Historia de un secuestro aéreo

Un episodio muy raro ocurrió el lunes 19 de marzo de 1969. Al mediodía había despegado del aeropuerto “Jorge Chávez” un jet de “Faucett” rumbo a Arequipa y Tacna con su tripulación, al mando del comandante Erich Klein (más de 25 mil horas de vuelo), y 69 pasajeros. Cinco minutos después del despegue irrumpieron en la cabina de mando dos jóvenes secuestradores que, armados con revólveres y 12 cartuchos de dinamita (y en sus labios un cigarrillo prendido con el que amenazaban abrir fuego a la mecha de los explosivos), ordenaron al piloto lo siguiente: “Esto no es un juego, a Guayaquil y Cuba. No hagan ningún acto de violencia o el avión saldrá volando en pedazos”.

El piloto, que en esos momentos sobrevolaba la isla de San Lorenzo y La Punta, cambió de rumbo con destino a Guayaquil. Pidió calma a los jóvenes secuestradores para salvar al avión y a los pasajeros. Luego, ante las presiones, el piloto habló: “Atención por favor; tengo aquí dos jóvenes con petardos de dinamita y revólveres que quieren ir a Guayaquil para seguir a Cuba”. Los pasajeros lo tomaron a broma y no hubo pánico; más bien, alegría porque pensaron conocer Cuba o, al menos, Guayaquil. Luego, comprobaron la realidad cuando los secuestradores se hicieron presentes. Las azafatas, sin perder el ánimo, les ofrecieron algo de comer y fueron rechazadas cortésmente. Pasajeros y tripulación estaban con la moral muy en alto y sabían que para ir a Cuba necesitaban tomar combustible en Guayaquil.

En el aeropuerto de Guayaquil el clima era tenso. Nunca en Ecuador se había vivido una situación parecida. Justo en ese momento, el avión del presidente José María Velasco Ibarra estaba allí luego de realizar el Presidente una inspección por la zona. Velasco Ibarra comprobó la situación del avión peruano y ordenó que fuera restablecido de combustible y se evitara toda acción de fuerza. Así, los secuestradores consintieron que bajaran todos los pasajeros, lo que produjo situaciones aflictivas entre mujeres y niños, lo que conmovió a los secuestradores. Además, comprendieron, era muy peligroso viajar por el Mar del Caribe con el avión lleno, sin equipo de salvataje y sin cartas de navegación. Era poco más de la 1 de la tarde; el peligro había pasado para los pasajeros, pero para la tripulación se iniciaba una vía crucis hasta La Habana. Las autoridades de Guayaquil dijeron haber identificado a los secuestradores como Julio Novoa Cano, Carlos Rodríguez, Pedro Estuardo y Julio Alcázar, tal vez cuzqueños o arequipeños.

Los pasajeros se quedaron alegres en Guayaquil. Sin apuro de regresar a Lima, lamentaban no haber podido conocer Cuba. Fueron agasajados por las autoridades locales y recibieron la ayuda del Cónsul peruano. Se comentaron los incidentes. En el secuestro no faltó la cosa galante: un secuestrador obsequió su pistola a un pasajero. “Regáleme su pistolita para tener un recuerdo suyo”, le dijo en son de broma el pasajero Manuel Salazar al bajar del avión en Guayaquil a uno de losa saltantes quien, por el sarcasmo del pedido, se puso nervioso y, después de unos instantes, le entregó el arma sin decir nada.

Mientras tanto, el jet peruano siguió a Cuba. Al sobrevolar Panamá, los secuestradores se tranquilizaron. El aterrizaje en el aeropuerto “Rancho Balleros” de La Habana se dio después de las 5 de la tarde; un jet cubano lo guió empleando el radar porque los sistemas de control no eran los que se usaban en los demás aeropuertos del mundo. Al descender el jet peruano, varios milicianos subieron y, sin pronunciar palabra, extendieron las manos y recibieron las armas y la dinamita de losa saltantes. Un oficial lamentó que no hubieran venido los pasajeros para que conocieran La Habana y, mientras la tripulación era llevada a unas oficinas para ser interrogada, a los asaltantes no se les vio más. Ocho horas y media después, por gestiones del Embajador de México en Cuba, que intercedió por nuestro gobierno, previo pago de los derechos de aterrizaje y combustibles, el jet pudo despegar a las 2 de la madrugada con destino a Guayaquil. Los gastos fueron de 1,283 dólares americanos.

Horas después, el avión aterrizaba en Guayaquil donde esperaban los pasajeros quienes habían pasado la noche en una recepción. El vuelo hacia Lima fue totalmente normal. Aterrizaron el 18 de marzo a las 8 de la mañana en el “Jorge Chávez”. Gran cantidad de periodistas, reporteros gráficos, camarógrafos de TV y detectives aguardaban a la tripulación y pasajeros quienes revelaban en sus rostros haber vivido una aventura emocionante. A poco tiempo del sonado secuestro, a las 11 de la mañana, cumpliendo con su itinerario de rutas internas, el Boeing 727 despegaba hacia Arequipa y Tacna llevando a los 45 pasajeros que estuvieron en el secuestro.

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Comentarios

  1. DIEGO escribió:

    RESPECTO A SU ARTICULO, LE COMENTARE QUE SE QUIENES FUERON ESAS PERSONAS, OBVIAMENTE SUS NOMBRES NO SON LOS QUE SE ENCUENTRAN EN SU ARTICULO, SON PSEDUDONIMOS, QUE HABILMENTE FUERON ESCOGIDOS POR LOS "SECUESTRADORES", POR AÑOS HABIA INTENTADO ENCONTRAR ALGUN ARTICULO O PUBLICACION EN INTERNET, PERO SIN RESULTADO, HASTA QUE ENCONTRE EL SUYO. CASUALMENTE TAMBIEN HACE DOS SEMANAS SALIO UN ARTICULO EN EL PERIODICO HILDEBRANDT EN SUS TRECE RESPECTO AL PILOTO Y QUE RELATA TAMBIEN ALGUNOS PASAJES RESPECTO A ESTE SECUESTRO. AGRADEZCO DE MANERA SINGULAR SU APORTE CON ESTE RELATO Y OS ENVIO UN ABRAZO, YA QUE CONOZCO LA HISTORIA ANTES Y DESPUES DE ESTE SUCESO HISTORICO.

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