rescatados con dinero de los contribuyentes”, explica el diputado.

“Esta relación asimétrica entre los depósitos bancarios y el contrato y los derechos de propiedad normales, combinada con la intervención del Estado, como en el caso de la planificación central de las tasas de interés [en alusión a la banca central], y diversas garantías adicionales, es la causa de los auges y crisis financieros”, aclara. Baker señala que esta propuesta está siendo seguida muy de cerca en EEUU y Europa. No es de extrañar si se tiene en cuenta que supondría una auténtica revolución para el sistema bancario.

“Nuestro proyecto de ley permitiría a los británicos elegir cómo se utiliza su dinero”. Es decir, que la entidad lo custodie sin posibilidad de prestarlo, garantizando la reserva 100% a cambio de pagar una comisión, o bien que el cliente permita explícitamente a la entidad prestar su dinero por un período de tiempo determinado, o lo que es lo mismo, un depósito a plazo a cambio de un determinado rendimiento (tipo de interés).

De este modo, según Baker, “el crédito seguiría existiendo”, sólo que ahora sí estaría “respaldado por ahorro real”. Además, el depositante “sería plenamente consciente de los beneficios y los riesgos a la hora de optar entre depositar su dinero en custodia [depósito a la vista] o invertirlo durante un período definido [depósito a plazo]“.

“Hace dos años la economía mundial entró en crisis, sin embargo, nada se ha hecho para tratar de evitar nuevas crisis. Poner fin a la banca de reserva fraccionaria ha sido propuesto en algunas ocasiones por varios economistas de las tres grandes escuelas tradicionales – keynesianos, monetaristas y austríacos-. Uno podría preguntarse por qué el clamor para poner fin a este privilegio legal y anti-capitalista de la banca de reserva fraccionaria no se ha planteado con anterioridad ni con más fuerza”.

Baker tiene muy claro cuál es el problema clave que padece el sistema bancario contemporáneo y propone su solución de forma meridianamente clara: “Los enemigos de la libertad muestran la crisis financiera como un fracaso del capitalismo. Sin embargo, el mercado en realidad no otorga privilegios legales a la banca tales como la reserva fraccionaria, los políticos sí. El privilegio legal de la reserva fraccionaria destruye los mecanismos sanos de propiedad y derecho contractual propios del capitalismo. Esperamos poner fin, hoy, a este privilegio”.

NOTAS:
(1) Un proyecto de ley para luchar contra el capitalismo “crony” (con favorecimientos)
Por Steve Baker
Traducido por Rodrigo Díaz de artículo tomado de the Wall Street Journal (Opinion Europe section) (Sept. 15, 2010)

La medida reformatoria dará a los consumidores la forma de elegir cómo van a utilizar los bancos sus depósitos.

Si usted pide en préstamo una pintura a un amigo y le promete que la va a devolver cuando él la pida y a continuación, presta la misma pintura a otra persona, usted está cometido un fraude. Estas normas no aplican, sin embargo, a los banqueros. Los parlamentarios británicos tienen hoy la oportunidad de cambiar ésto, y espero que así lo hagan.

Hoy en día, los bancos gozan del privilegio legal de banca de reserva fraccionaria, lo cual significa que pueden prestar lo que ya deben a sus depositantes. Al prestar e invertir los depósitos pagaderos a la vista, los bancos crean dinero mediante la extensión de crédito. Cuando las inversiones del banco se vuelven agrias, y las inversiones a menudo se vuelven agrias, el banco no puede devolver los depósitos y se declara en quiebra. A menos que se las arregle para convencer a los políticos de que es demasiado grande para fallar, en cuyo caso serán rescatados con dinero de los contribuyentes.

Esta relación asimétrica entre los depósitos bancarios y el contrato y los derechos de propiedad normales, combinada con la intervención del Estado, como en el caso de la planificación central de las tasas de interés, y diversas garantías adicionales, es lo que causa Auges y Crisis financieros. Hoy voy a apoyar a mi colega Douglas Carswell, miembro del Parlamento por Clacton, ya que presenta un proyecto de ley para eliminar el sistema bancario de Reserva Fraccionaria. Nuestros amigos en los EE.UU. y Europa están siguiendo el caso muy de cerca, ya que el capitalismo “crony” aflige a todo el mundo.

Antes de la reciente crisis financiera, los bancos solicitaban préstamos (y los siguen solicitando) a tasas de interés absurdamente bajas de los bancos centrales. Sus vendedores entonces inundaron de hipotecas (con comisión) a aquellos que no tenían esperanza de amortizar el capital con sus ingresos. Esta chatarra fue empaquetada y prestada de nuevo, esta vez de forma anónima, a desafortunados inversionistas dispuestos a creer que los precios de la vivienda sólo podrían aumentar, y que el riesgo del incumplimiento no estaba incluido en sus carteras. Este es sólo uno de los muchos errores del capitalismo financiero contemporáneo.

Nuestro proyecto de ley Reglamentario de Depósitos y Préstamos permitiría, a los británicos, elegir cómo se utiliza su dinero. Tendrían la opción ya sea de depositar su dinero en custodia, o de guardarlo por un período que el banco lo podría invertir a renglón seguido. Si la custodia es su elección, usted podrá tener su dinero de regreso al solicitarlo. Sus derechos de propiedad estarían intactos – seguiría siendo el dueño de su depósito. Usted probablemente no ganaría intereses, de hecho podría tener que pagar por el privilegio de acceder directamente a él a través de sucursales y cajeros automáticos. Sin embargo, si usted quisiera un rendimiento, podría optar por en cambio depositar su dinero por un período de tiempo. El banco podría invertirlo de nuevos, con lo cual usted tendría, potencialmente, un nuevo ingreso.

Crédito seguirían existiendo, respaldado por ahorro real. El ahorrado estaría plenamente consciente de los beneficios y de los riesgos a la hora de elegir entre depositar en custodia el dinero y ahorrarlo a término definido.

Hace dos años la economía mundial entró en crisis, sin embargo, nada se ha hecho para tratar de evitar nuevas crisis. Poner fin a la banca de reserva fraccionaria ha sido propuesto en algunas ocasiones por varios economistas de las tres grandes escuelas tradiciones – keynesianos, monetaristas y austríacos. Uno podría preguntar por qué el clamor para poner fin al privilegio legal, y anti-capitalista, de la banca de reserva fraccionaria no había sonado antes ni con más fuerza?

¿Es escandaloso sugerir que a los banqueros les guste más bien la socialización del riesgo y el fácil acceso a dinero de los demás, y que su éxito en este sistema requiera el amparo de los políticos adecuados? En contraste con los empresarios heróicos de “La Rebelión de Atlas” de Ayn Rand,” el financiero contemporáneo percibe una remuneración asombrosa para reportar ganancias no realizadas. Mientras tanto, no comparte ninguna de las inevitables pérdidas inherentes a un sistema basado en modelos fatalmente viciados de comportamiento del mercado. En lugar de prestar sólo a personas de su confianza, el actual sistema conduce a que los financieros contemporáneos se limiten a prestar a alguien, siempre y cuando puedan trasladar posteriormente el riesgo a otra persona o entidad.

Las pérdidas han sido socializados por el poder del Estado. Los bonos se han pagado a directivos de los bancos rescatados y el staff de apoyo piensa que es justo porque no fueron ellos quienes hicieron los negocios. Ejecutivos que, en otra época, habrían perdido todo como socios con abierta responsabilidad, han salido ahora como jubilados ricos.

Si hay hoy un conflicto de clases dentro del capitalismo, no es entre los trabajadores y los empresarios-propietarios, sino entre contribuyentes, ejecutivos de banco y accionistas. Los accionistas han entregado desde hace mucho tiempo el control de sus bienes y el pequeño inversionista encuentra escasos beneficios. Mientras tanto, los capitalistas financieros apuestan el dinero de otras personas sobre la base de modelos y teorías que han resultado ser una tontería, al mismo tiempo que nos dicen cuánta riqueza están creando y cuanto merecen compartir. Esa rara especie, el accionista a largo plazo, no tiene ningún recurso después de las pérdidas o los pobrísimos dividendos, y es el contribuyente quien luego queda obligado a pagar la factura pendiente.

El esquema anterior es incompleto y la mayoría de los jugadores que participan en este sistema no tienen la intención de explotar a los demás. Pero es explotación, cuando un grupo se ve obligado a cubrir las pérdidas derivadas de malas apuestas realizadas por un segundo grupo con el dinero que pertenece a un tercero. Este sistema de relaciones no es saludable. La antigua Regla de Oro, “haz lo que quisieras que te hicieran,” ha sido reemplazada por “haz a los demás antes que te lo hagan a ti.” Deberíamos preguntarnos si es esta la forma en que queremos vivir.

Los enemigos de la libertad muestran la crisis financiera como un fracaso del capitalismo. El mercado en la realidad no otorga privilegios legales, tales como la banca de reserva fraccionaria – los políticos si los otorgan. El privilegio legal de la banca de reserva fraccionaria destruye los mecanismos sanos de propiedad y derecho contractual del capitalismo. Esperamos poner fin, hoy, a este privilegio.

El Sr. Baker es miembro del Parlamento británico por el partido conservador por Wycombe.

(2) Sir Robert Peel (Ramsbottom, Lancashire, 5 de febrero de 1788 – 2 de julio de 1850) fue un estadista y político británico del Partido Conservador. Peel fue Primer Ministro del Reino Unido entre el 10 de diciembre de 1834 y el 8 de abril de 1835 y del 30 de agosto de 1841 al 29 de junio de 1846.

Periodista y estadista británico, su padre fue uno de los empresarios textiles más ricos durante la Revolución industrial, por lo que se considera que pertenecía a la burguesía. El joven Peel entró en la política a los 21 años, por el distrito irlandés de Cashel City, Tipperary. Durante su primera década como político tuvo cargos menores, entre ellos el de ministro de Irlanda (1812).

Peel fue considerado una de las estrellas emergentes del partido Tory, entrando por primera vez en el gobierno en 1822 como Ministro de Interior, cargo que hasta 1830 desempeñó en diversos gobiernos. Como tal, introdujo una serie de importantes reformas en la legislación penal británica: la más destacada es la creación de la London Metropolitan Police (Policía Metropolitana de Londres), posiblemente el primer cuerpo de policía moderno y futuro Scotland Yard. De ese trabajo se derivan los célebres principios policiales de Peel, aunque se duda de su autoría. También promovió cambios en el Código penal reduciendo el número de delitos sancionados con la pena capital.

Fue nombrado primer ministro en 1834. Pasó después a la oposición, evoluciono hacia el liberalismo, y volvió a ser primer ministro entre 1841 y 1846, actuó en colaboración con el partido whig.

Reformo el sistema fiscal, otorgó derechos civiles a los judíos.

En 1844, mediante la Ley de Peel (Peels bank act) desarrolla el sistema de banca con reserva fraccionaria, que exige un coeficiente de caja de un 100% en oro a los bancos privados, respecto a la emisión de papel moneda; aunque olvida el mismo requisito respecto a la emisión de depósitos.

La ley más destacable de su segundo mandato como primer ministro fue la que llevó a su destitución. Esta vez Peel se erigió en defensor del librecambismo económico, se movió en contra de los terratenientes, aboliendo las Corn Laws en 1846, que apoyaban a los agricultores restringiendo la importación de cereales. Esta ruptura radical con el proteccionismo conservador, le enfrentó abiertamente con una facción de su partido, encabezada por Disraeli, y tenía como finalidad paliar la gran hambruna irlandesa.

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