Manos que sanan en la oscuridad.

A puro pulso. Empresario estudió quiropraxia y planea inagurar más locales de masajes en el país. Germán Meza es invidente desde hace 10 años. Su deseo de salir adelante y ser independiente lo forjó a crear su propio centro de masajes: Ojitos en Braille. Aquí, su historia de lucha y perseverancia.

Desde que perdió la vista, luego de una fatídica explosión en una excavación minera en su natal Huánuco, hace ya más de diez años, la vida de Germán Meza Montesinos dio un giro radical que echó por la borda sueños y aspiraciones propios de una persona que busca un futuro cada vez mejor.

Pero ¿qué motiva a que una persona, en instantes tan adversos, levante la frente, acepte la realidad y replantee sus objetivos en la vida?

El empresario de hoy nos cuenta que, al inicio, fue duro batallar contra la indiferencia y la insensibilidad de las personas. “A pesar de estar bajo tratamiento durante seis meses para recobrar la visión, finalmente el milagro no ocurrió. Me había quedado ciego y me veían como a una persona inútil”, confiesa Germán, quien no oculta su tristeza de recordar aquellos tiempos difíciles.

Perdidas las esperanzas de algún día volver a ver, al año siguiente entró a un centro de rehabilitación para aliviar el daño psicológico sufrido y donde, según afirma, le dieron alegría, fuerza y un claro mensaje: debía ser independiente y aspirar a algo en la vida.

El inicio del sueño
Es así que en el 2002 Germán se puso a estudiar cursos de masajes y terapias de relajación. Se juntó con un grupo de 10 personas que habían estado en rehabilitación con él, y con el apoyo de algunas municipalidades como las de San Borja, Miraflores y La Molina brindaron sus servicios en diferentes distritos a través de las conocidas ferias para personas con discapacidad.

“Cobrábamos cinco soles por sesiones de 10 a 15 minutos, en carpas de hasta ocho camillas. La gente se iba contenta y poco a poco nos hacíamos conocidos, porque los clientes siempre te recuerdan cuando realizas un buen trabajo”, revela el emprendedor, quien durante un año curó a decenas de personas con la habilidad de sus manos.

Sin embargo, al cabo de este tiempo la asociación se disolvió y sus integrantes buscaron proyectos individuales. Por esa época la idea del negocio propio ya seducía a Germán.

Nace ‘Ojitos en Braille’
Tuvieron que pasar seis largos años para que el empresario, con un capital acumulado de 15 mil soles, lograra inaugurar, en junio del año pasado, su propio local de masajes en la primera cuadra de la calle Pablo Bermúdez, en el Cercado: Ojitos en Braille.

“Desde que la asociación se disolvió, me dediqué a estudiar quiropraxia en la universidad, al mismo tiempo que ganaba dinero participando en otras ferias. Muchas personas creen que poseemos un don especial y por eso recurren a nosotros para sanar sus enfermedades”, explica Germán. Y que lo digan Gloria Polanco, Raúl Ponce, Pablo Canaza, Rafael Rivera y Modesto Manallay, amigos también invidentes con quienes atiende diariamente a su creciente clientela en su local.

“¿Mi sueño? Dar oportunidad a más invidentes para que puedan trabajar como yo. Este año planeo colocar dos nuevos locales en Miraflores y, por qué no, más adelante en el exterior”, afirma el buen Germán.
¿Quién podría dudar de que las ganas de salir adelante no generan historias de éxito?

Cifras
S/. 30 cuesta una hora de masajes de relajación en ‘Ojitos en Braille .
S/. 35 es el costo de una sesión de masajes reductores en el local de Germán.

Fuente: larepublica.pe/soyempresa

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