Este período empieza con lo que Jorge Basadre llamó el “Segundo Militarismo” pues los militares vuelven a ocupar la presidencia, ahora en una coyuntura adversa: la derrota en la guerra. Aunque suene contradictorio, se da una situación inversa a la del período posterior a la Independencia. Estos caudillos son los vencidos, pero son los únicos que tienen la fuerza suficiente para ejercer el poder ante la situación tan vulnerable en que quedó la clase política luego de la derrota ante Chile.
El país se encontraba dividido. Los “hombres de Montán”, secundaban a Iglesias, y “los de kepí rojo” al héroe de la Breña, el general Cáceres. Ambos bandos eran irreconciliables. El problema había surgido por la condiciones estipuladas en el Tratado de Ancón.
Este militarismo estuvo marcado por los gobiernos de Iglesias, Cáceres y Morales Bermúdez. Culmina en 1895 cuando los civiles, ya reorganizados y cansados del militarismo, expulsan del poder a Cáceres que lo ocupaba por segunda vez. Tras esta sangrienta guerra civil, Nicolás de Piérola asume la presidencia.
En este difícil período el Perú tenía que recuperarse de la derrota ante Chile. Si antes de 1879 el país estaba ya quebrado imaginemos ahora la situación. Había que empezar de la nada. Los años dorados y engañosos del guano habían pasado, era necesario reorientar el modelo económico y llevar un manejo de la economía con criterios técnicos y no derrochadores.
Pero este modelo no podía iniciarse sin arreglar el espinoso problema de la deuda externa. Cáceres tuvo que afrontarlo y lo “solucionó” al firmar el polémico Contrato Grace en 1889. Recién desde ese momento se pudo dar el marco adecuado para fomentar la inversión, tanto nativa como extranjera.
Afortunadamente, a partir de la década de 1890 la coyuntura internacional estuvo de nuestro lado. Los precios de algunos de nuestros principales recursos naturales subieron: azúcar, algodón, cobre y caucho. Con su exportación se inició la recuperación nacional, especialmente del sector privado y de la clase política. De esta manera el militarismo llegaba a su fin y Piérola inauguraba una época de gran expectativa nacional: el gobierno de las instituciones y no el de los caudillos.
La intensa actividad privada empezó a transformar el país. La agricultura de la costa se modernizó, en Lima surgieron las primeras fábricas y se recuperó el sistema bancario. Aparecen los primeros obreros y se forma una pequeña clase media. No había duda de que el Perú entraba con paso seguro al siglo XX.
La fragata “Lima”, primera nave de la escuadra peruana luego de la Guerra del Pacífico
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