Sinesio López Jiménez
Las derechas (la liberal y la autoritaria) se escandalizan y se rasgan las vestiduras porque Verónica Mendoza, la candidata de Juntos por el Perú (JP), ha sostenido que ya es hora de renovar el directorio del BCR, incluido su presidente que lleva ya varios años a la cabeza de esa institución. Sostienen que el BCR es autónomo y asustan a la población con el infierno de la hiperinflación al estilo de García en 1989-1990 si se produjera un cambio en el BCR.
Pero, ¿es autónomo el actual BCR?. ¿Es autónoma una institución cuyo presidente se mantiene en el cargo durante varios años gracias a las presiones de la CONFIEP y de la prensa concentrada?. ¿Es autónomo el actual BCR cuyo directorio está integrado por representantes de grupos de poder económico como el señor Chlimper? ¿De qué autonomía se habla si otro miembro del directorio integra una consultora al servicio de los grandes empresarios?.
Pocas veces en su historia el BCR ha sido autónomo. Desde el año (1930) en el que la misión Kremerer transformó el Banco de Reserva en Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) los grupos de poder económico lo capturaron. Su primer presidente, Manuel Augusto Olaechea, y su primer vicepresidente, Pedro Beltrán, eran grandes terratenientes. Pedro Beltrán (el señor de los mil agros lo llamaba Sofocleto) y Manuel Prado, vinculado a los grupos financieros, fueron presidentes del BCR durante varios años. Su directorio estaba integrado por los representantes de la Sociedad Nacional Agraria (SNA), de la Sociedad Nacional de Industrias (SIN), del Club de la Banca y otros grupos de poder económico.
Cuando Belaúnde triunfa en las elecciones de 1963 sobre los candidatos de la oligarquía (Odría y Haya de la Torre) se inician algunos tímidos cambios en el agonizante estado oligárquico que era un estado patrimonial en manos de los terratenientes modernos y tradicionales. Belaúnde renueva parcialmente el directorio del BCR sacando a los representantes de la SNA, de la SIN, del Club de la banca. Los 100 primeros días del gobierno de Belaúnde fueron de movilización y de cambios, pero luego se transformó en un gobierno de transacción con la oligarquía que mantenía intacto su poder económico.
El BCR fue plenamente autónomo en el estado velazquista cuya autonomía ha sido subrayada por Alfred Stepan y Theda Skócpol, destacados politólogos norteamericanos. En el estado neoliberal la autonomía del BCR ha sufrido algunos vaivenes. Algunos directorios defendieron su autonomía y otros fueron más bien sumisos a las exigencias de los poderes fácticos interesados en mantener la captura del MEF y del BCR, especialmente cuando perdían los candidatos a la presidencia que respaldaban. El caso de Ollanta ha sido el más escandaloso pues, luego de haber derrotado a KF, lograron someterlo y ponerlo a su servicio, colocando al ministro de Economía y manteniendo a Julio Velarde, presidente del BCR.
El estado y sus aparatos son autónomos cuando sus políticas públicas no están sometidas a las presiones de los grandes grupos de interés. Eso solo es posible cuando el estado no es débil ni enclenque como el nuestro sino fuerte y eficiente. El estado neoliberal es un estado capturado por la CONFIEP y otros grupos de interés.