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EL FUTURO DE LA REPÚBLICA LIBERAL DEMOCRÁTICA VENEZOLANA ESTÁ EN SU PASADO

Por Germán Carrera Damas, historiador venezolano

En enero de 2005 dirigí a mis compatriotas, y especialmente a mis colegas historiadores, el primero de los que he denominado Mensajes históricos. Lo titulé “En defensa de las bases históricas de la conciencia nacional”. Su objetivo era llamar la atención sobre la necesidad de enfrentar una grave amenaza. Ésta consistía en que: “El minado de la conciencia histórica de los venezolanos ha venido adelantándose de manera constante y progresiva. Lo que inicialmente parecía ser disparate historicista se ha revelado como parte de una estrategia ideológica dirigida a despojarnos del orgullo derivado del haber creado, como pueblo, la porción más sentida y significativa de nuestro pasado inmediato, el régimen sociopolítico democrático, nuestra obra fundamental del siglo XX.”

En junio del mismo año 2005, reforcé el Mensaje que acabo de citar con otro, el 3º, titulado Recordar la Democracia, dirigido a recomendar la actitud que debíamos adoptar los patriotas ante la amenaza sobre la cual había alertado: “Los venezolanos tenemos una democracia moderna que recordar, y ha quedado fuera de dudas que nuestro recuerdo de la democracia lo vivimos como voluntad de defensa y rescate de la que debemos considerar la obra sociopolítica fundamental de la Venezuela independiente. Esta actitud, que ha sido demostrada masiva y tenazmente, en gigantescas manifestaciones callejeras y en el ejercicio de derechos ciudadanos, perdura y aprovecha las oportunidades de expresarse. Así lo han comprendido también quienes hoy intentan secuestrar la sociedad venezolana y privarla de su más sentido recuerdo. Es lo que explica la doble estrategia fraguada por los secuestradores: Mientras se esfuerzan por desacreditar la democracia recordada, negándole toda virtud, siembran el totalitarismo al excluir de la ciudadanía activa a más de la mitad de la población, y al someter a un estado de humillante mendicidad a la otra mitad.”

Nada de circunstancial hay en el hecho de que me permita hoy evocar estos mensajes. Lo hago porque creo oportuno que reflexionemos sobre el alcance de dos preguntas, necesitadas de consideración por todos y cada uno de nosotros:

La primera pregunta plantea la necesidad de un examen de conciencia: ¿Cuánto éxito ha tenido la estrategia totalitaria de perversión de la conciencia histórica de los venezolanos?

La segunda pregunta se deriva lógicamente de la respuesta que le demos a la primera: ¿Qué debemos hacer para reparar el daño causado y derivar de ello nuevas fuerzas para fortalecer nuestra conciencia histórica, y honrarla con nuestra acción presente?

No se le escapará a quien esto lea que al formular estas preguntas parto de dos comprobaciones. En primer lugar, la de que se ha dañado la conciencia histórica del Venezolano. En segundo lugar, la de que podemos reparar el daño y derivar de ello fuerzas para honrarla. Queda claro así que asumo la responsabilidad de explicar tales comprobaciones.

Séame permitido el que antes de entrar a explicar la primera comprobación, consistente en que la conciencia histórica del venezolano patriota ha sido dañada, fundamente, apelando a los recursos de mi oficio de historiador, los términos de la explicación que intentaré ofrecer. Los fundamentos caben en una sintética fórmula en tres tiempos: 1º En la Historia, escrita con mayúscula no existe el pasado; existe el tiempo histórico, en el cual se conjugan los que convencionalmente denominaos pasado, presente y futuro. 2º Esto es aún más cierto en el caso de la Historia de una sociedad recién nacida, como lo es la republicana venezolana. Por algo estamos conmemorando que cumplimos lo que un orador oficial ha denominado “nuestros primeros doscientos años de Independencia”, persuadido, supongo, de que habrán segundos doscientos años. Todo confluye en mi certidumbre histórica, expresada en términos convencionales, de que el futuro de la recién nacida sociedad republicana venezolana está en su pasado.

Molesta mi entendimiento, y sacude mi conciencia histórica, el escuchar a dirigentes políticos ¿influidos por algunos científicos sociales y políticos, analistas y encuestadores? sentenciar que no se pretende volver al pasado, al bipartidismo puntofijista, a la cuarta. Tengo derecho a preguntarme si lo hacen adoptando, irreflexivamente, la conceptualización de nuestro pasado republicano democrático utilizada como arma por el enemigo al que, sin embargo, combaten. Vienen al caso algunas puntualizaciones:

En primer lugar, al rechazar, esos dirigentes políticos, el volver al pasado, su determinación significa, quiéranlo o no, negarse el derecho a rescatar la libertad y la democracia, como única fórmula, históricamente comprobada, de erradicar el despotismo; mal que nos acosa desde que rompimos la República de Colombia, en 1830. ¿O es que carecen de sentido histórico, hasta el punto de incurrir en el infantilismo intelectual de imaginar un régimen sociopolítico que no suscite reparos y objeciones? ¿O es que los suscitados por el despotismo resurrecto son más llevaderos que los suscitados por la Democracia?

En segundo lugar, al rechazar, los dirigentes políticos aludidos, el bipartidismo puntofijista, ignoran tres hechos comprobados: 1º En la Venezuela democrática nunca hubo bipartidismo. No se conoce un caso en el cual la competencia democrática entre partidos no desemboque en que sobresalgan dos de ellos, según los resultados electorales. 2º La consolidación de la República liberal democrática, que ocurrió a partir del 31 de octubre de 1958, se inició cuando fue suscrito el denominado Pacto de “Punto Fijo” por Jóvito Villalba, en representación de Unión Republicana Democrática; Rafael Caldera, en representación del Partido Social Cristiano Copei, y Rómulo Betancourt, en representación de Acción Democrática. Más importante aún, ese Pacto dio origen al Programa mínimo conjunto de gobierno, suscrito el 6 de diciembre de 1958 por Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y el Contraalmirante retirado Wolfgang Larrazábal. 3º Estos acuerdos interpartidistas sentaron las bases del Gobierno de Coalición, que llevó a cabo la liquidación de la agobiante herencia de la Dictadura, tanto en lo político como en lo social.

En tercer lugar, quedó así comprobado que la consolidación de la República liberal democrática resultó del entendimiento en Nueva York, en 1957, de los tres esclarecidos dirigentes políticos que acordaron los documentos fundacionales mencionados. En términos más directos: tres hombres fueron capaces de interpretar las aspiraciones democráticas de los venezolanos, como quedó demostrado en la altísima participación electoral. ¿Tuvieron necesidad de consultar a la opinión pública? ¿O, de su parte, lo hicieron con la militancia de las organizaciones políticas que representaron? ¿Invalidó el no haberlo hecho lo socialmente acertado y beneficioso de sus acuerdos y decisiones?

La sociedad democrática venezolana está abocada a otro momento decisivo de su historia. Tendrá que asumir decididamente la defensa de la República, reafirmando su vigencia plena, basada en el libre ejercicio de la Soberanía popular como principio inmanente tanto a la formación como al ejercicio y la finalidad del Poder público en una República liberal democrática. ¿Para estos fines, cuál experiencia le servirá de guía, si no de modelo? ¿Dónde buscarlo? Puedo afirmarlo rotundamente: no hay una experiencia que supere la edificada por el pueblo venezolano y que hoy pueden y deben recordar y rescatar el pueblo y sus orientadores sociales y políticos.

Al decir esto último no me refiero a términos más o menos lejanos, sino a los que de hecho seguimos viviendo en el tiempo histórico, porque el haberlos vivido condujo a la más importante realidad de nuestro tiempo sociopolítico: la Democracia ha dejado de ser, en Venezuela, un propósito y una determinación nacidos del patriotismo y la lucidez de un puñado de hombres bien intencionados, y del modo ejemplar como ejercieron el Poder público. La voluntad democrática se ha convertido en una fuerza que brota de la sociedad y determina la conducta a seguir por los dirigentes políticos y sus partidos.

Es difícil concebir una modalidad más viable de acatamiento de este cambio histórico fundamental de la sociedad venezolana que la actualmente practicada. Una trascendental unidad democrática, integrada por las más diversas fuerzas, sociales y políticas, que luchan por la preservación de la República, el restablecimiento pleno de la Democracia, y la adopción del procedimiento de las elecciones primarias para escoger el candidato presidencial de la unidad democrática, -aplicando en esto lo propuesto por la histórica Comisión Presidencial para la Reforma del Estado, COPRE-, marca el nivel más alto concebido para conseguir la plena vigencia de la Soberanía popular.

¿Es razonable, en estas circunstancias, seguir repitiendo, inadvertidamente, que debe prescindirse del pasado histórico para determinar el porvenir de la sociedad democrática venezolana? De pretenderse seguir por ese imposible camino, que, sin embargo, algunos predican, el objetivo no sería posible ni siquiera escogiendo un candidato que no tenga más de 12 años cumplidos, o que haya hibernado, en ausencia virginal, hasta la actualidad.

Permítanme terminal haciendo votos porque prevalezca la sensatez histórica.

Caracas, mayo de 2011.
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Manuel González Prada: el primer peruano moderno

Entrevista a Juan Luis Orrego en Biblioteca Imprescindibles Peruanos publicada por el diario El Comercio

La obra en prosa de González Prada es una consecuencia de la guerra con Chile. ¿Se puede decir que con la derrota nace tanto el Perú contemporáneo como su primer pensador moderno?

Históricamente sí, pues el Perú moderno nace después del fracaso de la primera república, marcado por el caudillismo, el derroche del guano y la derrota contra Chile. Horas de lucha se termina de escribir, a pesar del criticismo de su autor, cuando nacía lo que Basadre llamó la “República Aristocrática”, un periodo marcado por el consenso político, la estabilidad institucional y un crecimiento y desarrollo autónomos. Ahora, si bien es cierto que antes de la Guerra del Pacífico hubo algunos políticos e intelectuales que denunciaron la decadencia o la inmoralidad (Fernando Casós, por ejemplo), Gonzáles Prada se presenta como un “libre pensador” convertido al anarquismo, al anticlericalismo e, incluso, al ateísmo; no hay duda que es tributario de una pensamiento que le era ajeno a cualquier crítico precedente. Es también moderno porque se perfiló en uno de los intelectuales de mayor trascendencia en el desarrollo de las ideas políticas del siglo XX peruano. Influyó notablemente en el pensamiento de la Generación del 900 y en las ideas de Haya de la Torre y Mariátegui.

José Carlos Mariátegui escribió: “González Prada no interpretó este pueblo, no esclareció sus problemas, no legó un programa a la generación que debía venir después. Mas representa, de toda suerte, un instante –el primer instante lúcido– de la conciencia del Perú”. ¿Considera que esta es una apreciación correcta?

Si tenemos en cuenta que el estilo de Gonzáles Prada se quedó en el discurso, el ensayo o el estilo panfletario, la opinión de Mariátegui se ajustaría a lo correcto. No hay en el autor de Páginas libres un libro orgánico, una investigación sólida y documentada sobre un tema en particular o un programa político integral y de largo aliento para el país. El libro que comentamos aparece en 1908 y, aun año antes, en Francia, Francisco García Calderón ya había publicado Le Pérou contemporain, primer libro de interpretación de la realidad peruana desde la óptica del civilismo más “progresista”. Para algunos, su figura tampoco calzaría en el perfil de maestro, pues su espíritu libre le impidió formar un grupo o una generación de discípulos. Sin embargo, sus ideas, que eran como latigazos a la conciencia nacional, su espíritu hipercrítico, casi incendiario, y su lucidez para captar lo que otros no veían o no querían poner por escrito, lo colocan como referente del intelectual que es percibido como la “reserva moral” de un país.

A través de su vida González Prada fue positivista, liberal, librepensador y anarquista. ¿De él se puede decir que legó una ideología o de un espíritu de denuncia?
Más que una ideología, nos legó un espíritu de denuncia, una voz de alarma, por ejemplo, ante la mediocridad y la corrupción públicas. De allí su ascendencia, especialmente en los jóvenes (como en el caso del joven Haya de la Torre), por ese espíritu de rebeldía ante el orden establecido.

Es notoria su influencia en la obra de Mariátegui y Haya de la Torre, sobre todo en lo que respecta al problema del indio. ¿Cómo se puede evaluar la importancia de Páginas Libres y Horas de Lucha en el derrotero del siglo XX peruano?
En efecto, para nuestro autor el Perú estaba formado, básicamente, por una multitud de indios diseminados en la Cordillera. El problema del indio –añadió- había sido creado por la Conquista por la crueldad y la ambición de los invasores. El indio, sin embargo, no era inferior al blanco o al mestizo. Su problema se resolvería dándole educación de calidad e independizarlo de las tres “autoridades” que lo explotaban (el gamonal, el prefecto y el cura) para que logre mejores condiciones sociales y económicas en la vida nacional. La república criolla, concluyó Gonzáles Prada, no había cambiado el estado de postración del hombre andino. Estas ideas tuvieron enorme influencia no solo en Haya o Mariátegui sino también en la generación de intelectuales indigenistas de la década de 1920. Asimismo, al afirmar que los grandes problemas del Perú, provenían del legado de España, una nación atrasada a la que había que olvidar si queríamos construir un país moderno, fue uno de los precursores, también a nivel intelectual, de lo que luego las ciencias sociales, en la segunda mitad del siglo XX, llamó la “herencia colonial” para explicar la realidad peruana.

Nada escapa del fuste de Horas de Lucha. ¿Cómo encajó la sociedad peruana este ataque contra ella?
A corto plazo, en casi nada. La “República Aristocrática”, dominada por el civilismo, siguió su curso, sin grandes sobresaltos, hasta 1919. El modelo económico, orientado a la exportación, y la situación del indio, a pesar de la rebelión de Rumi Maqui (Puno, 1915), se mantuvieron casi inalterables. Por su lado, la Generación del 900, encabezada por José de la Riva-Agüero y los hermanos Francisco y Ventura García Calderón, si bien en un inicio se entusiasmó con las ideas del ilustre librepensador, no encontró sitio en el Partido Civil. Los García Calderón se fueron del país antes de la publicación de Horas de lucha y Riva-Agüero, luego de la creación de un partido que no tuvo arraigo popular y del golpe de Leguía, se autoexilió y, de su liberalismo inicial, emigró a posturas más conservadoras. En todo caso, las luchas obreras que se dieron durante estos años sí estuvieron teñidas por las ideas anarquistas defendidas por Gonzáles Prada y algunos inmigrantes europeos, especialmente italianos, asentados en Lima.

Luis Alberto Sánchez señala que la obra de González Prada ha pasado por diversos procesos de apreciación y negación. ¿No es una ironía de la historia hacer de él un autor “oficial”? ¿Ha terminado siendo más importante para la literatura que para la política?
Desde muy joven, Luis Alberto Sánchez fue admirador de las ideas de Gonzáles Prada y, cuando escribió su historia de la literatura peruana, lo incluyó en un lugar protagónico. Para bien o para mal, sabemos que la obra de Sánchez estableció el canon de los autores y las obras que debían formar parte de la literatura nacional. De allí que aparezca un escritor tan contestatario (y solitario) formando parte de la lista “oficial” de autores peruanos.

En Horas de Lucha se aprecia el germen de varias corrientes que no aflorarían sino hasta varias décadas después, como el feminismo, el vegetarianismo, el laicismo y hasta incluso un indigenismo más sociológico que romántico, por llamarlo de alguna forma. ¿Qué tan adelantado estaba González Prada a su época?
No sé si “adelantado”, aunque por lo menos bastante “actualizado” con las corrientes ideológicas e intelectuales de su época. Su formación académica, su estancia en Europa y el deseo de estar al día con las nuevas ideas hicieron de él también un hombre cosmopolita. Cuando leemos Horas de lucha constatamos su gran dominio de la historia, de los autores clásicos y los pensadores de su tiempo.

¿Por qué un peruano debería leer Horas de Lucha ahora? ¿Cuál es su vigencia más de cien años después?
Porque nunca debe perderse el horizonte crítico, la capacidad de rebelarse o de indignarse frente al atropello, la corrupción la explotación o la inoperancia. Esa es, en el fondo, su vigencia. Frente al acomodamiento, a la mirada al costado o a la contemplación pasiva, Horas de lucha es un llamado a la reflexión y a la acción. También es un llamado a la honestidad intelectual, a la coherencia entre el pensamiento y la vida práctica.

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‘Todo régimen de carácter totalitario necesita borrar la conciencia histórica’

ENTREVISTA AL HISTORIADOR VENEZOLANO GERMÁN CARRERA DAMAS

Caracas, 06 de Mayo ( Noticias24).- En el marco de la celebración del Bicentenario de vida independiente y soberana de los países latinoamericanos, la Universidad Monteávila organizó, entre el 3 y el 6 de mayo, las II Jornadas sobre las “Reflexiones de la Venezuela Histórica”; las cuales trataron temas acerca de Venezuela y sus orígenes republicanos, centrando su atención específicamente en los hechos ocurridos el 5 de julio de 1811. Noticias24 tuvo la oportunidad y el placer de entrevistar a uno de sus más importantes expositores, al gran historiador Germán Carrera Dama, quien ilustra de una manera muy jovial y práctica, la evolución y desarrollo histórico del país.

¿Basado en los hechos históricos, Venezuela es un país que logrará alcanzar la estabilidad social, económica y política?
No es que la alcanzará, Venezuela había logrado un alto nivel de estabilidad política, económica y social. Ha entrado en una fase crítica por una errónea conducción, tanto de la sociedad, como de la economía… Pero ya ha acumulado una experiencia y ha formado de tal manera una fuerza social, que a mí no me cabe la menor duda que prevalecerá pronto y yo diría con mayor eficiencia que antes. Si ustedes estudian lo que es el comienzo de la Venezuela moderna, se darán cuenta que eranmuy escasos los recursos, tanto materiales como humanos con que se contaban. Ahora no, Venezuela es un país rico, no por su petróleo, sino por los venezolanos que no solo han adquirido experiencia para su desarrollo profesional, sino que han adquirido algo muy importante que es la conciencia democrática, como no existe en ningún otro pueblo de América Latina.

¿Cuál es la importancia de que los venezolanos conozcamos nuestra propia historia?
Todo régimen de carácter totalitario, como es este régimen militar-militarista establecido en Venezuela, necesita no ya confundir, sino incluso borrar la conciencia histórica para darle a la gente la impresión de que ellos están haciendo la historia. Por eso, todo ese esfuerzo por borrar lo que ellos llaman la IV República y crearse su propia visión de la historia. Igual hicieron los nazis, igual hicieron los soviéticos, igual hicieron los chinos… y ¿Qué queda de ellos? ¿Quién se acuerda de un historiador del nazismo? … ¿y en Cuba?, ¿dónde está la historiografía cubana?… en las universidades norteamericanas. Este es un hecho real. Esos regímenes totalitarios, que intentan sustituir la conciencia histórica de un pueblo como el nuestro, están condenados al fracaso.

¿Qué opina del llamado Socialismo del siglo XXI?
Yo no me ocupo de mitología.

¿En qué se diferenciaría el sistema monárquico del sistema de gobierno actual en Venezuela? ¿Habría alguna similitud?
Es más grave la situación, nosotros estamos todavía como pueblo en una fase de liquidación de la conciencia monárquica, hemos avanzado mucho y la prueba es que la mayoría del pueblo venezolano es democrático, vota, quiere tener libertad, etc… Pero todavía una parte de la sociedad venezolana, perdura a ciertos hábitos que son directamente heredados de la sociedad monárquica. ¿No se han fijado de cuántas personas serias, honorables y respetables dicen: “es que el Presidente no sabe lo que está pasando, si el Presidente supiera… que venga el Presidente a ver lo que está sucediendo” .

¿Qué pasaría, por ejemplo, si a un granjero norteamericano, al que se le inunda la finca, dice: “el presidente Obama debe venir a ver lo que me está pasando a mí”?, lo considerarían loco. Sin embargo, todavía en Venezuela hay mucho resabio, como es resabio la idea de que elJefe del Estado es una especie de soberano omnipotente, que está por encima de toda consideración, no solo social sino incluso legal.
Yo diría que estos regímenes militar-militarista están más cerca de la monarquía absoluta, que de la República, a pesar de tener una Constitución, pero que la ignora olímpicamente. También Fernando VII anuló la constitución del 12.

¿Si tuviera que recomendar algunos de sus libros al venezolano de a pie, cuál sería y por qué?
Esa es la pregunta más difícil, porque casi estoy a punto de decirle ¡el próximo! (risas). Pero, para ser justos, hace casi medio siglo yo publiqué un libro que se titul“El culto a Bolívar”, de ese libro ya se han hecho 8 ediciones y yo no he cambiado ni una letra de esa primera edición. Pero ese libro no fue simplemente un ejercicio intelectual, ni siquiera académico (aunque fue mi tesis doctoral), era algo más. Yo pretendía prevenir a los que estabanreinstaurando la democracia en Venezuela en el año 59, y pretendía advertirles que era necesaria una nueva lectura de este bolivarianismo que había servido de una manera tan eficaz para todos los gobiernos dictatoriales, incluso el que acababa de terminar con Marcos Pérez Jiménez, mostrándole cómo en el pensamiento atribuido y en el uso del respeto que el pueblo de Venezuela tiene a Bolívar, que es genuino y es auténtico, había un instrumento poderosísimo que iba a servir para manejar y manipular al pueblo, llevándolo por caminos que podrían ser tan nefastos como el que estamos viviendo. Fíjense que este régimen nació bajo la égida del “bolivarianismo-militarismo”. Lamentablemente aquel libro (bueno… fue ilusión mía), pensé que podía ser leído por quienes dirigían la política… Yo no pretendo darle direcciones a los políticos, pero tengo la impresión de que no fue leído, no porque el libro valiera mucho, sino por el asunto de lo que trata, que merecía una reflexión muy seria como creo que ahora sí lo tiene un buen número de hombres que han desarrollado esas ideas en una forma que me hace a mí sentir muy orgulloso, no de lo que hice sino de lo que han hecho. Estoy hablando de Manuel Caballero, Elías Pino Iturrieta y de todos aquellos que han desarrollado, en una forma creativa, que a mí me produce la satisfacción de haber estimulado un poco eso. Pero sí lamento que no haya habido una reflexión política de lo peligroso que puede llegar a ser el culto a Bolívar.

¿En una palabra, cómo definiría a Venezuela?
Venezuela para mí, primero, no requiere definición, en el sentido que yo he sido un absoluto venezolano. He vivido más de la mitad de mi vida en el exterior, estuve 10 años exilado por Pérez Jiménez, he trabajado en universidades en muchos sitios, pero siempre, siempre, mi objetivo estuvo claro: Estar en Venezuela y trabajar en Venezuela, tratando de contribuir aunque fuera modestamente como profesor, a que los venezolanos empeñados por su esfuerzo en construir un gran país, pudieran hacerlo quizás con más fuerza. Venezuela es fundamentalmente un pueblo que quiere construir una sociedad democrática, ese es el valor que tiene para mí el venezolano.

En su ponencia indicó lo siguiente: Los pueblos no se mueven por las ideas, sino por las creencias. ¿Podría explicarnos un poco esa afirmación?
No pretendo decir que las ideas no tengan significación, lo que pasa es que vistas en un nivel de los intelectuales y los investigadores, las ideas son proposiciones que requieren explicación, ya esta se escriba en libros para justificar una idea, pero cuando la idea entra ya en lo que llamaríamos la conciencia común, la conciencia social, pierde ese carácter de proposición por demostrar y se convierte en una creencia. ¿Qué quiere decir esto? Es algo que se admite y se asume sin necesidad de comprobación, este es el principio de todas las religiones. ¿Cómo se llama la oración básica del cristianismo católico? El credo. Efectivamente eso tiene una razón de ser y una razón de ser muy profunda. Nosotros creemos que los hombres luchan por las ideas y sí, es posible. Hay hombres que han sido mártires por sus ideas, pero la masa de la sociedad cuando defiende alguno de estos valores que han sido formulados con ideas, lo hace dentro de una diversidad de interpretaciones, que pueden resultar hasta contradictorias, es decir, de 10 personas, 10 tienen una idea diferente o propia de lo que es la democracia y de lo que es la libertad. Pero lo sienten igual. Yo les puedo decir que con todo los años de historiador que tengo, me he puesto a estudiar a los jóvenes, y he encontrado que el más claro, el más fecundo y el más comprensivo de los programas políticos que se han presentado en esta Venezuela en lucha contra el totalitarismo, es el que han formulado los jóvenes cuando dicen “democracia y libertad”.

(Por José Luis Mijares / Noticias24)

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