(caralblogspot.com)
Caral se ha convertido en uno de los sucesos arqueológicos más importantes no solo del Perú sino de la América andina. Extendida en una zona casi desértica, en el valle de Supe, a poco menos de 200 kilómetros al norte de la capital del Perú, esta ciudadela prehispánica empezó a ser construida hace unos 5 mil años, según las investigaciones que se realizaron en la zona durante los últimos años de la década de 1990.
Los hallazgos en Caral están obligando a replantear la historia del Perú antiguo. Si hasta hace poco se consideraba que en los tiempos de la cultura Chavín, hace 3 mil 500 años, fue que se dieron las bases para la aparición de la primera civilización compleja en los Andes centrales, ahora, con las evidencias de Caral, los arqueólogos estarían “retrocediendo” esa percepción a un milenio, es decir, entre los 3.000 y 1.800 años antes de Cristo, en el periodo denominado Arcaico Tardío.
¿Cómo se está tejiendo esta historia? Lo estudiosos de Caral afirman que esta ciudadela fue el centro de la cultura Supe, una sociedad teocrática que construyó una veintena de asentamientos urbanos en el valle del río del mismo nombre, a la altura de su desembocadura en el Oceáno Pacífico. Desde Caral, que tuvo una ocupación de mil años, se habrían desarrollado formas de vida civilizada gracias al aprovechamiento de la experiencia lograda hasta ese momento en los Andes peruanos: producción de alimentos según las exigencias de los diversos pisos ecológicos; estructuras de parentesco (el ayllu) que garantizaban el trabajo colectivo, como el ayni y la minca; una economía de intercambio sin moneda; y el desarrollo de diversos cultos que llevarían a la organización de un estado dirigido por castas sacerdotales.
El visitante que llega a Caral puede observar una ciudadela extendida sobre un área de 66 hectáreas con dos grandes zonas bien definidas, una central y otra periférica. En la primera, también llamada “nuclear”, muestra, en su parte alta, siete edificios piramidales, dos plazas circulares hundidas, dos espacios públicos de gran capacidad colectiva, residencias de sacerdotales y los barrios para artesanos y sirvientes. En la zona baja, se advierten edificios de menor formato, como un anfiteatro, un altar circular y diversas viviendas. En la zona periférica o “marginal”, también presenta residencias, pero distribuidas en forma de archipiélago, colindantes con el valle.
Es lógico que a lo largo de sus mil años de ocupación, la ciudadela de Caral, construida con barro y piedras, experimentó diversas transformaciones y, en sus tiempos de apogeo, albergó a 3 mil habitantes. Los arqueólogos también han identificado algunos entierros de carácter ritual y sostienen que esta Ciudad sagrada habría sido concebida como un calendario. En este sentido, cada pirámide habría sido construida en honor a una deidad respondería a una posición astral, lo que demuestra el peso de la cosmovisión religiosa de los hombres de ese tiempo. Asimismo, en la zona sureste de la ciudadela, en un terreno desértico, se ha encontrado lo que sería un laboratorio u observatorio astronómico, compuesto por líneas que establecen horizontes y diversos geoglifos.
Por su lado, la veintena de centros administrativos, satélites de Caral, repartidos en unos 40 kilómetros cuadrados a lo largo del valle de Supe, si bien varían en tamaño, todos ellos presentan edificios piramidales, plazas circulares hundidas y diversos conjuntos residenciales, tanto para la elite como para los artesanos. En otras palabras: comparten el mismo patrón de diseño, estilo y construcción de la Ciudad Sagrada, lo que demostraría la presencia de un estado bien articulado.
En suma, por su complejidad y antigüedad, la Cultura Caral vendría a ser una de las primeras del planeta, equiparable con las ya conocidas del Viejo Mundo, como Mesopotamia, Egipto, India y China. Sin embargo, a diferencia de aquellas, que basaron su grandeza en el intercambio de conocimientos con otros pueblos, Caral, como parte de la Civilización Andina, logró un temprano desarrollo en completo aislamiento, además de adelantarse, en más de 1000 años, a las primeras culturas de Mesoamérica.
¿Cómo se llega a Caral? La Ciudad Sagrada se encuentra en el distrito de Supe, provincia de Barranca, a 184 kilómetros al norte de la ciudad Lima. El tiempo estimado de viaje, en bus o en auto, por la Carretera Panamericana es de 3 horas. Un poco antes de la ciudad de Supe, un letrero anuncia el ingreso a Ámbar, por cuya vía se debe avanzar 23 kilómetros hasta encontrar la señal para el desvío hacia el complejo arqueológico. El clima es agradable durante todo el año. El horario de atención es de lunes a domingo, desde las 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Se puede ir de forma particular, con alguna agencia de viajes o aprovechando el programa “Viajes Educativos” Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe/INC, en el que se podrá enterar de los avances en la investigación y conservación de la Ciudad Sagrada. Además, el complejo cuenta con un centro de información, un restaurante, un escenario para actividades y tiendas de artesanías y recuerdos.