La Independencia del Perú: introducción

La independencia del Perú fue un proceso político que formó parte del movimiento separatista latinoamericano frente al Imperio español, y que podríamos ubicar entre 1808 y 1826. Políticamente se precipitó cuando las tropas napoleónicas invadieron la Península ibérica. Esto puso en evidencia la crisis de la monarquía española y cortó, de hecho, las comunicaciones entre España y sus colonias. Ideológicamente, sin embargo, la independencia fue un largo proceso de alejamiento y crítica por parte de los criollos más ilustrados frente a la Metrópoli. Esto dio lugar a un nacionalismo incipiente que se plasmaría en peticiones de autonomía política y ciertas libertades económicas que la monarquía española se negaría sistemáticamente a conceder a los americanos.

Desde el punto de vista militar, la liberación de Sudamérica se llevó a cabo en dos frentes de manera casi simultánea. La campaña del sur, dirigida por José de San Martín, empezó en Buenos Aires y avanzó por los Andes logrando la independencia de Chile; la campaña del norte, liderada por Simón Bolívar lograría, no sin grandes dificultades, la independencia de lo que hoy son los territorios de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador. Ambos movimientos convergieron en el Perú, el reducto más importante del ejército realista donde, en 1824, se libró la célebre batalla de Ayacucho. Al otro lado del continente, los patriotas mexicanos seguirían su propio camino de liberación. Los cierto es que en 1826 España había perdido un enorme imperio del que sólo conservaba las islas de Cuba y Puerto Rico: unos 15 millones de habitantes habían dejado de ser súbditos del rey de España, Fernando VII.

Dentro de este marco, la independencia del Perú fue, junto a la de México, la más complicada, dramática y larga de todas. Se trató de una guerra civil (en ambos bandos había peruanos), incluso de una guerra de ocupación (Bolívar), que duró entre 1820 y 1826 aproximadamente, y causó numerosas muertes y pérdidas materiales.


Don José de San Martín

Como sabemos, el territorio del antiguo Virreinato peruano abarcaba un enorme territorio que llegaba hasta lo que hoy es Bolivia (el Alto Perú), es decir, un espacio demasiado diverso con realidades étnicas, regionales y económicas muy complejas y a veces contradictorias. Un territorio además, donde una minoría blanca (criollos y peninsulares) convivía con la masa indígena más nutrida del continente; esto sin mencionar la presencia de esclavos negros y de un grupo cada vez más nutrido de mestizos y castas. El temor de una sublevación de las masas era algo que atormentaba a la elite . Por ello, aquí la pugna de intereses y las múltiples expectativas de la población según sus ingresos económicos, ubicación en la sociedad y color de la piel hizo que no todos sintieran en el mismo momento la necesidad o la conveniencia de separarse de España, ni tampoco la forma de cómo llevar a cabo aquella delicada empresa. Fue en este ambiente de confusión y ambigüedad que actuaron los ejércitos de San Martín y Bolívar cuando llegaron a nuestro país.

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