Historia de la muralla de Lima (3)


Puerta del Callao en 1868

Un sistema de control social.- En todo caso, la idea de una estructura de defensa que rodea una ciudad, como una fortaleza, era una reminiscencia medieval, y su presencia fue símbolo del poder español.

Pero, en realidad, respecto a su uso o función, sembró una división en dos espacios: lo intra muros, es decir, lo que estaba dentro de los muros de la ciudad; y lo extra muros, lo que ocurría fuera de los muros o fuera de la ciudad. En otras palabras, a través de estos espacios se intentó controlar la vida económica y social de la capital del Virreinato.

Sus 10 puertas eran las que permitían el control social, o al menos esa era la intención, ya que cualquier persona, por ejemplo, no podía entrar a la Plaza de Armas. Al menos, en los años del Virreinato, las puertas de la ciudad estaban vigiladas, sobre todo de noche. El acceso y la salida estaban restringidos por las noches, en que las puertas se cerraban con la puesta de Sol y se abrían al alba del día siguiente.

Según Juan Manuel Ugarte Eléspuru, de las 10 puertas, ninguna tenía atractivo artístico, excepto la Portada de Maravillas. Era por Maravillas que permitía el acceso a la Plaza de Armas, por lo que era la primera y principal puerta de acceso a la ciudad (quizás por esto era distinta a las otras) y se encontraba en el final del Puente de Piedra o Montesclaros (hoy llamado Trujillo). En nuestra opinión, la portada del Callao, con sus tres puertas, en el Óvalo de la Reina, también tenía algún valor artístico, aunque menor que Maravillas.

En 1740, el sabio limeño Pedro de Peralta Barrionuevo expuso en un tratado las ventajas de esta muralla y cómo se podía transformar la ciudad por la acción defensiva que brindaba. Hasta trece argumentos invocó en apoyo a esta idea, incluyendo, como reseña Lohmann, emplazar ese alcázar en un punto que interceptara el acceso desde el litoral a Lima, o sea e una línea que se ubicaría en la actualidad entre la plaza Dos de Mayo y la plaza Francia.

La Muralla, un problema en el siglo XIX.- Con el tiempo, debido al crecimiento de la población, la muralla marcó otra diferencia peligrosa. La gente que vivía en los extramuros se fue tugurizando y devino en un sector social lumpen. Otro tema era el de la basura. El Reglamento de Policía de 1825 decía que los alrededores de las murallas de esta ciudad por dentro y por fuera se limpiaran y asearan por los presidiarios condenados a trabajar… no permitiendo que en aquellos lugares se boten trapos, colchones de muertos… ni las demás cosas inmundas y despojos domésticos. A esto habría que sumar el hecho de que, hacia 1860, cuando lo limeños ya bordeaban los 100 mil, la muralla ya no podía contener a la ciudad y, de hecho, se convirtió en un freno para su desarrollo.

Por ello, como parte de programas de expansión urbana y construcción de nuevas avenidas, se procedió a su demolición en 1868 durante el gobierno de José Balta. En resumen, a diferencia de la muralla del Callao, la de Lima nunca sirvió para los fines con que fue construida, al punto que Raúl Porras Barrenechea sentenció que “murió virgen de pólvora”.

La demolición de la Muralla, 1868-1870.- En realidad, la primera “demolición” de la Muralla ocurrió en 1808, cuando se construyó el Cementerio General, y se necesitó un acceso amplio al nuevo camposanto inaugurado por el virrey Abascal.

Finalmente, como decíamos, en 1868 el gobierno de Balta decidió borrar del paisaje urbano la mole de Palata. Contrató al empresario Enrique Meiggs, quien inició el trabajo sujeto a un plan previo, que consistía en la construcción de grandes avenidas o paseos de corte afrancesado que, a la larga, fueron la Alameda Grau, el Paseo Colón y la avenida Alfonso Ugarte. Como parte del trato, por el que cobró 211 mil soles, Meiggs derribaba la construcción colonial. Pero, como el espacio que ocupaban las murallas no era suficiente para construir avenidas de 50 metros de ancho (las de Circunvalación), Meiggs fue autorizado por el gobierno para adquirir por expropiación forzosa los terrenos complementarios.

Como anota Guillermo Lohmann, Henry Meiggs, arriscado aventurero decidido a explotar una modalidad de lucro con la propiedad inmueble desconocida en el país: comprar a precios bajos para vender a uno superior beneficiándose directamente de alguna mejora ambiental. En el lapso de dos años, tras ofrecerse como único postor, derruyó la cerca por un costo reducido, eso sí a cambio de la concesión de fajas del terreno adyacentes a ella, y que especulativamente habían granjeado una considerable plusvalía al tener ahora por frente la gran alameda de circunvalación, de 50 metros de ancho, al estilo de los bulevares parisienses.

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Comentarios

  1. Mario Tamayo Napuri escribió:

    Buenas tardes.

    Aprovecho para saludarlo y a la vez felicitarlo por el impecable trabajo que realiza como historiado. Soy Mario Tamayo Napuri, estudiante de la universidad San Martín de Porres de la faculta de ciencias de la comunicación y estamos realizando una infografía del Parque de la Exposición de Lima. Por tal motivo Nos gustaría que nos brindara una entrevista, en la cual nos pueda ilustrar y dejar registro de las declaraciones de un experto en la historia del lugar mencionado.
    Sabiendo que nuestros fines son educativos, estoy seguro que podremos contar con su apoyo y estare esperando su prota respuesta.

    Atentamente.

    Mario Tamayo Napuri.
    Estudiante de la Univ. San Martín de Porres.
    Facultad de Ciencias de la Comunicación
    mariotamayo2@hotmail.com
    mariotamayo2@gmail.com

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