La iglesia de La Soledad en 1910
Muy deteriorada debido a un incendio (5 de junio de 2005), ya en 1604 tenemos noticias de la existencia de esta pequeña iglesia, fundada por la Cofradía del mismo nombre. Por esos años, el templo era bajo, oscuro y avanzaba hacia la plazuela de modo que afeaba la vista y el conjunto franciscano. Por ello, según Jorge Bernales Ballesteros, el Comisario Cervela la mandó derribar y construir a la altura de la portería del convento colindante, y así la plazuela quedó amplia, empedrada y con perspectiva. La primera piedra fue colocada en 1664 por el virrey Conde de Lemos. La traza de la capilla se atribuye a Constantino de Vasconcelos, pero fue dirigida desde 1669 por fray Carlos de la Concepción y, como obrero mayor, estuvo fray Juan de Benavides. Según Bernales Ballesteros, los terremotos posteriores y la furia del neoclásico se recrearon en desfigurar esta pequeña iglesia, que pese a todo mantiene, con las magníficas portadas del conjunto franciscano, un digno aire de discreción, que no desdice de este evocador rincón limeño, uno de los pocos en los que todavía se puede vislumbrar la belleza de esa Lima de antaño. Pese al último incendio, podemos advertir que su interior es neoclásico; sus retablos y púlpito son atribuidos al presbítero Matías Maestro. La unidad estilística de su interior contrasta con el barroco de su arquitectura. En su altar mayor se encuentra la imagen fundadora de Nuestra Señora de la Soledad, una de las más veneradas de la ciudad desde hace cuatro siglos.