(fuente: incaiko.com)
Frente a la desembocadura del río Lurín, hay dos rocas aisladas: se llaman “
Esta enorme isla probablemente tuvo una actividad muy interesante durante los tiempos precolombinos, ya que se encuentra frente a lo que fue el Templo de Pachacamac, uno de los centros ceremoniales más importantes de la costa de América del Sur. Según la mitología prehispánica, entre Chorrillos y Haurochiri había una hermosa mujer, una diosa llamada Cavillaca. Era muy solicitada pero nunca quiso aceptar a ningún pretendiente entre los dioses y huacas. Sin embargo, estaba un día tejiendo bajo un árbol de lúcumo, cuando el dios Cuniraya la contempló y la deseó. Para conseguirla, se convirtió en un hermoso pájaro y se subió al árbol y depositó su semen en una apetitosa lúcuma madura que dejó luego caer cerca de la diosa, quien la comió y quedó encinta. A los nueve meses Cavillaca tuvo un hijo. Cuando el niño cumplió un año de edad, reunió a los dioses del lugar para preguntarles quién era el padre. Todos acudieron y sin que Cavillaca lo supiera, también vino Cuniraya, quien, con el propósito de castigar a la hermosa mujer, se presentó disfrazado de pordiosero. Ya ante los dioses, Cavillaca les inquirió quién era el padre de su hijo. Nadie respondió, así que la diosa puso el niño al suelo y dejó que él mismo fuera en busca de su progenitor. Muy avergonzada, vio que el pequeño se acercaba al mendigo y trepaba a sus rodillas. Lastimada por haber sido burlada por un hombre tan “indigno”, coge a su hijo y huye hacia la playa, gritando y llorando su pena. Se interna en el mar, sin hacer caso de Cuniraya que va tras ella, llamándola mientras se va despojando de los harapos, recobrando su imagen de apuesto y airoso dios. Ella, cargando a su hijo y sin oírle, sigue su carrera mar adentro, donde ambos quedan convertidos en islas. La isla grande es la madre, y la pequeña, llamada hoy “San Francisco”, es el hijo.
Actualmente, en la isla grande o “Pachacamac”, funcionan
El doctor Cabieses, amauta y científico social hoy llama las islas de Lurín, antes han tenido otros nombres como lo tuvo el valle de Lurín. Ya no se podría hablar de isla de Pachacámac como tampoco, valle de Pachacámac, nombre que fue válido para el siglo XVI, como no podríamos llamar a nuestro país con el nombre de Tawantinsuyo, sino con el nombre de Perú. Hay quienes todavía emplean estos nombres para llamar a las islas y al valle con el nombre no correcto, dando a conocer una intensionalidad y un prejuicio por los problemas de límites que existe entre los distritos de Lurín y Pachacámac, situación que debe de superarse a través de la ley de participación y control ciudadano. Mientras tanto, las islas de Lurín representan un paisaje marino de inigualable belleza, además encierra muchos misterios y secretos como que su figura en forma de ballena plateada a la luz del sol, tiene en su lado superior -lo que vendría a ser su lomo- un orificio de 80 metros de profundidad y en su interior, un bóveda y una exhuberante playa en donde habitan cientos de pinguinos, nutrias, lobos marinos y muchas aves, que lo convertirían un auténtico polo de desarrollo turístico. (Carlos Augusto Rivas)
que buena historia me encanto , es increíble de lo variedad de lugares que podemos visitar y no esta muy lejos de lima no conocemos , recuerdo haber visitado el templo de pachacamac cuando estuve en el colegio y pienso volver