El Paseo Colón y la Plaza Bolognesi hacia 1910
A partir de la recuperación económica y política, luego del desastre de la guerra con Chile, se inició un periodo de expansión urbanística y arquitectónica de Lima, acompañado por un proceso de “europeización” de la ciudad. Par empezar, el presidente Piérola, asesorado por Santiago Basurco, dictó medidas para prohibir el uso del abobe y la quincha en las construcciones. Si bien esto tardó en producirse, lo cierto es que el uso del concreto armado y el ladrillo se fue imponiendo gradualmente. A nivel arquitectónico, predominó el eclecticismo, con cierto énfasis en el estilo academicista, influenciado por la Ecole Beaux-Arts de París. Las residencias en el Paseo Colón, el edificio de la Compañía de Seguros Rímac en el Paseo de la República, la Plaza Dos de Mayo, la Plaza Bolognesi, la sede del Club Nacional, el edificio del Banco Italiano, la Plaza San Martín o el nuevo Palacio de Justicia son ejemplos de esta tendencia europeísta. Paralelamente, a partir de los años 20, otros estilos, como el neoperuano o el neoinca, empiezan a aparecer en un contexto ya de claro “eclecticismo” que sería el predominante a partir de la siguiente década.
Durante los años 30 y 40, se impone en nuestra ciudad un claro “eclecticismo arquitectónico”, marcado por diversos estilos, como el académico europeo, el neoperuano, el neoincaico, el neorrenacentista, el moderno con recreación clásica, el art deco y el buque, entre otros. Por su lado, la vivienda tipo chalet pudo ser académico francés, tudor, vasco, buque, neocolonial, andino y californiano, principalmente.
Algunos ejemplos.- Entre el estilo académico tenemos el Edificio Rímac (Ricardo Malachowski, 1919-24), la Plaza Dos de Mayo (Ricardo Malachowski, 1924), el Club Nacional (Ricardo Malachowski y Enrique Bianchi, 1929) y el Palacio de Justicia (Bruno Paproki, 1926-38); en el neoperuano, la fachada de la Escuela de Bellas Artes (Manuel Piqueras, 1920-24); en el neoincaico, el Museo de la Cultura Peruana (Malachowski, 1924); en el neorrenacentista, el Edificio Minería (1920-24); en el neocolonial, el Palacio Arzobispal (Ricardo Malachowski y Claudio Sahut, 1919-24); y, en el moderno, el Edificio Gildemeister (W.B. Lange, 1928).
Los arquitectos.- Hasta la década de 1930, eran muy pocos los arquitectos que trabajaban en Lima como profesionales. Ricardo de la Jaxa Malachowski y Claudio Sahut, ambos extranjeros, habían egresado de la Escuela de Bellas Artes de París. De los peruanos, la mayoría había estudiado en el extranjero, como Rafael Marquina (graduado en la Universidad de Cornell, Estados Unidos), Héctor Velarde (formado en Europa) y Emilio Harth-Terré (con estudios en la antigua Escuela de Ingenieros de Lima). Ellos constituyen la “primera generación” de arquitectos peruanos.
A la “segunda generación”, quizá la más coherente de al historia de la arquitectura peruana, pues estuvieron identificados con los lineamientos de la revista El Arquitecto Peruano, pertenecen Fernando Belaunde Terry (director de la publicación), Enrique Seoane Ros, Luis Ortiz de Zevallos, Alfredo Dammert, Carlos Morales Macchiavello y Luis Dorich. Cabe destacar que, hasta 1943, la arquitectura no era una carrera en nuestro país; se estudiaba como un curso especializado para ingenieros civiles. El Perú debe a la “segunda generación” la organización de la arquitectura como carrera universitaria cuando se fundó, en la antigua Escuela Nacional de Ingeniería (ENI, hoy UNI), el Departamento de Arquitectura; su primer jefe fue Rafael Marquina, a quien se le considera el padre de la nueva disciplina científica en nuestro país; entre sus primeros profesores, estuvieron Malachowski, Velarde, Belaunde, Harth-Terré y Paul Linder.