El asenso social, como consecuencia del crecimiento económico, impulsado por el estado y el sector privado, se reflejó en varios aspectos, como las múltiples actividades públicas de los sectores altos y de la promocionada clase media. Fiestas, vida de club, obras de beneficencia, paseos al aire libre, temporadas en los balnearios durante los veranos o la vida en el hipódromo, tan impulsada por el propio Leguía, fueron el sello de la Patria Nueva. Respecto a los bailes de la época, el fox-trot y el charleston, de importación norteamericana, atrajeron el entusiasmo de los jóvenes. Ellos terminaron ganándole la competencia al tango argentino -que lograra difusión mundial en los días de la primera guerra- y al vals europeo, sobreviviente del siglo XIX. Según Basadre, una mayor franqueza, lindante a veces con la rudeza, se hizo notoria en la conversación.
Como sabemos, a nivel social, la antigua oligarquía (la clase alta), vinculada al Partido Civil, recibió un duro golpe político durante el “Oncenio” al ser desplazada del gobierno. Sin embargo, Leguía no afectó mayormente su influencia social y económica. El asunto fue que, durante los años 20, nuevas familias, que se enriquecieron bajo los negocios del leguiísmo, tocaron la puerta para ingresar a los círculos de la clase alta. Algunos de estos nuevos ricos fueron aceptados (en el Club Nacional, por ejemplo), otros no (se fueron al Club de la Unión).
De otro lado, si entre 1890 y 1920 nació la clase media, a partir del “Oncenio” se fue consolidando como grupo social. Puede decirse que Leguía la favoreció, pues, durante su gestión, muchos de sus integrantes accedieron a la burocracia estatal y alcanzaron su estabilidad económica. Pertenecían a la clase media los profesionales liberales (médicos, ingenieros y abogados), escritores, periodistas, artistas, profesores de todos los niveles, empleados del estado, pequeños comerciantes, sacerdotes y oficiales de las Fuerzas Armadas. Si bien el ejercicio de estas actividades difícilmente pudo llevar a la construcción de una fortuna, por lo menos les permitió gozar de cierta respetabilidad dentro de la sociedad. La clase media se consolida en las ciudades de la costa, especialmente en Lima, que fueron las que ofrecieron mayores perspectivas de desarrollo.
La clase media llegó a convertirse, además, en la clase pensante por su acceso cada vez mayor de los jóvenes de este grupo a la educación universitaria; fue un grupo más bien crítico. Recordemos que los principales políticos de este período (Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui) así como los artistas e intelectuales más representativos (César Vallejo, Jorge Basadre, Luis Alberto Sánchez, José Gálvez, Raúl Porras Barrenechea, Martín Adán, José Sabogal, Jorge Guillermo Leguía) surgieron de familias de clase media. El acceso a la educación, por último, le permitió a estas familias una mejor organización de sus sistemas de vida, es decir, racionalizar sus gastos y desarrollar una apreciable capacidad de ahorro, formalizar mejor sus familias, utilizar todos los recursos que posee para aumentar sus ingresos y satisfacer mejor sus aspiraciones de acercamiento a los niveles sociales y económicos más altos. En Lima, por ejemplo, invirtieron en inmuebles y formaron barrios o distritos “mesocráticos” como Miraflores, San Isidro, Santa Beatriz, Jesús María, Lince o Magdalena del Mar.
La imagen corresponde a la celebración de los carnavales en Lima durante el Oncenio.