Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de la Legua
El 4 de mayo de 1592, el Cabildo limeño envió una solicitud al rey Felipe II en la que decía que sería muy conveniente para “bien de esta república y de los naturales de ella” la venida de la orden de Nuestra Señora del Carmen; a la sazón, estaba ya en Lima el padre maestro fray Juan de Valenzuela, vicario general de los carmelitas. Proseguía la solicitud, “pues han venido a este reino sin la costa que las demás religiones han hecho de la Real Hacienda de V.M. y ser una de las religiones mendicantes y la más antigua de ellas que no ha desmerecido que con ella se haga lo que con las demás”. Firmaron el documento Bartolomé de Guevara Manrique, Damián de Meneses, Francisco Severino de Torres, Diego de Agüero, Francisco de Valenzuela Loayza y Francisco de Ampuero, todos vecinos de la Ciudad de los Reyes. La petición fue estudiada por el Rey en septiembre de 1593 y respondió, muy escuetamente, así: “Guárdese para cuando los contenido en ella (es decir, los propios frailes carmelitas) pidan algo”.
En cuanto a la presencia real de los Carmelitas en el Virreinato peruano, se sabe que, el 10 de Octubre de 1617, el Prior General de la Orden, Sebastián Fontani, dispuso que los religiosos de la Orden regresaran a sus provincias en España, por lo tanto, no hubo presencia formal de la Orden en el Perú en aquel entonces. Sin embargo, religiosos individuales habían llegado a estas tierras con el encargo especial de propagar e intensificar el culto y la devoción a la Virgen del Carmen. Uno de esos misioneros fue fray Antonio Vásquez de Espinoza, autor del Compendio y Descripción de las Indias Occidentales, y que sembró y cultivó la devoción a la Virgen del Carmen.
El historiador jesuita Rubén Vargas Ugarte, en su Historia del culto de María en Iberoamérica, señala que “se demuestra que aquella devoción (Virgen del Carmen) comenzó en la Ermita del Carmen de la Legua hace tres y medio centurias con el Colegio de Doncellas, se ha mantenido constante en aumento según andaban los años”. A su vez, Vásquez de Espinoza escribe “Ay en el comedio del Callao y la ciudad de Lima, ricas chacras y labores con suntuosas caserías y a la legua está una casa y convento de Nuestra Señora del Carmen con sus armas que edificó Domingo Gómez de Silva, varón de virtud y buena vida, que dedicó y consagró a Nuestra Señora del Carmen, donde tenía algunas niñas vestidas del santo hábito de Nuestra Señora que con grande observancia y clausura guardaban la Regla y con fervor recitaban el Oficio Divino, con que nuestro Señor era alabado y servido y los fieles con tan gran ejemplo edificados”.
Luego, este colegio-convento para la educación de “hijas de personas principales” se mudó a Lima. Sigue el testimonio de Vásquez de Espinoza: “No es de menos importancia para la educación de las niñas el recogimiento y Monasterio de la Orden de Nuestra Señora del Carmen y gloriosa Virgen Santa Teresa, gloria de nuestra España con título de San José, que fundaron Domingo Gomes de Silva, y Catalina María su mujer, tiene el hábito y regla de Nuestra Señora del Carmen, tan deseada esta sagrada religión de aquella devota ciudad. Críanse en este recogimiento hijas de personas principales, con tan gran virtud y clausura, y continuo coro, más que si fueran religiosas descalzas, estaba fundado al principio a la legua en el camino de que va de Lima al Callao con el escudo y armas de Nuestra Señora del Carmen, pasóse a la ciudad, donde también fue fundado otro convento de Nuestra Señora del Carmen junto a Santa Clara, muy acepto del pueblo”.
Fray Severino de Santa Teresa, en su libro Las vírgenes conquistadoras que Santa Teresa envió a las Américas, nos comenta que este colegio-convento para mujeres con hábito y regla del Carmen, no era de Carmelitas Descalzas, hijas de Santa Teresa, pues el primero de estos conventos de Descalzas de Lima data del año 1643, y el segundo, o el de las Nazarenas, es muy posterior. El cronista Vásquez de Espinoza, por su lado, no pudo referirse a estos últimos, pues él estuvo en el Perú de 1614 a 1619, y murió en Jerez de la Frontera en 1630.
La iglesia de Nuestra Señora del Carmen de la Legua.- Se cuenta que, durante el terremoto y maremoto de 1746, el empuje de las olas del Callao, llegó hasta una legua muy cerca del primitivo establecimiento de este Colegio de Doncellas, y que por hallarse a esa distancia del Callao se le llamó la Ermita de la Legua. El padre Vargas Ugarte describe así la Ermita y la devoción de la gente: “En su recinto se venera desde antiguo una imagen de la Virgen del Carmen, cuyo culto jamás se ha interrumpido. La Capilla con sus dos afiladas torrecillas, resalta en medio del verdor de los campos circunvecinos y es de regulares dimensiones, manifestándose aún en buen estado, gracias al culto de los devotos de la imagen que son muchos. Anualmente es conducida en procesión al Callao, cargando sus andas los cofrades y acompañada de numeroso gentío. En el puerto permanece bastante tiempo y allí se celebra la novena, devolviéndola a la Capilla, a mediados de octubre, en devota procesión que mejor llamaríamos romería, por los millares de personas que rodean sus andas, la distancia que ha de recorrer y lo pintoresco de las escenas que se desarrollan en torno a su Capilla. Los múltiples exvotos de oro y plata que cuelgan de su manto, en estas ocasiones y se renuevan de año en año, demuestran que no en vano es invocada con fervor por el pueblo” (Historia del culto de María, Libro IV, Capítulo XXIII).
Héctor Velarde, en su libro Itinerarios de Lima, dice: “Esta iglesia construida a fines del siglo XVIII no sólo fue en su origen un hito de referencia en la distancia sino una pausa espiritual y de reposo en el pequeño pueblo de su nombre. La iglesia ha sido restaurada en épocas sucesivas; la última restauración fue la de su actual fachada. En lo interior sólo es de notarse el altar mayor de mediados del siglo XIX; se trata de una hermosa y amplia composición en que sus elegantes y dorados capiteles de esquina y su coronación forman un conjunto de mucha dignidad arquitectónica”. Actualmente, este Santuario de la Virgen del Carmen y Patrona del Callao, ha sido restaurado después del lamentable atentado terrorista en los años ochenta, y sigue siendo centro de peregrinaciones y devoción del pueblo chalaco y devotos del Carmen.
Fray Severino atribuye la popularidad de esta devoción a los colegios donde se educaban, alejadas del mundo, las hijas de familias importantes, vestidas con uniforme carmelitano. Otro factor fue la fundación de los monasterios de las Carmelitas Descalzas de clausura en Lima:
Monasterio de Carmen Alto (carmelitas descalzas).- Esta orden se remonta al siglo XVI cuando Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz dieron inicio a la nueva familia del árbol del Carmelo (inspirados en los ermitaños del Monte Carmelo). Por ello, desde el convento de las Madres Carmelitas Descalzas de Cartagena, llegaron las seguidoras de Teresa a la Capital del Virreinato para fundar un nuevo monasterio a petición del obispo Agustín Ugarte y Saravia, y de Diego Gómez de Silva y su esposa, Catalina María Doria. Así, el 20 de julio de 1643, las monjas María de San Agustín, Juliana de la Madre de Dios y Lucía de Santa Teresa de Jesús iniciaron su largo viaje y, luego de 3 meses y 21 días, llegaron a Lima el 17 de diciembre de 1643, fecha en que se funda su nuevo monasterio, siendo el sexto de su tipo en la América Hispana y el convento “madre” de las fundaciones en el Perú. El templo abre sus puertas todos los días, especialmente el mes de julio, consagrado a la Virgen del Carmen. El 16 de julio sale en procesión la imagen de la Virgen del Carmen (jirón Junín 1100, Lima 1).
Monasterio de las Nazarenas (carmelitas descalzas).- La historia de este monasterio se remonta a 1720 cuando el monarca español, Felipe V, autorizó la fundación del Monasterio de las Nazarenas; la decisión fue también aprobada por la Santa Sede el 27 de agosto de 1727, mediante Bula del para Benedicto XIII. Las monjas observarían la regla de las Carmelitas Descalzas y vivirían, como era el deseo de la madre Antonia Lucía del Espíritu Santo, como nazarenas. Así, el 18 de mayo de 1730, salieron de la iglesia del Carmen Alto, en presencia del virrey José de Armendariz, marqués de Castelfuerte, tres monjas: Bárbara Josefa de la Santísima Trinidad, como priora; Grimanesa Josefa de Santo Toribio, superiora; y Ana de San Joaquín. En solemne procesión, se trasladaron al nuevo local, donde actualmente están. A partir de esta fecha, quedó establecido el Monasterio, con todos los privilegios y normas de las hijas de Santa Teresa.
Nacida en Guayaquil, Antonia Lucía Maldonado del Espíritu Santo fue una piadosa que intentó fundar un beaterio. Nació el 12 de diciembre de 1646 y, muerto su padre, se instaló con su madre en el puerto del Callao. Aquí se casó con Alonso Quintanilla, pero después de algunos años de matrimonio convinieron en separarse. Él entró en los franciscanos y ella fundó un beaterio que denominó Colegio de Nazarenas, que fracasó por exigencias excesivas de los donantes. Después de un breve paso por el beaterio de Santa Rosa de Viterbo, inició otro nuevo en 1683 en el barrio de Monserrate, junto a un grupo de devotas. En este beaterio permanecieron durante 17 años, y aquí redactó Antonia las constituciones. Según éstas, la finalidad específica de las beatas allí reunidas había de ser la imitación de Cristo paciente, doloroso y afrentado. La expresión interna de esta imitación sería la meditación continua de la Pasión, padecer, sufrir y callar para gloria de Dios y salvación de las almas; y la manifestación externa, el hábito de color morado, una soga pendiente al cuello y la corona de espinas que habían de traer siempre. Salvada esta peculiaridad, en todo lo demás seguirían la Regla y Constituciones de las Carmelitas Descalzas (jirón Huancavelica 515, Cercado de Lima).
La Virgen del Carmen.- En nuestro país, esta Virgen, llamada también la Mamacha del Carmen, es patrona de los reclusos, de las enfermeras, del criollismo, de los correos, de la Marina del Perú, la Alcaldesa de Lima, Reina de la canción criolla, y de muchas otras entidades y organizaciones. En casi todos los templos e iglesias del Perú se encuentra imágenes de la Virgen del Carmen como expresión de esta devoción.