El oro y el nuevo orden mundial

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El oro y el nuevo orden mundial
Madrid, 13 de diciembre 2010 (Por: Gonzalo Pérez-Seoane)

Recientemente el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha hecho una velada alusión a la inclusión del oro en el ámbito cambiario mundial. Manifestación, sin duda meditada, que se realizó antes de G20 de Seúl y en un tenso ambiente sobre el mercado de divisas mundial. Tenso ambiente espoleado por la última acción monetaria de la Reserva Federal norteamericana (Fed), la cual ha sido percibida como una vía indirecta de devaluar el dólar a corto plazo.

Aspecto criticado por el Ministro de Finanzas alemán Rainer Bruederle y la administración china, y reconocido por el ex presidente de la Fed Alan Greespan. Lo inesperado de la noticia y la relevancia mundial de Zoellick ha hecho que la palabra “oro” dé la vuelta al mundo y con renovado ímpetu crezca el interés intelectual y pragmático alrededor de este metal precioso.

Descontada a priori una nueva vuelta al patrón oro (Gold Standard), sistema erróneo y por ello fracasado, cabe preguntarse, ¿podría el oro volver a jugar un papel trascendente en un potencial futuro nuevo orden financiero y económico mundial distinto, si bien, distinto al patrón oro?

Antes de determinar si el oro pudiera ser relevante a futuro, es necesario describir y diagnosticar el escenario económico actual y con ello tal vez encontrar un porqué para un posible Bretton Woods II, ya reclamado por personalidades como el presidente Zoellick o Sarkozy. A este fin es obligado hablar de la política monetaria norteamericana. Asimismo, es de interés la interpretación y alcance de las difusas palabras del presidente Zoellick.

La política monetaria norteamericana
Nadie es ajeno a que la economía mundial atraviesa un momento complejo. La recuperación de la crisis está siendo lenta y cierta tensión se acumula en el conjunto de la sociedad occidental. En estas circunstancias, nuevamente, la economía norteamericana es referente principal. La nueva acción de política monetaria USA, soberana e unilateral, en concreto la nueva expansión cuantitativa (QE2) por 600.000 millones de dólares para comprar bonos (monetizar deuda), ha generado una no despreciable contestación al más alto nivel mundial.

Voces que manifiestan por primera vez en esta crisis cierta confusión y desunión, palpable en el G20 de Seúl. Esta frágil unión, que ha durado dos años, se produce en un momento delicado ya que problemas antiguos y nuevos comienzan a amigar sus fuerzas. Fuerzas que aunque pudieran parecer lejanas no lo están en absoluto, pues el sistema económico mundial es interdependiente y está interrelacionado, es holístico.

Aunque distinto pero no distante, un nuevo reto envuelve al mundo y no debe despreciarse. La geopolítica mundial está cambiando. China, segunda potencia económica del mundo, y otros países emergentes como India, Brasil, Rusia, desean también ser protagonistas, por lo que sus acciones y reacciones ante las circunstancias presentes y futuras serán necesariamente personalistas por autoproclamativas de sus intereses.

Pero veamos la actual política monetaria de la FED, en especial su última acción monetaria (QE2). Acción monetaria que no es ningún verso suelto. Es el último verso de un mismo poema y su rima es perfecta con lo anteriormente escrito. Nada mejor que las propias palabras del presidente de la Fed Bernanke y de otros gobernadores para situar que han hecho y por qué lo han hecho. El presidente Bernanke ha defendido hace pocos días el nuevo QE2, destinado a comprar bonos USA, “al objeto de mantener y reducir los tipos de interés, dando un mayor impulso a la recuperación económica USA y en la búsqueda de una tasa de inflación coherente con la estabilidad y crecimiento macroeconómico a largo plazo” (no textual).

En relación al dólar, ha manifestado que “son conscientes del importante papel del dólar a nivel mundial y que este volverá a ser fuerte en la medida en que la economía USA se recupere”. Frente a estas declaraciones el presidente de la Fed de Dallas, Fisher, se ha mostrado contrario a la nueva ronda de medidas cuantitativas, siendo aquí de relieve su consideración de que la expansión cuantitativa elevará el precio de las materias primas. Otro presidente distinto, Bullard, de la Sant Louis Fed, ha manifestado que “el QE2 tiene ventajas y riesgos…. Creo que las ventajas son mayores que los riesgos, pero los riesgos son muy reales. La débil recuperación económica puede provocar desinflación en Estados Unidos. Los efectos de la QE2 son una caída en los tipos de interés reales, una subida de las expectativas de inflación, una depreciación del dólar y una subida de la renta variable”. Respecto a los riesgos que entraña la política Bullard destaca, sobre todo, los asociados a un “aumento indeseado de la inflación”.

¿Es acertada la política monetaria de la Fed que tantas críticas está recibiendo?. Frente a las innumerables criticas, en mi opinión, la Fed ha acertado plenamente en su acción de política monetaria y con su actual QE2. La Fed tiene pocas balas, y entre ellas ha escogido exactamente la correcta, quedando en reserva la bajada a cero del tipo de intervención, que posiblemente se haga de aquí a no mucho si la situación se ralentiza. Pero la política de la Fed tiene un riesgo. Y el riesgo es grave.

La Fed, junto al Departamento del Tesoro, juegan un papel clave en la resolución de la presente crisis global. Nada nuevo es sugerir que del mayor o menor éxito de la actual política monetaria de la Fed depende cierta parte de la evolución del futuro económico. Pero la Fed no tiene todos los ases de la baraja del éxito económico en su mano (resolución de la crisis). De los cuatro ases de la baraja, tan solo tiene uno.

El primer as, y único en posesión de la Fed, es, en mi opinión, su profundo conocimiento del funcionamiento económico, mayor al atesorado por cualquier otra institución análoga. La Fed ha sabido en el momento oportuno aplicar (buscar) la política monetaria óptima para intentar restablecer el crecimiento en USA. ¿Buscar? El óptimo monetario de cada nación existe, pero el óptimo es de naturaleza dinámica e interdependiente, no se establece, se busca de manera iterativa y dinámica. Por otro lado, la eficacia final de la política monetaria de cualquier nación (también de USA), en términos de crecimiento y empleo, está ligada en parte a las acciones y evolución monetaria de todos y cada uno de los países con los que se relaciona y compite.

Mientras que la Fed parece ser consciente de lo mencionado, aspecto observable a través de sus declaraciones, el Tratado de Maastricht consagra a través de los criterios de convergencia una visión distinta, doméstica, estática y no dependiente, rigiendo esta visión el BCE, el Ecofin y la Comisión Europea en materia monetaria. La política monetaria de cada país, como todo en la economía, es interdependiente, ya que el sistema económico mundial, como ya he mencionado, es un sistema holístico. Dentro de la política monetaria dos aspectos son críticos, lograr el óptimo en los tipos de interés, lograr el óptimo de inflación.

El QE2 de la Fed, tan criticado, es la política adecuada, ya que en las circunstancias actuales de USA, satisface acercarse a ambos óptimos. Por un lado se busca bajar los tipos a largo plazo hasta donde sea posible, por ello de la compra de deuda. Por otro lado el aumento de la base monetaria debería generar inflación y depreciar el dólar. Si no se lograran los óptimos porque el volumen del QE2 se observara insuficiente, vendrá el QE3. Cabe asimismo la posibilidad contraria, que USA se acerque a ambos óptimos antes de lo previsto, en cuyo caso la QE2 se pararía. Pero esta política, no está exenta de peligros. Así y como el presidente la Fed de Sant Louis Bullard destaca el “aumento indeseado de la inflación” es el riesgo más sobresaliente.

Si la Fed tiene un as a favor, otros tres están en contra (riesgos más graves). El primer as en contra es doméstico y es el delicado estado del sector de la vivienda en USA, cuya evolución todavía incierta pudiera provocar, de darse un escenario adverso, la recaída del sector bancario americano con efectos colaterales mundiales como es bien conocido (iliquidez, crisis de crédito, mayor paralización de la demanda agregada y de la producción). La variable clave, evidentemente, es la evolución del precio medio de la vivienda, cuyos últimos datos no soplan a favor.

El segundo as en contra es asimismo doméstico, y es el ya mencionado “aumento indeseado de la inflación” derivado de la actual política monetaria. El tema es complejo y ajeno al artículo, pero si la inflación en USA sube por encima de su óptimo, por un lado el dólar se depreciará en exceso y, por otro, se desestabilizará primero a todos los mercados financieros (tipos de cambio, bonos y bolsa, commodities, como dice Fisher), y después se impactará en el sector productivo mundial pues, unos más y otros menos, todo los países importarán inflación. En relación al dólar, ¿miente el secretario de Tesoro, Timothy Geithner al decir: “nunca buscaremos debilitar nuestra moneda como herramienta para obtener una ventaja competitiva o para hacer crecer la economía” (CNBC)? La verdad es que Geithner no miente. USA busca acertar en su óptimo de inflación, que existe y en donde el crecimiento económico se maximiza, pero ello, inevitablemente traerá como consecuencia el debilitamiento del dólar, como ha expresado el ex presidente de la Fed Alan Greenspan.

El dólar debería devaluarse alrededor del 8%-10% a nivel mundial. Pero esta devaluación del dólar, derivada de su búsqueda del óptimo de inflación en USA, conlleva un riesgo adicional, un mayor debilitamiento relativo del yuan chino que originará que la inflación en China se dispare. La astuta acción cambiaria de China tiene, en sí misma, su propia penitencia. Penitencia que recordará la historia de Argentina, aunque en esta ocasión ello podría ocurrir en un momento indeseable para el restablecimiento de la estabilidad economía mundial. ¿Por qué de la presión de la administración USA en dejar libre al yuan; es simplemente por razón del desequilibrio bilateral, o hay temor a algo?

La Fed está jugando de manera acertada, pero agresiva. No tiene otra opción. Es su única opción.
El tercer as en contra son los desequilibrios macroeconómicos existentes a nivel mundial, que podríamos resumir en cuatro, y que afectan en mayor o menor grado al proceso global de recuperación. El primero, y más crítico, el crecimiento del endeudamiento público y el déficit fiscal excesivo por su impacto sobre el riesgo de la deuda soberana, tema especialmente delicado para el euro, cuyo futuro es más que incierto. El segundo problema es la potencial guerra cambiaria, escalera que termina en la pérdida de confianza generalizada en el dinero fiduciario. El tercero, la volatilidad de los mercados de deuda pública y capitales. El cuarto, 220 millones de personas en paro y su efecto social y político.

Pero esta baraja tiene comodín, y se llama “expectativas”. Expectativas favorables o expectativas desfavorables, y pueden jugar a favor o en contra del éxito económico global. La desunión del G20 juega en contra del potencial éxito económico ya que genera una expectativa negativa a nivel global. Por el contrario, la unión y el compromiso del G20, es comodín que juega a favor del éxito final.

Finalmente y como resumen se podría decir que la Fed ha activado sabiamente la recuperación USA, no siendo posible precisar a estas alturas si tendrá coste para terceros, si bien el riesgo existe. Por otro lado, es necesario ser conscientes de que la Fed no tiene todos los ases en su mano, sus acciones aunque estén en el camino correcto, tendrán un impacto mundial limitado. Lamentablemente, hoy cada país y cada zona económica tiene su propio talón de Aquiles que puede verse gangrenado ya por méritos propios ya por efectos colaterales de terceros. La situación es compleja pues los focos de potencial ignición son muchos y todos interrelacionados.

Explote o no la situación, sí parece razonable que la posibilidad de un futuro Bretton Woods II que analice y siente las bases de un sistema más estable es del todo deseable. Es aquí, tal vez, donde las inesperadas palabras del presidente del Banco Mundial Zoellick se tornan oportunas si se mira al futuro. Ya si se llegará a dar una desestabilización mundial mayor a la existente o la situación continúe su senda actual, ¿no será de interés empezar a sopesar cómo lograr un más óptimo equilibrio mundial (nuevo orden), pudiéndose, entre otros temas relevantes, debatir si el oro, una cuasi-moneda mundial de oferta restringida y no controlada, puede jugar un papel en ello?.

Interpretación y alcance de las palabras escritas por el presidente ZoellickDos ideas caben inferirse de las declaraciones de Zoellick. La primera idea de Zoellick es un “SDR más fuerte”, con más monedas en la canasta, incluido o no el oro.

La verdad es que un nuevo SDR más gordito no soluciona nada. La acción es inicua. Curiosamente, será aún más imperfecto que el actual para medir o referenciar otras monedas o activos, ya que detrás de su propia composición laten inflaciones y economías cada vez más dispares. Beber dos buenos y diferentes vinos es magnífico, mezclarlos, una solemne tontería. Con las monedas pasa lo mismo. Cada moneda libre expresa diariamente y contiene en su historia perfecta información sobre quién es, qué hace y de dónde viene, mezclarlas es un híbrido inútil que mata su intrínseca naturaleza.

Las palabras de Zoellick tal vez van en una dirección distinta a un SDR más fuerte. Tal vez escondan que se está intentando avanzar hacia una “moneda única mundial”, aplaudida por el Nobel Mundell y otros mundialistas, en donde el oro ponderaría de alguna forma. Dicha acción, lograría la estabilidad financiera mundial de manera transitoria. Luego fracasaría rotundamente. ¿Por qué?

Porque es imposible mantener viva largo tiempo una única moneda sobre una zona económica heterogénea en la generación de inflación. La existencia de inflaciones distintas altera la competitividad de los países, beneficiando a unos y perjudicando a otros de manera permanente. El sistema se vuelve injusto y monetariamente incontrolable (véase euro). Lo que es cierto para el euro, lo sería doblemente cierto para el mundo.

La segunda idea de Zoellick es la palabra “oro “, y qué papel jugará “este metal de libro” en el futuro concierto o desconcierto mundial. La idea, lógicamente, incita a pensar que el oro podría tener su sitio en un futuro orden mundial. Orden en donde el oro podría ser polémico, ya que su desequilibrada distribución mundial actual (Bancos Centrales) pudiera generar netos ganadores y perdedores. Así, toda decisión que se tome sobre el oro y su papel en un nuevo orden deberá tener en consideración este desequilibrio, so pena de fracasar, pues China y otros países emergentes (potenciales perdedores) se opondrán.

Parece que las palabras de Zoellick, meditadas y difusas, tan solo desean abrir el debate, tema a concretar en un posible nuevo Bretón Woods II, con el presidente Sarkozy a la cabeza del G20. Pero ¿puede el oro esconder una solución eficaz, objetiva y perdurable, por ende global, que, llegado su momento oportuno, permita restablecer la estabilidad del sistema, una acción que cabría denominar como “the golden bullet”? Tal vez sí.

Gonzalo Pérez-Seoane, presidente de WM

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