Notas sobre Lima hacia 1900 (1)


La Municipalidad de Lima en 1900

Cuando culminaba el siglo XIX o, mejor dicho, se iniciaba el XX, la elite limeña miraba a Europa en su mentalidad y vida cotidiana. El modelo de ciudad era París; por ello, Lima, empezaba a transformarse y las avenidas principales, la Colmena y el Paseo Colón, terminaron poseyendo una fisonomía parisina que era signo y norte de un modo de existir. Esta cultura, entonces, estaba totalmente europeizada o, en otras palabras, afrancesada. En este sentido, la llegada del cinematógrafo, con sus imágenes, trasladaba imágenes del Viejo Mundo a las mentes limeñas. Esas imágenes en movimiento hacían posible que la gente pudiera saber cómo eran los países europeos o los Estados Unidos. Podían ver cómo vestían sus gentes, como calzaban, cómo caminaban, qué tipo de sombrero llevaban, cómo eran sus bares o restaurantes y es bastante probable que fue de esta forma como la élite asimiló costumbres y comportamientos. El cinematógrafo, en síntesis, cumplió, una eficaz función -como ahora podrían ser la televisión por cable o la Internet- de vehículo de transmisión de estas influencias foráneas, más modernas o “civilizadas”.

A Lima llegaban, además del cinematógrafo, el automóvil, el teléfono, el aeroplano o las vacunas que fueron lo que la computadora, un producto de punta de la tecnología moderna, representa para el momento actual. De otro lado, en una ciudad todavía muy pequeña, la elite ejercía sobre los demás grupos una suerte de tolerancia paternalista fruto de la educación y la moral de su tiempo. Asistían a las procesiones, a las corridas de toros, a los paseos por las lomas de Amancaes, a ciertos espectáculos deportivos y también al cine. Eran actitudes típicas de principios de siglo donde los grupos superiores se entremezclaban con el pueblo para obtener legitimidad y consenso.

La moral por esos años era sumamente tradicional. Una cultura patriarcal en la que el espacio público (la calle o la política) estaba reservado para los hombres; el espacio privado (la casa), en cambio, era el reino de la mujer. La mujer era una especie de “objeto sagrado” que se conservaba al interior de las paredes del hogar y representaba la virtud y la moral de una familia. Sin embargo, poco a poco, la llegada de las imágenes a través del cine o las revistas introdujeron nuevos comportamientos. Las nuevas actitudes amorosas, por ejemplo, que los peruanos pudieron ver en el cinematógrafo afectaron profundamente las relaciones entre hombres y mujeres. Si hasta 1900 las mujeres llevaban vestidos muy largos y los hombres trajes muy pesados, poco a poco la gente se va a despojar de todo lo que es indumentaria inútil, inadecuada para establecer una mejor relación el tipo de clima de la costa. Se inicia una especie de racionalización de la vida cotidiana, es decir, la gente quiere comportarse de manera más práctica.

Lima tenía poco más de 100 mil habitantes. Los cálculos destacan un alto porcentaje de población “blanca”, un 25%, debido, básicamente a la llegada de inmigrantes europeos, en su mayoría italianos e ingleses y norteamericanos, estos últimos trabajadores de empresas mineras, que iban y venían de la sierra central (Cerro de Pasco), por la estación de Desamparados.

Este movimiento poblacional obligó, por ejemplo, que nuestra ciudad tuviera un adecuado servicio de alojamiento. A los antiguos tambos o pasadas (el más concurrido era uno que estaba en la calle Polvos Azules), que eran casas de huéspedes para los viajeros pobres, se añadían los “grandes hoteles” de entonces: el Grand Hotel Maury, el Hotel France e Ingleterre (en 1880 estaba en la Plazuela de Santo Domingo, posteriormente ocupó el anexo del Maury, en la esquina de Bodegones con Judíos 204, la misma calle del Maury, mirando hacia la Plaza de Armas y al Palacio de Gobierno), y el Hotel Santa Apolonia (calle Santa Apolonia 355, jirón Lampa, atrás de la Catedral de Lima). En un segundo orden estaban el Hotel Central (calle Palacio 48); Hotel Europa (calle Jesús Nazareno 7); Hotel París (Plaza del Teatro); Hotel Comercio (calle de la Pescadería) y Hotel Italiano (calle de Trujillo 216).

Cabe destacar que según la Guía Mignon de Lima (1913), de Carlos B. Cisneros: “En Lima no hay hoteles que ofrezcan el confort de aquellos de primer orden en estados Unidos o Europa, a pesar que cada hotelero da título de primera clase al suyo. Los de la ciudad recuerdan por su organización lo de segundo orden de Francia o Italia; sus propietarios se esfuerzan por colocarlos a nivel de las exigencias modernas. En ellos se paga aun por solo un día, el precio de pensión, que comprende: la habitación, la luz, el servicio, el almuerzo y la comida. El desayuno a menudo se cuenta aparte. El alimento, por lo general, es bueno y abundante, sobre todo la comida, compuesta por un menú en que se mezclan guisos de la cocina criolla, italiana y francesa. El personal, aunque nacional, habla o comprende el francés e inglés. El mobiliario de las habitaciones y limpieza dejan mucho que sedear. El personal, frecuentemente, es negligente y poco servicial no comprende las exigencias del extranjero, fuera de las costumbres del país. Hay que soportar con resignación la costumbre peruana de fumar en todas partes. Las casas de huéspedes y posadas son albergues menos que mediocres. El precio de la pensión varía según esté situada la habitación; si se halla al interior o con vista a la calle fluctúa entre Lp. 1 y $6. El almuerzo se sirve por lo general de 11 am. a 1 pm. Y la comida de 7 a 9 pm. El vino se paga aparte. Hay algunos vinos nacionales regulares pero muy alcoholizados. En el salón de lectura se encuentran periódicos ingleses, americanos, alemanes, italianos y franceses. Hay que tener cuidado con la lencería fina y de color, pues toda la ropa se leva por lo general mecánicamente. En Lima no hay Boarding Houses ni Pensions de Familles”.

A parte de este servicio, Lima, como toda ciudad moderna, ya contaba con otros como:

Alumbrado eléctrico.- Desde el 14 de febrero de 1884, por resolución del Ministerio de Gobierno, algunos sectores de la ciudad y pocas casas particulares empezaron a gozar de este avance de la tecnología. La empresa prestadora de este servicio era la Peruvian Electrical Construction and Tripply and Company. Aparte la Plaza de Armas, los jirones Carabaya (desde Bodegones hasta la exposición) y Unión (hasta el Palacio de la Exposición) tuvieron luz artificial. Desde 1886, el servicio se amplió a otros sectores, incluso llegó a algunos barrios de Abajo el Puente. La energía venía de una central a vapor, un caldero y un motor de 500 caballos (es decir, un “grupo electrógeno” con la tecnología de entonces), ubicado a la entrada de lo que es hoy el paseo de la República. Luego, la “Empresa de Gas” reemplazó a la Peruvian en el suministro hasta que fue absorbida por sociedades industriales.

El teléfono.- El 15 de febrero de 1887, el Congreso dio la ley para implantar el servicio telefónico. Al año siguiente, se establecieron las cláusulas y se convocaron las licitaciones. El servicio podía vincular una o varias poblaciones a la vez, se ofrecía libertad para al importación de los aparatos y la tarifa estaba en función del costo de cada kilómetro de vía telefónica. Al final se formaron dos compañías, “Peter Bacigalupi y Cìa” y “The Peruvian Telephone Company”. La primera, con postes propios, estableció una línea de servicio de Lima a Chorrillos, con ramificaciones para Miraflores y Barranco; la segunda, establecía la conexión entre Lima y el Callao. En 1890, las tarifas de abono de la “Peruvian” eran de 90 soles para las casas comerciales y de 50 soles para las particulares.

El telégrafo.- Sabemos que, desde 1855, por iniciativa de Santiago Lombardo y con el apoyo del Estado peruano, Lima tuvo este servicio. En 1888, el gobierno de Cáceres canceló las licitaciones y declaró libre el establecimiento de líneas telegráficas.

Las máquinas de coser.- Su llegada fue un suceso histórico, pues absorbió paulatinamente el trabajo artesanal. Vino la producción en serie y la especialización. A finales del siglo XIX, el mercado limeño estaba invadido por varias marcas. De ellas, las más conocidas fueron Domestic (importada por “Crosby Hermanos”, de la calle Bodegones nº 67, Carabaya) y, sobre todo Singer, que al final fue la única que subsistió. Inventada en 1850, las primeras Singer llegaron a Lima en 1875. En 1897 había las de aparar, poner elásticos y agujas, lanzaderas, etc., así como toda clase de repuestos para las máquinas. El lugar de venta estaba en la calle de la Peña Horadada nº 278. Luego también llegaron otras clases de máquinas, tanto de pie como de mano, lo que diversificó el campo de las costuras, al poder realizarse todos los puntos de costura y bordado. De otro lado, las fábricas de calzado e industrias del cuero también se adelantaron con el concurso de la moderna máquina.

La máquina de escribir.- No hay duda se que su llegada significó un valioso aporte a los hombres de letras y a los funcionarios del estado. A Lima llegaron en 1890. Se vendieron en la librería y útiles de escritorio de J. Newton y eran de la marca The World. La de lujo, en caja niquelada, costaba 25 soles; la simple, 20 soles. Con los años, llegaron más marcas, unas en cajas de madera; otras en estuches de cuero. A veces, solo la maleta, pesaba unos 7 kilos. Sin duda, la marca que se terminó imponiendo fue Remington, primero vendida por la casa importadora alemana C.M. Schooder & co., que tenía locales en Lima y el Callao. Luego, fue vendida por la Casa Morakski Hermanos (calle Mercaderes nº 205), que se convirtió en su único agente en nuestro país.

Los automóviles.- El primer automóvil que circuló en el Perú no lo hizo en Lima. Llegó a Huaráz en 1899 y lo trajo desde Europa, en cajas para ser armado, el minero Arturo Wertheman; era un “Gardner Serpollet” a vapor que tuvo un notable desempeño al circular a más de 4 mil metros de altitud, sin duda un récord mundial. En 1903 paseó por Lima el primer automóvil; fue un Locomobil a vapor de origen europeo, importado por Ricardo L. Florez. El primer auto a gasolina llegó en 1904 y, en 1905, llegó el primer auto norteamericano marca Reo, traído por Abraham y Miguel Elguera quienes se convirtieron en los primeros comerciantes de venta de autos en Lima. Un hecho sin precedentes ocurrió en 1907 cuando 25 autos y una moto, casi todos los que existían en Lima por esos años, realizaron un rally desde el Paseo Colón hasta el balneario de La Punta; el segundo gran rally, cubrió la ruta de Lima a Ancón. Un hecho histórico ocurrió en 1908 cuando el ingeniero Alberto Grieve diseñó y construyó el primer auto en el Perú; el modelo llevó su nombre. La importación cada vez mayor de automóviles permitió la realización de algunas “proezas”.

El tranvía.- En 1877 se había inaugurado en Lima el tranvía con tracción animal o también llamado “tranvía de sangre”. Ahora, en 1903, ese viejo tranvía se trasformó en eléctrico y facilitó el transporte de la población capitalina. El primer “eléctrico” comenzó construirse en 1903 y unía a Lima con Chorrillos (14 kilómetros que atravesaban Miraflores y Barranco); la velocidad máxima que alcanzaba era de 40 a 60 kilómetros por hora. Al año siguiente otro tranvía unió a Lima con el Callao. Por esos años el alcalde de la capital era Federico Elguera, de notable gestión pues durante su administración (1901-1908) la ciudad se trasformó al modernizarse todos sus servicios públicos. Sin embargo, el entusiasmo por el nuevo sistema de transporte quedó ensombrecido por un temprano accidente. En febrero de 1904 un coche que cubría la ruta a Chorrillos sufrió un desperfecto a la altura de la Bajada de Armendariz, en Miraflores, cuando el vehículo se desconectó del cable de electricidad y quedó detenido a oscuras con todos sus pasajeros a bordo. Pocos minutos después, un segundo coche de tranvía de la misma ruta, colisionó con el averiado sin saber, obviamente, que se encontraba detenido. Cuentan que las rápidas maniobras del conductor evitaron una tragedia mayor. Por ello, felizmente solo hubo heridos y pérdidas materiales en ambos coches. Este accidente obligó a los responsables del tranvía a tomar medidas de seguridad y se construyeron teléfonos en determinados tramos de la ruta para avisar inmediatamente de cualquier situación de emergencia.

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Comentarios

  1. Luis Paul escribió:

    Mis mas sinceras felicitaciones por darnos la oportunidad de conocer màs cosas de nuestro pasado, asi como las costumbres de nuestra gente, espero que sigan perseverando en su trabajo para el bien de todo nuestro pueblo.

  2. Rocio Cobeñas escribió:

    Gracias por compartir esta información e ilustrarnos.

  3. Gonzalo Rodrigo escribió:

    Bueno, muy buena reseña de Lima de entonces. Gracias por hacerme viajar al pasado.

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