Tengo en mis manos el último manual escolar de Historia del Ecuador, Época Republicana (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar-Corporación Editora Nacional, 2008), que ha empezado a utilizarse en los colegios de nuestro vecino este año. Transcribo a continuación aquellos pasajes en los que se hace referencia a la historia de los límites entre nuestros países y a los conflictos que éstos generaron.
LA GUERRA DEL 41 Y EL PROTOCOLO DE RÍO DE JANEIRO
“En julio de 1941, luego de varios incidentes de frontera, el ejército peruano invadió Ecuador y ocupó varias regiones limítrofes, especialmente la provincia de El Oro. En 1936 los dos países habían aceptado una frontera de hecho, pero Perú aprovechó la coyuntura de la guerra mundial que captaba la atención continental para su acto de fuerza. Los soldados ecuatorianos luchaban en proporción de uno a ocho. Sus actos heroicos no cambiaron el ineludible resultado. Arroyo (el presidente ecuatoriano de entonces) logró un cese de la oposición interna, pero consciente de su impopularidad evitó entregar armas al pueblo, cuya reacción temía. Parte de los recursos bélicos permanecieron dedicados a la represión. El grueso de los carabineros, policía militarizada bien adiestrada y equipada, continuó “defendiendo el orden interno” mientras escasos soldados, mal armados y casi sin jefes, resistían en el frente.
La situación de guerra y la ocupación de El Oro se mantuvieron hasta enero de 1942, cuando se reunió en Río de Janeiro la Conferencia Interamericana, con el objeto de hacer frente común alrededor de los Estados Unidos, que había entrado ala guerra mundial por el ataque japonés a Pearl Harbor. La guerra peruano-ecuatoriana fue allí un tema de tercer orden, pero el delegado ecuatoriano Julio Tobar Donoso tuvo que suscribir un Protocolo de Paz, Amistad y Límites con el vecino del sur, que luego fue ratificado por el Congreso de mayoría rosita. En nombre de la unidad continental el país tuvo que renunciar a territorios amazónicos que había reclamado por más de un siglo, aunque buena parte estaban ya bajo control peruano desde años antes. El resultado era inevitable, pero Tobar actuó con indignidad y humilló al país. De este modo, los viejos adversarios liberales y conservadores sellaron juntos la renuncia al reclamo territorial que habían usado como arma en su centenario enfrentamiento (1). Se debe destacar, además, que detrás del conflicto de países se dio también en esa guerra una disputa entre grandes compañías petroleras por el control de los recursos amazónicos. El descalabro dejó al país con un trauma colectivo y un sentimiento de derrota nacional” (página 85).
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(1) Así lo ha entendido desde entonces la opinión pública ecuatoriana. En la mesa de sesiones no quedó otra salida que suscribir el Protocolo, pero el mismo Tobar lo hizo sin ni siquiera haber pedido la palabra en el pleno de la conferencia para que la opinión ecuatoriana fuera oída. Firmó avergonzando al país, con mal entendida resignación. En el hecho, además de los responsables individuales, se evidenciaba la responsabilidad colectiva de conservadores y liberales que gobernaron el país sin una política internacional coherente y utilizando el conflicto con el Perú como instrumento de su lucha por el poder.
Mañana transcribiremos lo que señala el manual escolar sobre el conflicto del Cenepa y la paz de Itamarati.
Julio Tobar Donoso, juriscunsulto y diplomático ecuatoriano, tan denostado por la historiografía de su país al haber firmado el Protocolo de Río de Janeiro