Por Germán Carrera Damas
Escuela de Historia
Facultad de Humanidades y Educación
Universidad Central de Venezuela
Siempre he rechazado el común aserto de que la Historia se repite; incluso la versión irónica de que primero lo hace como tragedia y luego como comedia. Tampoco la imagen de la marcha de la Historia espiral, formulada por Giambattista Vico, me hace dudar del para mí precepto básico de que la Historia no se repite. Un filósofo natural de la Historia zanjaba el problema entregando una sentencia muy indicada para cavilar sobre ello: “cada momento tiene su hora”. Confieso que aun trato de comprender la profundidad de esta percepción de la dinámica de la Historia….
Fundo mi rechazo de la eventual repetición de la Historia en la valoración del hecho histórico como manifestación suprema del hecho social; por hallarse incrementada la naturaleza ordinaria de éste último, aun en su complejidad, por la interacción de las coordenadas de tiempo y espacio, entendidos también históricamente; vale decir enclavado el hecho social en el correlato del tiempo histórico con el espacio sociohistórico, dimensiones específicas de la Historia que escapan al tiempo cronológico y al espacio geográfico.
Quizás por efecto de estas últimas consideraciones podríamos llegar a no percibir certeramente el sentido de situaciones, engañosas, que el acontecer histórico gusta de plantearnos para con ellas inducir al extravío de la razón, histórica, sugiriendo repetición donde se da tan sólo perversión.
Por lo dicho, y algo cautelosamente, me he refugiado en la convicción de que la razón de la historia no es la razón de la Razón, puesto que esta última está vinculada con el sentido común; y nada es menos apropiado para comprender la historia que el sentido común. Éste se nutre de lo ordinario, mientras que la Historia muestra preferencia por lo extraordinario. Valga esta puntualización para retar el sentido crítico de quien lea lo que seguirá.
Se trata de un fragmento de una obra en curso. Estudio la personalidad histórica de Rómulo Betancourt, en función de su condición de padre de la democracia moderna en Venezuela; y de eminente representante de la socialdemocracia, en y fuera de nuestro país. Para este fin elaboré un extenso borrador que se halla en la página web de la Fundación Rómulo Betancourt, patrocinadora de la obra. Sugerí que se divulgase el borrador con el propósito de recabar observaciones, críticas y contribuciones que, eventualmente, serían reconocidas en el ensayo final. Me parece oportuno transcribir, textualmente, un breve pasaje de ese borrador.
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“Ganaba renovada actualidad la que había sido una constante a lo largo de la Dictadura liberal regionalista: el papel electoral desempeñado por los altos mandos del Ejército, en el sentido de ejercer la sobredeterminación incuestionable de las candidaturas. Era necesario, por consiguiente, ocuparse llanamente del asunto. Rómulo Betancourt lo hizo en un texto publicado el 11 de mayo de 1945 con el título “Venezuela, la sucesión presidencial y el ejército”, que es parte del discurso que pronunció en el Teatro Olimpia, de Caracas, el 6 de mayo del mismo año. No parece que hubiese algo de casual en que el tratamiento del papel electoral del Ejército sucediera inmediatamente al dado a la candidatura del ex Presidente Gral. Eleazar López Contreras, .…”propiciada por sectores de muy definida contextura ideológica conservadora, que está debatiéndose públicamente en el país”…. Los términos son claros: Acción Democrática se opone a esta candidatura por buenas razones: .…”una de ética política; las otras enraizadas en consideraciones de interés nacional y muy vinculadas al proceso de transformaciones sociales de posguerra.” Subraya que “La moral política de la nación sufriría un severo golpe si a estas alturas de nuestra evolución se elevara al rango de tesis política el infantil juego de ‘la candelita’”….
Concluye que “….”El país necesita para el 46, año en que los cambios sociales de postguerra estarán a la orden del día, un hombre en Miraflores con un repertorio de ideas más audaces que las que forman el bagaje político del ex-Presidente. Y con mente más permeable a los aires de fronda que corren (sic) por el mundo, con agilidad mayor para adaptarse a situaciones cambiantes de un mundo convulsionado, con una concepción menos rígida del ‘principio de autoridad’.”
“Por estas razones reviste especial importancia la parte del discurso subtitulada “El Ejército Nacional y el 46”. El orador considera que tratarla causará sorpresa, porque .…”en Venezuela es el tema del Ejército un tema tabú, sin razón alguna que avalen y justifiquen (sic) ese proceder frente a una de las más importantes instituciones de la República.” No obstante, Rómulo Betancourt adoptó una estrategia conceptual-retórica cargada de propósitos cuidadosamente dosificados. Comenzó por negar la verdad que al mismo tiempo afirmaba:
“Se dice por ahí, a la sordina, como quien transmite una consigna pavorizadora, que el Ejército no admitiría en el 46 sino a un gobernante salido de sus filas, a un General Presidente. Quienes así hablan le están infiriendo una ofensa tan grave como gratuita a las fuerzas armadas de la República, al presentarlas no como salvaguarda del orden público y garantía de ejecución de la Ley, sino como casta antinacional, que se sintiera actuando en tierra conquistada y dispuesta a toda hora a imponerle al país su soberana e inapelable voluntad”….
“Dicho esto, sentenció, enviando mensaje corrector: ….”Están errados quienes así hablan de la actitud de nuestras instituciones armadas porque olvidan que el Ejército no es patrimonio privado de ningún prestigio personal [como el que se le reconocía al Gral. Eleazar López Contreras], sino el Ejército de la Nación.” Sobre la base de esta elaboración conceptual, que luce al igual como artimaña retórica y como mensaje subversivo, saca dos conclusiones: En primer lugar, considera que ….“el proceso de democratización de la conciencia nacional no se ha detenido, como ante muralla china, a las puertas de los cuarteles”…. En segundo lugar, “Portar uniforme militar no puede considerarse causal de inhabilitación para ejercer la primera magistratura. Pero tampoco es herejía pensar en un posible candidato civil para la Presidencia de la República en 1946”…. Por todo esto …..”quiero hacer una profecía, orgulloso como venezolano de poder expresarme así de las fuerzas armadas de mi país: si fuere civil el próximo Presidente de la República, tendrá en el Ejército apoyo sin regateo, respaldo sin reservas”…. (Rómulo Betancourt. Antología política. Volumen tercero 1941-1945. Caracas, Fundación Rómulo Betancourt, 1999, pp. 561-565).
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Retomando algo de lo dicho al comienzo de este mensaje, me limitaré a formular dos preguntas, cuyas respuestas podrían ayudar a identificar algunas manifestaciones del cambio histórico hoy perceptibles:
1a.- ¿No debemos temer que se esté realizando, en nuestra aparatoso presente, lo dicho por Rómulo Betancourt respecto de haberse formado una ….“casta antinacional, que se sintiera actuando en tierra conquistada y dispuesta a toda hora a imponerle al país su soberana e inapelable voluntad”….
2a.- ¿Debe tranquilizar el ánimo colectivo la certidumbre de que ha llegado, -¡Por fin!- hasta los soldados ahora ciudadanos plenos …..“el proceso de democratización de la conciencia nacional”….?
Caracas, 24 de julio de 2011.