Archivo del Autor: Sinesio López Jiménez

Acerca de Sinesio López Jiménez

Sinesio López Jiménez es doctor en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, Perú. Hizo estudios de doctorado en la Ecole Pratique des Hautes Etudes de la Universidad de París bajo la dirección de Alan Touraine. En la actualidad es profesor principal de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP y de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM. Fue coordinador de la maestría en Sociología de la PUCP, coordinador de la maestría en Ciencia Política de la PUCP, Director de la Biblioteca Nacional del Perú (2001-2005), Director de El Diario de Marka (1982-1984) y columnista político del mismo. Los campos de interés académico son la Teoría Política, la Política Comparada, el Estado, la Democracia y la Ciudadanía. Ha sido profesor visitante de FLACSO, Quito, Ecuador y del CAEM. Es autor de los libros El Dios Mortal, Ciudadanos Reales e Imaginarios, Los tiempos de la política, coautor de varios libros de sociología y política y ha escrito muchos artículos y ensayos de su especialidad publicados en el Perú y en el extranjero. Actualmente es columnista del diario La República.

JUAN BOSCH, INTELECTUAL Y POLITICO

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Sinesio López Jiménez

Fue un hombre de muchos registros. Político, literato, ensayista, historiador y educador, en todos esos roles brilló con luz propia. Autodidacta, de la misma estirpe de José Carlos Mariátegui y José Aricó, conoció profundamente los diversos temas en los que se involucró. Y en todos ellos se manejó con creatividad y con una gran autonomía conceptual. Perteneció a la ilustre estirpe de políticos latinoamericanos de los años 30 del siglo pasado que fueron al mismo tiempo políticos e intelectuales. Esa combinación elevó la calidad de la política y le impregnó un sentido práctico y crítico al pensamiento. Su rica biografía acompañó en forma agónica la densa historia de su país. No se puede entender a Juan Bosch sin la convulsa historia de Santo Domingo ni se puede entender a este país sin la obra literaria, sociológica y política de Juan Bosch (1909-2001).

Su múltiple producción intelectual va desde las obras de ficción (cuentos y novelas) hasta artículos de análisis de coyuntura publicados en revistas y periódicos, pasando por estudios sociológicos e históricos, biografías magistrales, ensayos de teoría política, testimonios y crónicas. En una primera etapa (1929-1938) la literatura predominó sobre la política. Salen a luz entonces dos libros de cuentos y una novela (La mañosa). La segunda etapa (1939-1962) fue marcada por el exilio y la política fue ganando terreno sin afectar demasiado a las letras. En este lapso Bosch publica varios libros de cuentos, ensayos políticos y una que otra biografía. La tercera etapa ha sido definida por García Cuevas, uno de los estudiosos más agudos de la obra de Bosch, como un tiempo de “desilusión y de búsqueda” y de tránsito del liberalismo reformista al marxismo. La acción política desplaza al discurso. En diciembre de 1962 es elegido presidente de la república. El 25 de septiembre de 1963 es derrocado por un sector de las fuerzas armadas en alianza con la oligarquía y con el apoyo del gobierno norteamericano. En abril de 1965 un grupo de oficiales busca reinstalar a Bosch en el poder. Más de 40 mil soldados norteamericanos invaden el suelo dominicano para “impedir otra Cuba”. En la última etapa (1967-2001) la política se impone abrumadoramente sobre las letras. Aparecen entonces, además de múltiples artículos, sus obras más orgánicas en el campo de la política, la historia y la sociología. Bosch publica El pentagonismo, sustituto del imperialismo (1967), Tesis de la dictadura con respaldo popular (1969), De Cristóbal Colón a Fidel Castro (1969), Breve historia de la oligarquía (1970) y Composición social dominicana (1970). Todas ellas obras fundamentales para entender la sociedad y la política dominicanas.

Su actividad política, iniciada desde temprana edad (cuando tenía 20 años), fue también muy fecunda. Ella estuvo marcada por la invasión militar norteamericana en 1916 que suscitó en él un fuerte sentimiento nacionalista y patriótico. En enero de 1934 Bosch fue apresado, encarcelado y acusado de terrorismo por la policía trujillista. Una vez liberado por presiones políticas, Bosch emprendió el camino del exilio en Cuba, en donde acentuó su actividad política de lucha abierta contra la dictadura de Trujillo. En 1939 participó en la fundación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que ha tenido una importante gravitación en la vida política dominicana. Costa Rica, Chile y Puerto, en diferentes momentos, acogieron al exiliado que no cesó en la lucha política y publicista antitrujillista, después de un primer intento insurreccional frustrado, organizado desde Cuba. Luego del asesinato del dictador, Bosch retorna a Santo Domingo en Octubre de 1961. Como candidato del PRD, es elegido Presidente de la República dominicana en diciembre de 1962.

La larga lucha contra la dictadura de Trujillo hizo de Bosch un político con un proyecto liberal y democrático acompañado de algunas reformas económicas y sociales. Bosch planteaba abrir el Estado dictatorial y patrimonial a las libertades y a la participación de todos los dominicanos y proponía la realización de reformas económicas y sociales que afectaban los intereses de la oligarquía. Las agudas confrontaciones que se produjeron después del golpe contra su gobierno, el intento frustrado de reinstalarlo en el poder y la invasión norteamericana llevaron a Bosch a la radicalización política, al abandono de los esquemas liberales y al acercamiento al marxismo heterodoxo. Los cambios ideológicos y políticos lo indujeron a renunciar al PRD y a fundar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973 que, en 1990, era ya la primera fuerza política del país. Pese a ello, el PLD sólo pudo acceder al poder en 1996 bajo el liderazgo de Leonel Fernández, un político joven que gozaba de todo el apoyo y la confianza de Juan Bosch. Su itinerario político contrasta con el de otros líderes latinoamericanos (Haya de la Torre, Figueres, Betancourt y otros) que experimentaron más bien una involución conservadora. Es justo, por eso, que Santo Domingo y América Latina celebren el centenario del nacimiento de un político y de un intelectual que presenta una trayectoria limpia, honesta y consecuente.

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LA COALICION DE LOS VETOS

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Sinesio López Jiménez

2,011 es un año fatídico para García y para la derecha empresarial. Cada vez que piensan en él somatizan su angustia: les duele la cabeza y se les afloja el estómago. Algo parecido sucedió en el 2,006, año en el que (según ellos) se salvaron por un pelo. ¿Qué trae angustias y apremios a la élite tradicional?. Es evidente que el arrastre electoral de Ollanta Humala los aterra. El miedo, sin embargo, no los ha paralizado. Poco a poco, García ha logrado organizar una coalición social y política y definir una estrategia para demoler a Ollanta y a sus críticos. ¿Quienes integran esta coalición informal que opera pero que no es aún muy visible? En primer lugar, García que la dirige. En segundo lugar, el Apra, su partido soporte. En tercer lugar, la derecha empresarial asentada en la renta minera, en la bancocracia y en algunos medios. En cuarta lugar, la cúpula reaccionaria de la Iglesia. En quinto lugar, el fujimorismo.

Esta coalición no tiene aún una organización definida e institucionalizada. Y es probable que nunca la tenga. Sólo está constituida por redes poderosas que se articulan y operan movidas por el jefe. Ocupa los espacios estratégicos de la política, la economía, la comunicación y el poder religioso. Por eso mismo, le sobran recursos económicos, políticos y simbólicos. Tiene sus mastines en algunos medios (Correo, Expreso, La Razón) y sus tontos útiles en otros. Utiliza los recursos del estado e instrumentaliza algunas instituciones estatales copadas por el Apra para demoler a sus adversarios y para perseguir a sus críticos: La SUNAT, la Contraloría, el Poder Judicial, la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, el Consejo Nacional de la Magistratura. El caso de la SUNAT es vergonzoso y escandaloso. Es ciega con el evasor, agresiva con el pequeño contribuyente y complaciente con los grandes deudores (de los medios). ¿Con qué derecho, con qué moral la SUNAT extrae recursos de los medianos y pequeños contribuyentes para transferirlos (como pago en efectivo) a los grandes deudores de impuestos de los medios mediante la firma de jugosos contratos de publicidad estatal?. Su legitimidad como ente recaudador de impuestos está en cuestión.

¿Por qué Ollanta Humala los aterra hasta el pánico?. ¿Acaso Humala significa el fin de la democracia como hipócritamente sostienen? ¿Acaso la coalición ultraderechista está integrada por inmaculados demócratas que están dispuestos a poner el pellejo en defensa de la democracia?. No, de ninguna manera. Si se echa un ligero vistazo a los integrantes de esa coalición derechista, se puede encontrar un rasgo común: Todos o casi todos son cavernícolas. ¿Les interesa acaso a los cavernícolas la democracia?. En modo alguno. Para defender la democracia, hay que creer en ella y estar dispuesto a fajarse por ella. ¿Qué es lo que realmente defiende esa coalición? La respuesta es simple y directa: Ella defiende sus intereses mezquinos y el hoy maltrecho modelo económico neoliberal (debido a la crisis sistémica del capitalismo) que tantas ventajas y ganancias les trajo en la época de las vacas gordas. Su preocupación política central en esta coyuntura es la búsqueda de un candidato que la encarne y la represente en el 2011. La coalición ultraderechista sabe a quien vetar y demoler, pero no sabe a quien levantar como su portaestandarte. ¿ Es Toledo, es Lourdes, es Keiko?. Mi hipótesis es que los cañones de la demolición apuntan no sólo a Humala, sino también a Toledo y a Lourdes. Toledo, aunque cuenta con la simpatía del empresariado, tiene el veto de García. Y Lourdes no cuenta con el cálido apoyo de García ni de la ultraderecha empresarial porque dudan que los represente bien y que pueda ganar. Su objetivo, por ahora, es inflar a Keiko hasta encontrar un mejor representante.

La coalición ultraderechista ha tenido, sin embargo, sus altos y bajos. Ha obtenido un cierto éxito en cubrir sus intereses mezquinos con el respetable manto democrático. Tuvo también un relativo éxito (en el pasado) en legitimar el modelo económico neoliberal, gracias a las altas tasas de crecimiento, y venderlo como el sistema eficiente, al que se oponían los críticos de García y Ollanta Humala, quienes, por eso mismo, representaban el anti-sistema. El modelo neoliberal y su legitimidad, sin embargo, se han hundido con la crisis. El epicentro de la reacción es la conservadora Lima. Sus flancos débiles son las regiones (sobre todo las del centro, sur y oriente) y su poca implantación en las clases populares, pobres y muy pobres. Para revertir esta situación inflan a Keiko quien disputa a Ollanta los sectores D y E que creen que, eligiendo a la hija, eligen al padre.

¿Es invencible la coalición ultraderechista cerrada y antidemocrática? No. Ella puede ser derrotada por otra coalición amplia y abierta, no para apoyar a un candidato único, sino para eliminar los vetos de García y establecer condiciones libres, igualitarias y competitivas en los procesos electorales del 2010 y del 2011. García tiene su talón de Aquiles y sus flancos débiles. Volveremos sobre el tema.

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LOS CAVERNICOLAS Y EL MUNDO ANDINO

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Sinesio López

Son duros de matar y se resisten a morir. Los cavernícolas son una especie inextinguible. No los afecta el tiempo, ni la cultura, ni la ciencia ni los cambios climáticos. Han cambiado sólo la fachada, pero por dentro siguen siendo los mismos. En pleno siglo XXI siguen repitiendo las mismas monsergas de sus congéneres del siglo XIX. Los indios no existen, les decían a los criollos liberales de entonces. La comunidad política somos nosotros. Los liberales, sin embargo, tendieron puentes al predominante mundo andino con el que coexistían en el mismo territorio. Los indios, decían, son nuestros hermanos y compatriotas. Tenemos que construir con ellos una misma patria. Lo que hicieron por integrarlos fue, sin embargo, muy poco. No se trataba de diseñar una política de reconocimiento de una sociedad multinacional o plural. La explotación y la opresión coloniales habían transformado al imperio incaico en una clase campesino-indígena. El Perú de entonces, como el de ahora, era sólo una sociedad multiétnica en la que coexistían diversos grupos culturales con linderos imprecisos y movedizos. Ni los quechuas ni los aymaras pedían el reconocimiento de su propia identidad, ni la autonomía de los territorios que ocupaban, ni una representación política propia. Habiendo perdido su base territorial con la encomienda colonial y la élite dirigente con la derrota de Túpac Amaru, lo único que pedían era una mejor forma de integración: buen trato, eliminación de la servidumbre, derechos ciudadanos, respeto a sus tradiciones, a sus costumbres y a su lengua.

Lamentablemente las diversas leyes decimonónicas que buscaron integrar a los campesinos indígenas a la república fueron puramente formales sin ninguna incidencia en la vida real. La servidumbre y la discriminación étnica y racial pesaron más que las formalidades jurídicas. El reconocimiento de algunos derechos civiles y políticos no los convirtió en ciudadanos. Ni la participación política abierta en elecciones poco o nada institucionalizadas los transformó en electores. Los cambios vinieron en el siglo XX cuando el ministro de Justicia, Instrucción, Beneficencia y Culto, Jorge Polar, cambió la estrategia jurídica por la educativa para integrar al mundo andino. El poder ejecutivo retomó la educación que estaba en manos de los municipios, determinó las necesidades educativas a través de un censo (1902), le dedicó el 20% del presupuesto, creó las normales para formar a los maestros y envió a estos al campo. Pero algo falló: la propuesta educativa. Para el civilismo educar era castellanizar. La educación partía de desconocer al otro, su cultura, su identidad, su lengua. La estrategia consistió en una especie de homogeneización cultural forzada de los indígenas por medio de la educación impartida en español. Pese a esas limitaciones, la ciudadanía política pasó del 2% en 1900 al 7% en 1930.

En la década del 40 cambia la propuesta educativa. Se pasa de la homogeneización forzada a una homogeneización amable a través de la educación bilingüe gracias a la presencia del indigenismo en el timón del Ministerio de Educación. Pero el bilinguismo en la educación fue sólo un método pedagógico y no una política de reconocimiento del mundo andino. Los gobernantes de entonces (Bustamante y el Apra) no tuvieron la voluntad, ni la fuerza (y quizá tampoco las condiciones) para desplegar una política estatal de reconocimiento indígena. Pese a ello, la educación siguió avanzando más en covertura que en calidad. Sus efectos se hicieron sentir: En 1962 el 18% de los peruanos votaron en las elecciones de entonces. El avance en la ciudadanía política obedeció más a los progresos de la educación que a los cambios en las reglas de juego electoral (el voto a las mujeres en 1956).

Como en otros aspectos de la realidad, el cambio radical vino con la dictadura militar del 68. Velasco dispuso una política estatal de reconocimiento del mundo andino. La ley 21156 de 1972 establecía que, a partir de abril de 1976, la enseñanza del quechua era obligatoria en todos los niveles de educación de la República y que a partir del 1 de enero de 1977 el Poder Judicial debía adoptar las medidas a fin de que “las acciones judiciales en las cuales las partes sean sólo de habla quechua se realicen en ese idioma”. La ley encargaba asimismo a los Ministerios de Guerra, Marina y Aeronáutica el cumplimiento de la ley y al Misterio de Educación, “la preparación y edición de diccionarios, texto, manuales y otros documentos para el pleno cumplimiento de la ley”. Más allá de la autoria dictatorial y de algunos errores de la ley, la política de reconocimiento era justa. Ella devolvía la palabra, la identidad y el protagonismo a quienes la opresión colonial y republicana se los había arrebatado. Pero volvieron los cavernícolas y acabaron con todo. Eran pocos, como hoy, pero eran. Lo peor de todo esto es el juego de políticos sin proyecto y sin dignidad que se dejan arrastrar de la nariz por los cavernícolas de siempre y los obligan a defender las posturas más retrógradas del país. Es una lástima y una vergüenza que García permita a los cavernícolas ponerle la agenda.

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EL ESTADO Y LA SUNAT

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Sinesio López Jiménez

¿Cuál es la diferencia entre un asaltante y la SUNAT?. Materialmente, ninguna. La SUNAT, como el asaltante, mete coercitivamente la mano al bolsillo de los ciudadanos que trabajan y se lleva casi un tercio de sus sueldos y salarios. La diferencia es formal. Una decisión normativa del Estado hace que el asalto se transforme en una extracción legal y legítima. La ley ha hecho que un asalto a mano (monopólicamente) armada sea un acto civilizatorio de la población bajo su dominio y que ésta cometa un delito (y se sienta culpable) cuando se resiste a ser asaltada. Sólo cuando la población acepta que el asalto es legítimo y que su resistencia a ser asaltada es un delito se transforma en una ciudadanía responsable, capaz de sostener a “su” Estado. Todas estas transformaciones no sólo se apoyan en la ley sino que existe una serie de mecanismos (la educación, la cultura cívica, la administración, las sanciones, los temores) que constituye una férrea estrategia de disciplinamiento de los ciudadanos. Esta es la historia de todos los estados del mundo.

En el Perú, sin embargo, la ley no ha logrado ocultar la barbarie de la fuerza y el abuso de poder del Estado. Si, por desgracia, un ciudadano tiene una deuda con la SUNAT entonces se le viene la noche. Primero, es declarado no habido (para las deudas porque para el asalto mensual es “siempre habido”), viene luego un juicio sumario sin derecho a la defensa, de inmediato la SUNAT interviene los ahorros del ciudadano y finalmente procede a la cobranza coactiva. Haciendo enormes sacrificios, el ciudadano amenazado y estrujado paga sus deudas, pero sus ahorros siguen intervenidos por meses hasta que una arrogante burocracia los libera, luego de enormes penurias y gestiones humillantes para que le devuelvan lo que le pertenece.

La historia de los estados está hecha de guerras, asaltos, invasiones, muertes, robos, extracciones a la fuerza de los recursos de las poblaciones. De ese modo van construyendo sus poderosos e incuestionables monopolios: el de la ley, de la decisión, de la justicia, de la violencia y de la administración. Cada monopolio tiene su propia historia nada edificante, por cierto. Desde la época de los estados nacionales (siglo XVIII en adelante) las autoridades establecieron relaciones directas con la población, abandonando las mediaciones de poder indirecto (los principados, los poderes locales, los grandes propietarios, etc.). Esta nueva situación abrió la posibilidad de conflictos y negociaciones, de demandas poblacionales y decisiones estatales, de derechos, garantías y responsabilidades, de imposiciones y obediencias. Surgió, de ese modo, la relación del estado con la ciudadanía que tiene también su propia historia. En el caso peruano (y latinoamericano) las élites gobernantes no han logrado construir una relación armoniosa entre el estado y los ciudadanos ni han logrado constituir una sociedad de ciudadanos. Tres grandes problemas caracterizan esa relación difícil: No existe igualdad ante la ley, la igualdad de oportunidades es un sueño lejano y no existen tampoco garantías para los derechos reconocidos.

Estas nuevas relaciones políticas constituyen, sin embargo, actos civilizatorios de los estados por parte de los ciudadanos, de los movimientos de protesta social que los acompañaron, de las nuevas fuerzas políticas y de diversas corrientes discursivas. La lógica del poder dejó de ser descendente para devenir ascendente. Son intentos de voltear la historia de la relación de los estados con sus poblaciones. Es una revolución copernicana. Las corrientes políticas más influyentes que han contribuido a amansar y a humanizar los estados han sido el liberalismo, el constitucionalismo, el pluralismo y la democracia. El liberalismo vació de poder al estado y lo atribuyó a los individuos que, de acuerdo a su concepción, eran libres, iguales y soberanos. El constitucionalismo fragmentó el poder siguiendo el criterio de las principales funciones estatales y estableció balances y contrabalances para proteger al individuo. El pluralismo (político y jurídico) cuestionó los monopolios de la decisión política y de la dación de la ley por parte del estado y atribuyó y distribuyó el poder y la capacidad normativa entre los diversos grupos de interés y las diferentes instituciones normativas (la sociedad, la economía, las iglesias, etc).

La peculiaridad política latinoamericana y peruana consiste en el déficit civilizatorio estatal. El Estado sigue siendo chúcaro, opresivo, irrespetuoso de la igualad de la ley, de la igualdad de oportunidades y parcializado con los intereses de los ricos. En el caso de los impuestos, por ejemplo, los ciudadanos de a pie, a través del IGV, contribuyen con más del 60% de los ingresos fiscales del Estado que, sin embargo, funciona principalmente para los ricos. Hasta Dionisio Romero ha reconocido la injusta carga impositiva que existe en el Perú.

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ETICA Y POLITICA

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Sinesio López Jiménez

La condena judicial, la reforma de la política y la reconstrucción de la historia de los 90 no son suficientes para salir del pantano fujimorista. Es necesaria también una reforma intelectual y moral. Urge dejar atrás las formas elementales de pensar (es un decir) del fujimorismo, los sentidos comunes que predominaron en esa época (y que aún perduran) y la carencia total del sentido ético de la política. Los males del país (la violencia política, la exclusión, el racismo, la desigualdad) no fueron, sin embargo, un invento de Fujimori. Ellos lo precedieron pues forman parte de nuestras peores tradiciones políticas y culturales (criollas, andinas y mestizas). Constituyen el lado oscuro de la historia y la cultura peruanas que nos invade a todos. Fujimori encarnó ese lado oscuro de nuestras vidas sin los buenos modales y sin las mediaciones institucionales de la política en una década de crisis, de terror, de desconcierto y de miedos. En ese sentido, el fujimorismo es la forma política de la indecencia, del cinismo, la viveza criolla, la pendejada, el robo, las actitudes taimadas, la conducta solapa, el achoramiento, etc. ¿Significa todo esto que Fujimori es la expresión concentrada del mal?. No. En modo alguno. Nadie es totalmente malo ni totalmente bueno. Pero en Fujimori estaban cargadas las tintas hacia lo primero. Los defectos concentrados del fujimorismo no embellecen, sin embargo, al pasado pre-fujimorista ni a los partidos pre-existentes. La diferencia entre unos y otros es, me parece, de grados. No se trata, por eso, de volver al pasado sino de mirar al futuro.

La tarea es complicada, pero necesaria. Hay que amistar la política con la ética. Es una relación difícil, sobre todo en el mundo moderno. A diferencia del mundo clásico y medieval, la política moderna es un campo autónomo, diferente de la ética. Son esferas distintas que no se superponen sino que se diferencian. Cada una de ellas tiene sus propios fines y su propia lógica. Pero la diferenciación no es separación. La ética tiene que estar presente en la relación entre los medios y los fines de la política. No importa el modo como se defina la política en el mundo moderno (búsqueda del bien común, lucha por el poder, relación intensa amigo-enemigo, monopolio de la coerción), ella es diferente del bien y del mal. Si desde una perspectiva schmittiana, por ejemplo, la política se caracteriza por la definición precisa del enemigo, eso no significa que éste sea intrínsecamente malo. La fusión y la confusión de la ética con la política conducen a la enemistad absoluta, a una guerra sin reglas y a rematar a los rendidos. Si para conseguir un fin político, es necesario apelar a la violencia (como hacen permanentemente los estados y los insurgentes) la ética exige, sino dejar de usarla, al menos economizarla, como sostienen Sheldon Wolin e Isaiah Berlin hablando de la política de Maquiavelo. La defensa del valor de la vida se interpone entre los fines políticos (orden, paz o revolución, dependiendo del caso) y los medios violentos. Estos planteamientos fueron totalmente ajenos a la política antiterrorista de Fujimori. Su paseo macabro sobre los cadáveres de terroristas rendidos y cruelmente rematados ha quedado grabado en la memoria de todos.

El mismo vacío ético campea en la reforma económica neoliberal del fujimorismo y sus aliados. El objetivo era instalar un orden neoliberal a cualquier precio. La equidad y la justicia brillaron por su ausencia. Se superpuso prácticamente la estabilización con las reformas estructurales sin tomar en cuenta los costos sociales. La coalición fujimorista impuso un capitalismo salvaje con todas ventajas para los ricos y todas las desventuras para los trabajadores. El resultado: un capitalismo boyante y voraz sin derechos ni garantías para el trabajo. Se privilegió desmedidamente la inversión y la acumulación y se dejó de lado la distribución. Se impuso la autorregulación del mercado sin la autoprotección de la sociedad. El mercado fue (y es) un molino satánico que trituraba (y tritura) la vida de los trabajadores. Las políticas económicas fueron (y son) un banquete para los ricos y las políticas sociales, un reparto de migajas para los pobres. En el diseño y la aplicación de las políticas públicas no hubo ningún sentido de justicia y de equidad, sino de perversión: gobernar para los ricos con el apoyo de los pobres.

¿Qué se puede decir del manejo fujimorista de los asuntos públicos y de los bienes públicos?. La ausencia total de transparencia y de probidad constituyó la regla básica. El gobierno fue utilizado como la plataforma para el asalto al fisco y para apropiación descarada e ilícita (el robo) de los bienes públicos. Las privatizaciones, las concesiones y las licitaciones constituyeron la ocasión privilegiada para el atraco con alevosía y ventaja. Como todas las cosas ilícitas, el robo y los peculados se cometieron en la oscuridad del secreto y del silencio. El modus operandi fue la captura y la desnaturalización de todas las instituciones de control estatal, social y ciudadano. Este es el arte sofisticado de robar y encubrir.

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¿ESTA PROBADO QUE…? SÍ, LO ESTA

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Sinesio López Jiménez

La solución judicial del caso Fujimori es incompleta si no va acompañada de una solución política y de una reconstrucción histórica. Pese a que tienen vasos comunicantes, esas diversas soluciones tienen sus propios escenarios, actores específicos y una lógica peculiar. Y cada una tiene también sus propios tiempos. Año y medio (si no más) ha durado el debate jurídico y la sentencia judicial. El proceso ha sido ejemplar y transparente, iluminado por los reflectores de todos los medios. Los fiscales y los jueces han mostrado una profunda formación jurídica, capacidad analítica, objetividad e imparcialidad en un tema difícil que despierta todas las pasiones. Los abogados de las partes en conflicto han tenido también un comportamiento responsable y respetable. La solidez de la sentencia se expresa en la pregunta precisa “¿está probado que…?” y en la respuesta lapidaria “sí, lo está”. El documento condenatorio consta de 247 preguntas con sus respectivas respuestas sobre la masacre de Barrios Altos, el asesinato de los estudiantes y un profesor de la Cantuta, los secuestros de Gorriti y Dyer Ampudia y otros delitos posteriores.

El argumento central de la sentencia se puede resumir del siguiente modo: Fujimori avaló, apoyó y autorizó el financiamiento estatal de una estructura organizada (el grupo Colina) por Montesinos y otros mandos militares destinada a eliminar (extrajudicialmente) a supuestos subversivos de Sendero Luminoso y del MRTA. De acuerdo al fallo judicial, ninguno de los 25 asesinados de Barrios Altos y La Cantuta era, sin embargo, senderista. Una vez producidos los asesinatos, Fujimori felicitó a los integrantes del grupo Colina y recomendó su ascenso por acciones distinguidas. Más aún: Conocidos los asesinatos por la opinión pública gracias a algunos medios y a la oposición política, el general Hermoza, (subordinado de Fujimori, quien, como presidente de la república, era el Comandante en jefe de las FF:AA.), sacó los tanques a la calle para amedrentar a la oposición, Fujimori mismo obstaculizó la aplicación de la justicia y la mayoría parlamentaria fujimorista trató de ocultar la responsabilidad del gobierno y de los mandos militares. Producida la condena de los responsables del asesinato de La Cantuta por un tribunal militar, Fujimori promulgó una ley de amnistía a los condenados por esos crímenes. Si todo eso está probado, la condena era inevitable. Los jueces no deciden sobre la base de indicios sino de pruebas. El fallo judicial contra Fujimori puede ser el punto de partida de un proceso de reestructuración del poder judicial y de recuperación de su dañada imagen.

La solución política es quizás la más difícil y de más larga duración. La política no se reduce a la coyuntura y no sólo es el corto plazo. Se hace política en las coyunturas, pero los actores políticos buscan permanecer en el tiempo. Hay coyunturas que no se cierran y que, cuando se cierran, se reabren por algún nuevo acontecimiento. La larga coyuntura de la violencia terrorista, por ejemplo, pareció cerrarse con la captura de Abimael Guzmán, pero la supervivencia del terrorismo en algunas zonas y los juicios a los terroristas y a los violadores de los derechos humanos la reabren. Hay varios temas en este campo que es necesario discutir. He aquí un breve listado: La emergencia de las fuerzas terroristas y la responsabilidad de la izquierda; la evaluación de las estrategias más eficaces para combatir el terrorismo; la responsabilidad de los partidos y gobiernos democráticos en la lucha contra el terrorismo; la tesis schmittiana según la cual sólo un estado de excepción (producido a través de un golpe) puede restaurar el orden, el monopolio de la violencia y la soberanía; la evaluación objetiva del fujimorismo y de su régimen autoritario en la lucha antiterrorista; el papel de los servicios de inteligencia y de algunas organizaciones policiales en la derrota del terrorismo, la participación activa de las rondas campesinas en la lucha contra el terrorismo y en el proceso de pacificación, el rol jugado por los medios en esa desdichada coyuntura.

¿Qué impacto tiene el fallo en la coyuntura política actual? Las encuestas muestran que la opinión pública sigue relativamente polarizada y que sus alineamientos se mantienen. La encuesta de CPI post-fallo confirma la de INFOPUC pre-fallo judicial en Lima. Según la encuesta de la CPI el 69 % de los limeños está de acuerdo con la condena a Fujimori (36.2% con los 25 años, el 4.3% hubiera preferido una condena mayor y el 28.5%, una menor). Sólo el 26.2% hubiera preferido la absolución. Este un dato macizo que no se puede manipular con sumas y lecturas tontas. Y eso que Lima, sobre todo los en los sectores D y E, es uno de los baluartes del fujimorismo. Mi hipótesis es que el fallo judicial va a producir estragos en el fujimorismo por el simple hecho de ser condenatoria y de revelar una serie de informaciones que no se conocían o habían sido olvidadas. Esa incidencia será mayor si las fuerzas políticas antifujimoristas y los medios alientan un debate político serio sobre los temas arriba señalados.

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FUJIMORI EN CAMPAÑA

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Sinesio López Jiménez

Un alegato apasionado, casi teatral, de inocencia de los delitos de los que se le acusa y el despliegue expositivo de los supuestos éxitos de su gobierno en el campo de la pacificación y de la reforma económica neoliberal. Y de paso una acusación frontal a los gobiernos de Belaúnde y de García por su incapacidad e ineficacia en ambos campos. Así comenzó y así está terminando la aplicación de la estrategia política de Fujimori en el juicio que se le sigue por los asesinatos de 25 personas en los casos de la Cantuta y de Barrios Altos. Esa era una estrategia cantada toda vez que Fujimori no es abogado y los delitos de los que se le acusa se cometieron durante su prolongado gobierno. Lo que hay que preguntarse es si esa estrategia ayuda o no a Fujimori en el juicio. Mi hipótesis es que su estrategia política no ayuda directa e inmediatamente a un desenlace favorable del juicio. Ella no evita, ni reduce, ni aumenta la condena. Sus alegatos políticos no van a incidir en los jueces que, me parece, tienen ya una opinión formada sobre su responsabilidad.

El impacto es, sin embargo, indirecto y busca hacerse sentir en el corto y mediano plazo. Su incidencia puede ser múltiple en diversos actores y en diversos escenarios: condiciones de encarcelamiento, presiones al gobierno por el indulto, movilizaciones políticas permanentes, potenciación de lo que él ha llamado la herencia del fujimorismo, aumento de la aprobación ciudadana, mejores resultados en las elecciones del 2010 y del 2011. ¿Cuál será el impacto mayor? ¿En qué sectores sociales impactará más? Es probable que el impacto mayor se sienta en el gobierno, en algunos grupos empresariales y en los sectores C y D. Dadas las relaciones políticas que García tiene y está dispuesto a mantener con el fujimorismo, no debiera sorprendernos que el gobierno tome algunas decisiones favorables a Fujimori luego de la inevitable condena. Es muy probable también que los alegatos de Fujimori despierten algunos antiguos reflejos políticos de ciertos grupos empresariales que en su momento apostaron por él. Pero el impacto mayor se sentirá, sin duda, en los sectores C y D que recibieron los beneficios de políticas sociales asistencialistas durante su gobierno. De rebote, la candidatura de su hija, la señora Keiko Fujimori, se verá beneficiada.

Lo más interesante de su alegato político ha sido, si embargo, la referencia a su legado político que, en la coyuntura actual, tiene varios sentidos. En primer lugar, la alusión a su legado político significa el abandono explícito, no de la política, sino de su carrera política. Fujimori no será candidato a nada en los años que le quedan de vida. En segundo lugar, el legado político significa (para Fujimori y para su comprensión de los fenómenos del poder) que la política y el acceso al gobierno son bienes que le pertenecen y que sólo él los puede administrar y delegar, no a cualquier persona ni a sus partidarios, si no a su familia, particularmente a Keiko y a Kenyi. En tercer lugar, que el sentido patrimonialista de la política no expresa sólo su particular punto de vista sino que es compartido por algunos sectores sociales (C y D) significativos del país. La política (el estado, el gobierno, sus cargos y sus recursos) es un bien (público) que puede ser apropiado (por el que participa en ella), administrado y delegado (legítimamente) como si fuera un asunto propio y privado. Todos estos sentidos explican la emergencia (en 2006) de la señora Keiko Fujimori en la política y la obtención de centenares de miles de votos sin saber leer ni escribir en ese campo. Supongo que la hija de Fujimori tiene suficiente sentido común como para darse cuenta que los miles de votos que recibió en el 2006 no eran maná que caía del cielo y que el significativo respaldo ciudadano que tiene hoy no es el producto de su esforzado trabajo y de sus imaginativas propuestas en favor de los pobres. Su único mérito discutible (que otros abiertamente rechazarían) es ser hija de Fujimori.

¿Tendrá éxito Fujimori en campaña desde los tribunales de justicia hoy y desde la cárcel después? Mi hipótesis es que su éxito será relativo. La abultada simpatía fujimorista no alcanza para que Keiko Fujimori gane las elecciones del 2011, pero sí para consolidar el apoyo que tiene en los sectores C y D, lo que no es poca cosa. Con ese apoyo puede insistir en ir sola al proceso electoral o puede incrementar su capacidad para organizar alianzas con otros sectores políticos. ¿Qué sectores políticos se inclinarán por formar un frente con el fujimorismo?. ¿El mayor respaldo ciudadano a Keiko Fujimori incrementará las simpatías de García por ella? ¿Apoyará el APRA su candidatura?. Lo dudo, pese a que para García, Keiko Fujimori, cuyas credenciales democráticas son tan discutibles como las de su padre, es la mejor candidata. Ella, tanto como su padre y el mismo García, es la mejor defensora del modelo económico neoliberal, componente central de la herencia fujimorista. Además, ella disputa palmo a palmo a Ollanta Humala –el candidato antisistema de García- la simpatía de los sectores C y D. Es la candidata de los ricos que los pobres apoyan.

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SALVO EL MODELO, TODO ES ILUSION

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Sinesio López Jiménez

Muchas veces he pensado que entender a García no es tanto una tarea para los analistas políticos como para los psicoanalistas. ¿Cómo explicar políticamente sus bruscos y contradictorios estados de ánimo, sus discursos confrontacionales y sus demandas simultáneas de consenso, su continuo impulso a la firma de TLC y su pedido de consumo de los productos nacionales, sus marchas y contramarchas?. No todo es, sin embargo, materia psicoanalítica. Hay también materia política digna de ser analizada. Mi hipótesis es que el carácter imprevisto de la crisis mundial del capitalismo ha hecho perder el rumbo a algunos políticos (entre ellos García) que habían hecho una apuesta fuerte (de converso) por el modelo económico neoliberal y por el crecimiento económico sostenido. En un primer momento no sabían siquiera de qué se trataba. García tuvo la audacia de hablar de una crisis de crecimiento del capitalismo. Más aún: Quería que todos los líderes del mundo (reunidos en las cumbres) compartieran su desubicado diagnóstico. Luego sostuvo que la crisis mundial no nos alcanzaría porque el Perú es un país blindado. Su objetivo era convencer a los empresarios para que siguieran invirtiendo y a los peruanos para que estuvieran tranquilos. En un tercer momento propuso un plan anticrisis para amortiguar la crisis. El Estado hacía lo suyo e invitaba nuevamente a los empresarios a invertir y a arriesgar. Mientras tanto insiste en seguir firmando TLC cuando muchos países desarrollan políticas proteccionistas. Vino luego el despliegue de políticas neopopulistas (legalización de las invasiones urbanas, condonaciones de deudas del Banco de Materiales, ofrecimiento de otras condonaciones) para mantener contentos a los de debajo de la escala social mientras defiende el modelo neoliberal para los de arriba. Todos estos momentos y pasos dados por García en medio de la crisis que cada vez se siente más han estado acompañados por un optimismo desbordante que, como estrategia política, no ha producido los resultados esperados.

Hemos llegado al quinto momento en el que García ofrece a los empresarios y banqueros defender el modelo económico aún a costa de la democracia: “En el Perú, ha dicho García, el presidente tiene un poder: no puede hacer presidente al que él quisiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiere. Yo lo he demostrado. De manera que puedo garantizarles a todos los que quieran traer un centavo a este país, que ese centavo está garantizado por la estabilidad política que va a tener el Perú en los próximos 10 años. Esta es mi contribución al largo plazo de la postcrisis que va a haber”. ¿Es esta una propuesta desesperada de García que busca romper la desconfianza y el inmovilismo de los empresarios y los banqueros ante la crisis o es una estrategia largamente pensada y madurada de la derecha peruana para mantener el modelo neoliberal? Mi hipótesis apuesta a que es más lo segundo que lo primero. Ello no obstante, la propuesta indecente de García puede ayudar a que los banqueros aflojen el puño y abran la cartera.

“Yo lo he demostrado”. Es una confesión sincera que debe haber sabido a chicharrón de sebo a Vargas Llosa y a todos los que apostaron por él en 1990. Cuando era populista radical aplicó la estrategia sin miramientos al candidato neoliberal. Hoy, que es un neoliberal converso, apunta contra el candidato que él llama antisistema: Ollanta Humala. ¿En qué consiste la estrategia antidemocrática de bloqueo y destrucción de las candidaturas que disgustan al gobernante de turno?. Si nos atenemos a lo que pasó en 1990, esa estrategia tuvo varias aristas, todas ellas antidemocráticas: uso y abuso de psicosociales imaginados y desplegados por la misma cúpula del poder, utilización desvergonzada de todos los recursos del poder del Estado, amenazas veladas y abiertas a las candidatos vetados por poder, etc., etc.

Una de las cosas que más llama la atención es el sentido que García le da al término anti-sistema. Para él, anti-sistema no es el que se opone a la democracia, como sucede en la tradición del análisis político, sino el que se opone al modelo económico neoliberal. En esto, como en otras dimensiones de la política, García ha terminado haciendo suyo el mismo punto de vista de la derecha económica y de la ultraderecha política. Por esas vueltas que da la vida, el político anti-sistema es García quien no acepta las reglas de juego democráticas y no se somete a los preceptos del constitucionalismo. En presencia de los banqueros ofrece sacrificar en el altar del modelo neoliberal al régimen democrático. Salvo el modelo económico, todo es ilusión. Si para salvarlo y hacerlo duradero es necesario sacrificar la democracia no hay que dudarlo. Estas parecen ser las nuevas consignas políticas de García. En estos tiempos en que abundan los líderes en el campo de la derecha, García se ofrece voluntariamente como su jefe.
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TODA LA MEMORIA

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Sinesio López Jiménez

Lo que estaba en el orden del día de la política peruana de esos días (agosto de 1983) era la forma de combatir con eficacia el terrorismo de Sendero Luminoso. Se abrían dos caminos: el de la política y el de la guerra sin cuartel. El gobierno y la mayoría parlamentaria habían abdicado de la política y habían optado por la guerra; las oposiciones de entonces (el Apra y la IU) insistían en el camino de la política. La propuesta de reemplazar las armas por el impulso al desarrollo de Ayacucho del general Huamán había sido derrotada. Se impuso entonces la barbarie de la tierra arrasada del general Noel. En esos días se discutía también con cierto apasionamiento la propuesta del diálogo con Sendero Luminoso formulada por el Fiscal de la Nación, el doctor Cavero Egúsquiza. Para echar más leña al fuego, el Dr. Cavero afirmó, además, que los senderistas eran también patriotas a su modo. La mayoría parlamentaria buscaba destituirlo, la oposición (con algunas discrepancias internas en el Apra) lo defendía y el Premier Schwalb expresaba su discrepancia, pero pedía respetar la opinión del Fiscal. Esa era la coyuntura política en la que escribí (en El Diario de Marka) la columna política que sigue. La señorita Martha Meier M. Q. ha citado en El Comercio del 14 de marzo del 2009 una parte de la columna, sacándola de contexto. Su intención es presentarme como filo-senderista que ahora pasa piola sin haber hecho la mínima autocrítica. Lo que hoy escribo y sostengo no es evaluado por la calidad del argumento sino por lo que supuestamente dije en el pasado. La típica falacia del argumento ad-hominen. Como en el pasado no existe lo que afirma, su falacia se cae. Patina la señorita Meier M.Q. porque sólo tiene “un poco de memoria” como lo reconoce en el mismo título de su artículo. Por eso reproduzco aquí toda la memoria para que el lector juzgue. Mi posición contra Sendero ha sido neta y clara desde sus inicios. Eso consta en artículos, polémicas políticas y debates en todos los escenarios en donde me ha tocado actuar: el periodismo, la política y la academia.

“Una vergüenza

Lo que sucedió el lunes por la noche en Diputados es una vergüenza nacional y pasará a los anales de la historia parlamentaria como la fecha trágica en la que la Cámara Joven renunció a su dignidad cívica para vestir la casaquilla militarista. Al negar el diálogo con Sendero Luminoso propuesto por el Fiscal de la Nación y avalar la acción represiva del general Noel, sancionando a Hugo Blanco con cuatro meses de suspensión, la mayoría parlamentaria no sólo ha actuado en forma torpe sino también suicida, porque ha bendecido la misma espada que mañana la abatirá. No deja de ser paradójico que sea Blanco, el menos parlamentarista de los representantes de la izquierda, el que defienda con su actitud intransigentemente antimilitarista al Parlamento y uno de sus principales métodos democráticos, el diálogo, y que sean los parlamentarios gobiernistas, autoproclamados defensores de la democracia, los que respalden los métodos genocidas del general Noel. Tal paradoja se explica, sin embargo, por la abdicación que ha hecho la derecha peruana hasta de sus propias instituciones representativas para devenir autoritaria y antidemocrática.

Lo peor de todo esto es que la vergüenza del lunes es la respuesta parlamentaria a la honrosa actitud del Fiscal de la Nación que, el domingo, había expresado la necesidad de defender la libertad de expresión a toda costa, reiterado su invitación al diálogo a Sendero Luminoso y sostenido que los senderistas son patriotas a su manera. El doctor Cavero expuso estos puntos de vista en el Canal 5, que lo entrevistó con la sibilina esperanza de arrancarle una condena contra la prensa de oposición y la promesa de la apertura de juicio contra los seudoperiodistas acusados por el general Briceño y el ministro del Interior. Al canal oficialista le salió, sin embargo, el tiro por la culata, porque el Fiscal de la Nación dijo lo que dijo para escándalo de la derecha pacata y traidora. Se dejaron escuchar entonces los gritos de las cavernas en los editoriales de los periódicos, en la radio, en la TV y hubo un diario que dejó impresa en primera plana su huella antidiluviana y gorilona. La mayoría parlamentaria juzgó que no podía quedarse atrás en este concierto de bárbaros y no se le ocurrió otra cosa que presentar una moción de “extrañeza” contra el Fiscal de la Nación, cuando la extraña era ella.

Lo que más ha irritado, sin embargo, la delicada sensibilidad de la derecha, es que el doctor Cavero haya sostenido que los senderistas son también patriotas. Ni más ni menos. Grite lo que grite la derecha, el Fiscal Supremo ha dicho una verdad del tamaño de un templo. Porque ¿quién es más patriota: Abimael Guzmán, que está dispuesto a morir y a matar por lo que cree -equivocadamente o no- bueno y justo para su país o Carlos Rodríguez Pastor, que ha puesto, sin arriesgar su pellejo, la economía del Perú en manos de las transnacionales y de la banca extranjera? La respuesta corresponde al lector”.

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NEOLIBERALISMO Y NEOPOPULISMO

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Sinesio López Jiménez

Gobernar para los ricos con el apoyo de los pobres es el sueño de todos los presidentes de derecha. Gracias a esa política los ricos se hacen más ricos y los pobres siguen siendo pobres. Los ricos engordan y los pobres aplauden porque reciben las migajas del festín. Esa es una política perversa que mantiene y oculta la injusticia. Ella no es una política en que todos ganan sino una política que fortalece a los ganadores de siempre y mantiene a raya a los perdedores de siempre. Ese sueño se convirtió en una pesadilla para muchos presidentes derechistas. No encontraron la fórmula o no tuvieron los recursos para tener contentos a los de abajo. Comenzaron más o menos bien, despertaron muchas expectativas, pero terminaron repudiados por la mayoría de los ciudadanos. Pocos han obtenido un cierto éxito (en el Perú) en la aplicación de ese tipo de políticas. Esos son los casos de Odría y Fujimori en el siglo XX por razones distintas. La guerra de Corea produjo una cierta bonanza exportadora y, gracias a ella, la dictadura odriísta pudo contar con ingresos fiscales que le permitieron desplegar un agresivo populismo de derecha: reparto de alimentos, autorización de invasiones a terrenos estatales, cultivo esmerado de clientelas, etc. etc. Fujimori pudo desplegar una agresiva política social (asistencialista en lo fundamental) gracias al apoyo del Banco Mundial y del BID que, en conjunto, le otorgaron 600 millones de dólares cada año desde 1993 hasta el 2000. A esa cantidad hay que sumar 200 millones de dólares provenientes del fisco. Fujimori pudo gastar 800 millones de dólares cada año en vaso de leche, comedores populares, Pronamach, construcción de escuelas y postas de salud, en donaciones a discreción, organización de clientelas políticas, etc.

El caso de Fujimori reviste algunas características especiales que vale la pena analizar. Fujimori no inventó la fórmula política que le permitiera tener contentos a los ricos y a los pobres ni obtuvo los recursos de alguna bonanza exportadora. Estos provinieron, como lo hemos señalado, de los organismos financieros internacionales y del fisco y la fórmula provino del modelo neoliberal. El neoliberalismo separa la política económica de las políticas sociales y prepara, de ese modo, el terreno para la vigencia del neopopulismo. Las primeras están definidas y orientadas al servicio de los ricos (apoyo total y sin límites a la inversión privada, economía autoregulada de mercado sin autoprotección de la sociedad, despreocupación por el tema de los empleos y los ingresos de la gente, desprotección del trabajador, multiplicación de los services) y las segundas para los pobres, olvidando que la mejor política social es una buena política económica. Sin empleos de calidad y sin salarios dignos no se sale de la pobreza. Sin un nivel educativo que alcance los 12 años como mínimo (educación primaria y secundaria completa) y sin una educación de calidad tampoco. La mayoría de los pobres en el Perú y en América Latina no llegan a romper las cadenas de la pobreza porque no llegan a tener la secundaria completa. En esas condiciones, la pobreza se autoreproduce. Sin vastos y agresivos programas de salud de calidad los pobres y los pobres extremos no pueden dejar de serlo. La miseria, el hambre, la enfermedad, el abandono, la pérdida de confianza en sí misma y la desesperanza los ahogan. Las dádivas del populismo de derecha y las políticas sociales asistencialistas pueden aliviar temporalmente sus angustias vitales pero no resuelven su situación de pobreza y extrema pobreza.

¿Por qué García no desplegó políticas distributivas adecuadas y justas ni aplicó políticas populistas en los tiempos de vacas gordas y de ganancias extraordinarias (gracias a la bonanza internacional) y de crecimiento de los ingresos fiscales (en 1 o 2 puntos)?. Mi hipótesis es que García no desplegó un agresivo populismo en la primera mitad de su gobierno porque no quiso perturbar el crecimiento sostenido en el tiempo, porque creyó ingenuamente (como su actual ministro de Economía y Finanzas) que el Perú iba a tener 15 años ininterrumpidos de crecimiento y porque quería pasar a la historia como el presidente que llevó a la economía a los picos más altos de su crecimiento. Borraba de esa manera la desastrosa imagen de su primer gobierno. Entonces fue más neoliberal que neopopulista. ¿Por qué despliega ahora las banderas del populismo cuando la economía entra en crisis y las arcas fiscales se secan?. ¿Llegó la etapa de la distribución?. ¿Qué puede distribuir García en tiempos de vacas flacas?. Mi hipótesis es que la pérdida de poder y de prestigio de los organismos financieros internacionales (FMI, BM, BID) y la crisis misma del neoliberalismo han dejado a García las manos libres para abrir las puertas a un populismo desbocado y sin controles. Esta es una salida política desesperada para amortiguar el creciente descontento de los pobres y muy pobres, neutralizar a Ollanta Humala como representante de los excluidos y abonar el terreno electoral de la derecha. Hoy (en un período de crisis) García es más neopopulista que neoliberal

García es, en realidad, un odriísta tardío, como agudamente ha señalado uno de los mejores analistas de la actual coyuntura política: Carlín.
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