Archivo por meses: octubre 2014

Miguel Grau, el paradigma del peruano ejemplar y el Perú de hoy

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Miguel Grau (dibujo de El Comercio)

Al revisar los periódicos de octubre de 1879 podemos advertir la honda conmoción que produjo en la opinión pública la noticia de la trágica muerte de Miguel Grau a bordo del monitor Huáscar en la Punta de Angamos. Había nacido el mito, el gran héroe nacional. Los demás actos heroicos que hubo durante la contienda contra Chile, que culminó en 1883, nunca amenazaron el altísimo lugar que alcanzó Grau en el “olimpo nacional”. Hasta Manuel Gonzáles Prada, acaso el intelectual más crítico de lo que ocurrió en el siglo XIX peruano, quedó rendido ante su figura. El reconocimiento a Grau, asimismo, ha sido unánime en la obra de los más calificados historiadores republicanos, con Jorge Basadre a la cabeza.

Así se fue construyendo el paradigma del peruano ejemplar. La historia patria no puede narrarse sin Grau, y su recuerdo quedó extendido a lo largo y ancho del territorio nacional: es casi imposible registrar el número de plazas, parques, calles, avenidas o jurisdicciones que llevan su nombre. También ha habido el intento de presentarlo ya no solo como el modelo de héroe o marino, sino también de hijo, de esposo, de padre y hasta de parlamentario, pues fue diputado por Paita desde 1876, cuando pertenecía a las filas del partido Civil.   

El tema es si esa imagen de Grau continúa vigente, no tanto en círculos oficiales o académicos sino en la mente del peruano común. Me temo que cada vez se sabe menos de Grau, y quizá se deba a la terrible disminución, desde la década de 1990, de horas dedicadas a la Historia del Perú en los colegios. También he leído que, según las encuestas, poca gente sabe por qué el 8 de octubre es feriado nacional. Nadie objetó, sin embargo, cuando Grau fue elegido El peruano del milenio, allá en 1999 cuando estuvieron muy de moda los “recuentos” del siglo y del milenio.

Hice una pequeña encuesta entre mis alumnos: ¿Qué opinión les merece el Héroe de Angamos en la historia del Perú? Para empezar, más atentos a la historia del Perú contemporáneo, los jóvenes de hoy miran al siglo XIX como una época ya muy lejana, y que los conflictos que se dieron correspondieron a una lógica o realidad, con su dosis de romanticismo, que ya quedó muy atrás. Dicho de otra manera: la posibilidad de que se repita una guerra “nacional” como la que tuvimos contra Chile es casi inexistente. Sin entrar mucho en detalles sobre la vida de Grau, me respondieron lo clásico: su patriotismo, su sacrificio su caballerosidad, su valentía, su honor y su conducta ejemplar. Algunos dijeron que era una suerte de semi-dios, un santo republicano, un peruano inalcanzable.  

A partir de allí surgió otra conversación: el héroe del Perú de hoy, y además vivo. Luego de un relativo consenso, quedaron seis personajes vinculados a distintas actividades pero que han logrado el reconocimiento local así como la consagración mundial: Mario Vargas Llosa, Javier Pérez de Cuéllar, Teófilo Cubillas, Juan Diego Flórez, Mario Testino y Gastón Acurio. El peruano común –prosiguieron- admira al “emprendedor”, al que desde abajo se enfrenta a la adversidad y alcanza el éxito, construyendo un patrimonio y dando trabajo a los demás. No faltaron los que mencionaron a los ídolos populares, como algunos deportistas, actores o cantantes, que son motivo de cierta veneración, pero solo funcionan a nivel doméstico, a veces con opiniones encontradas. Recordaron, por último, el valor y sacrificio de los que lucharon –y perdieron la vida- contra el terrorismo. No es necesario reseñarlos, pero también salieron a la luz algunos personajes que fueron vistos como “héroes” en algún momento pero luego cayeron en desgracia.       

Mi impresión es que para el peruano de hoy, Miguel Grau es una figura cotidiana (está en el espacio público y en infinidad de imágenes) y respetable (porque recuerda lo que le narraron en el colegio). ¿Admirado? Aquí podemos añadir un matiz: para venerar a alguien hay que conocer debidamente su trayectoria, y ya sabemos que la formación histórica promedio es nuestro país es bastante pobre. Con todo, el horizonte ético que emana del Caballero de los Mares sigue incuestionable. 

Ahora que la prédica nacionalista ha perdido fuerza y ha dado paso al discurso del mercado y la globalización, el peruano pragmático aspira (si para bien o para mal, es otro tema) al éxito, y se deslumbra con el “triunfador”, a quien alcanza la fama y/o el dinero. ¿Se sigue valorando el sacrificio? Por supuesto que sí, si es que conduce a ese nuevo anhelo. Miguel Grau se inmoló, lo sabemos, y eso le valió el reconocimiento eterno de un país. Pero esa cima irrepetible que alcanzó nuestro Almirante ya no encuadraría en el esquema “aspiracional” del peruano del siglo XXI. 

Publicado en El Comercio (miércoles 8 de octubre de 2014)    

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Nicolás de Ribera, el Viejo: primer alcalde limense

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Pintura de Ángel Chávez (Pinacoteca Municipal Ignacio Merino)

En sus casi tres siglos de dominio hispano, Lima o la Ciudad de los Reyes tuvo doscientos ochenta y siete alcaldes, que gobernaban durante un año con un suplente, a semejanza del cabildo de Sevilla. De esa larga lista, el único que sobrevive en la memoria de algunos limeños es Nicolás de Ribera, apodado El Viejo, primer alcalde en 1535, año de la fundación española. Repitió la gestión en cuatro oportunidades más: 1544, 1546, 1549 y 1554.

Su historia no queda allí. Sabemos que junto a Diego de Agüero, y bajo las indicaciones topográficas de Juan Tello, Ribera fue uno de los “trazadores” de la nueva urbe. A ellos se debió que Los Reyes fuera diseñada en forma de una cuadrícula o damero, como los campamentos romanos. Debió ser complicado adaptar las 117 manzanas que proyectaron por la prexistencia de adoratorios, caminos y canales prehispánicos. Decidieron arrimar la plaza cerca al río, no al centro del damero, y solo 62 manzanas fueron cuadradas.

Asimismo, parece que Ribera fue determinante en cuanto al primer nombre de la ciudad, pues escribió en un documento que cita José A. del Busto: se intituló la ciudad de los rreyes porque fue el día de los rreyes quando salieron a ello. La original nomenclatura, pues, se debió a la decisión de erigirla el 6 de enero, festividad de Reyes. Las tres coronas en su escudo explicarían el tributo a la Epifanía.   

El siguiente aporte de Ribera a la ciudad es más complejo, pues fue su autoridad o vecino por casi treinta años, hasta su muerte en 1563. Tuvo que afrontar las amenazas de las huestes de Manco Inca así como los pleitos entre pizarristas y almagristas. Recibió al primer virrey, Blasco Núñez de Vela, pero no aceptó su autoridad y se enroló con los rebeldes a la Corona al oponerse a la abolición de las encomiendas, pues había recibido una repartición de indios en Pisco. 

La Lima de don Nicolás debió tener un aspecto hosco, con la picota enclavada en la plaza de armas con las cabezas decapitadas de los caudillos rebeldes. Una ciudad de aspecto todavía rural, con senderos arbolados que daban ingreso al damero, con huertas y jardines floridos, con ruidosas acequias de regadío y casas bajas, de adobe, sobre las que asomaban las bóvedas de los primeros templos, como la primitiva Catedral, con sus sencillos campanarios.   

Nuestro personaje nació en 1492 en la villa de Olvera (Cádiz). Cuando pasó Indias se asentó en Panamá. Allí conoció a Pizarro y a Almagro, y pronto se enroló en la empresa del descubrimiento del Perú. Estuvo en el primer viaje como Tesorero del Rey y en el segundo formó parte de los trece de la Isla del Gallo que se negaron abandonar a Pizarro, como dan fe varios cronistas. A su fama de lealtad con la “hueste perulera”, se añadió la de conciliador, especialmente en las disputas entre Pizarro y Almagro. No estuvo en la Captura de Atahualpa, pero llegó con Almagro a Cajamarca en 1533. De gobernador de Jauja bajó a la costa y fundó un pueblo de españoles en Pachacamac y otro en Sangallán, cerca de Pisco, llamado “Lima la Vieja”. Presenció la ceremonia de fundación de la Ciudad de los Reyes, aquella mañana calurosa del 18 de enero, y es posible que por su perfil ya mencionado, fuera escogido primer burgomaestre.

El solar que le correspondió se ubicó al costado de la plazuela de Santo Domingo. La fachada de su casona daba a la calle de la Veracruz, hoy segunda cuadra del jirón Conde de Superunda, frente al convento de los frailes dominicos. Luego vivieron allí sus descendientes, los Condes de Santa Ana de las Torres, quienes encargaron labrar la portada de piedra y tallar los balcones de cajón, que todavía existen, aunque muy remozados. A su muerte se le sepultó en la primera Catedral, en una capilla adquirida por él y su esposa, Elvira Dávalos y Solier. Cuando se hizo la nueva Catedral, sus restos fueron trasladados a la Capilla de Santa Ana, en la nave de la Epístola. Antes de morir fundó, el 13 de mayo de 1556, el Hospital de Naturales de Ica. 

Publicado en El Comercio (domingo, 5 de octubre de 2014)

 

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VI COLOQUIO ‘HACIA EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ’

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VI COLOQUIO INTERNACIONAL “HACIA EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ”

Expositores: Manuel Chust Calero, Alfredo Moreno Cebrián, Ascensión Martínez Riaza y Carmen McEvoy
Lugar: Instituto Riva-Agüero
Lunes 10 y martes 11 de noviembre 2014

El VI Coloquio Internacional “Hacia el Bicentenario de la Independencia del Perú”, a realizarse los días lunes 10 y martes 11 de noviembre del presente año, forma parte del programa de actividades que organiza el Instituto Riva-Agüero (IRA) con objeto de pensar acerca de la trascendencia que tuvo el proceso de la emancipación hace dos siglos y cuáles son las implicancias actuales para completar las promesas, que entonces se hicieron, de una sociedad mejor. Contará con el auspicio de la Embajada de España y la colaboración de las facultades de Letras y Ciencias Humanas y Estudios Generales Letras de la PUCP y el Grupo de Estudio “Historia para Maestros” del IRA. La coordinación académica está a cargo de los profesores Margarita Guerra y Juan Luis Orrego, miembros ordinarios del IRA.

La edición del coloquio de este año contará con la participación de los académicos Manuel Chust Calero (Universidad Jaime I de España), Alfredo Moreno Cebrián (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), Ascensión Martínez Riaza (Universidad Complutense) y Carmen McEvoy (University of the South, Sewanee, Estados Unidos), y presentará dos tipos de actividades. En primer lugar, habrá un taller, previa inscripción, con profesores de colegios y alumnos de Historia, que estará a cargo de los invitados extranjeros. Como resultado de estos talleres de trabajo grupal, se editarán los Cuadernos del Bicentenario, un material de enseñanza para los colegios a nivel nacional. Luego habrá dos sesiones plenarias, abiertas al público: la conferencia magistral del profesor Manuel Chust y la presentación del libro La Independencia inconcebible: el trienio liberal español y la pérdida del Perú (1820-1823) a cargo de los invitados.

La participación en uno o ambos talleres del Coloquio es con previa inscripción hasta el viernes 7 de noviembre a los correos electrónicos historiamaestros@pucp.pe y coloquiobicentenario@pucp.edu.pe  o al teléfono: 626-6600 anexo 6610, consignando su nombre completo, correo electrónico de contacto y teléfonos. Las vacantes son limitadas Se entregará constancias de asistencia a quienes participen en ambos talleres y a solicitud del interesado. (La expedición de la constancia tiene un costo de 25 soles).

PROGRAMA

LUNES 10 DE NOVIEMBRE

5:00-7:15 pm.

Taller a cargo de Carmen McEvoy: Bicentenario de la rebelión del Cuzco y nuevas perspectivas de análisis para comprender la Independencia del Perú.

Este año se conmemora el bicentenario de la rebelión de Mateo Pumacahua y de los hermanos Angulo, el movimiento político peruano más importante del ciclo de las Juntas de Gobierno, que empezó en el Cuzco, pero su radio de acción abarcó todo el sur andino. Sobre sus protagonistas, especialmente Pumacahua, curaca de Chinchero,  aún hay polémica, por haber luchado contra Túpac Amaru, y presentarse ahora aliado a los hermanos Angulo, líderes criollos que amenazaron con seguir el camino de la junta de Buenos Aires.

Recordando la “ucronía” de Jorge Basadre, respecto a ¿qué habría pasado si esta rebelión hubiera triunfado? Sin duda la historia del Perú se tendría que haber escrito de manera distinta: la Independencia habría incorporado a las elites regionales y hubiera sido más descentralizada e integradora. La rebelión de 1814, entonces, permite asegurar que nuestra Independencia pudo haber tomado distintos caminos, y nos obliga a plantear una narrativa diferente para el debate en la coyuntura de nuestro Bicentenario.

7:30-8:15 pm.

Conferencia magistral a cargo de Manuel Chust, “La historiografía en combate: Revolución, Independencias y Guerra Fría”.

 

MARTES 11 DE NOVIEMBRE

 

5:00-7:15 pm.

Taller a cargo de Ascensión Martínez y Alfredo Moreno: Crisis monárquica en España, liberalismo hispano y movimiento “juntista” en América.

Los acontecimientos ocurridos en España entre 1808 y 1824 impulsaron una serie de trastornos políticos en Hispanoamérica. El resultado fue que la América hispana buscó primero su autonomía y luego su independencia. El cautiverio de la familia real, el surgimiento del fidelismo en torno a la figura de Fernando VII, la aparición de las juntas de gobierno y la promulgación de la constitución liberal de 1812 fueron el marco en el cual se aceleró el proceso separatista iberoamericano, una guerra iniciada en la década de 1810 y que culminó en el decenio posterior. En 1826, España había perdido casi todas sus colonias en América, con excepción de Cuba y Puerto Rico: unas 15 millones de personas habían dejado de ser súbditos de la Monarquía hispana. Para comprender los móviles políticos que empujaron a los “insurrectos” americanos, es clave analizar lo que ocurrió en España, poniendo énfasis en las ideas que se articularon en torno al constitucionalismo.

 

7:30-8:15 pm.

Presentación del libro La Independencia inconcebible: el trienio liberal español y la pérdida del Perú (1820-1823), a cargo de Ascensión Martínez, Alfredo Moreno y Manuel Chust.

 

 

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