El escudo del Perú con la imagen de Santa Rosa de Lima
Desde los años de las guerras por la Independencia, los peruanos se imaginaron el Perú y comenzaron a buscar su representación a partir de diversos símbolos. Esto, además, era necesario para legitimarse como República, formar su propia identidad y, por lo tanto, asegurar la lealtad de la población frente a las instituciones del poder. Era, además, una tarea que contribuiría a formar una imagen propia para convertirse en un nuevo actor en la escenario internacional, como lo estaban haciendo las nuevas naciones latinoamericanas. En resumen, existía una doble necesidad de construir una representación (simbología):
1. Dirigida a todos aquellos que a partir de la Independencia se incluirían como parte de un proyecto de estado-nación soberano
2. Mostrarse ante la comunidad de naciones, a todos los que estaban fuera de los límites de este nuevo estado y obtener el reconocimiento de aquellos con los cuales se debía establecer relaciones diplomáticas y comerciales.
De esta manera, el Perú como idea, nación y proyecto se dio también a través de una representación (simbología) que supo rescatar algunos elementos del pasado que van a ser recreados y resignificados. Dentro de esta idea se encuentran las iniciativas del libertador José de San Martín quien, al diseñar los símbolos patrios, demostró que la nueva nación luchaba y vestía con sus propios colores y no los impuestos por España.
San Martín y el Perú imaginado.- La política de crear símbolos patrios del libertador comienza antes de su entrada a Lima. Cuando desembarca en Paracas y se instala en Pisco, está convencido de que “la lucha en el Perú no es común, no es guerra de conquista y gloria, sino enteramente de opinión”, pues señala “¿de qué me serviría Lima si sus habitantes me fueran hostiles en opinión pública”. Es posible que esta frase encierre la clave de su política de símbolos. Sabe que no tiene la ventaja militar, solo se apoya en el bloqueo naval de Lord Cochrane y en las guerrillas y montoneras de la sierra central. Debe ganar una guerra de opinión. No es casualidad que lleve consigo una imprenta.
En este sentido, su primera acción desde su cuartel en Pisco es crear, el 21 de octubre de 1820, la primera bandera y el primer escudo porque “es incompatible con la independencia del Perú la conservación de los símbolos que recuerdan el dilatado tiempo de su opresión”. El General argentino no dudó que la creación de símbolos patrios era un aspecto central en los nacientes estados para construir una nueva cultura que instaure e invente tradiciones que permitan legitimar y consolidar la nueva realidad política (el Perú) que surgía en América Latina; también era importante trasmitir los nuevos valores y principios republicanos y liberales.
Desde que estuvo en Pisco hasta los meses que duró el Protectorado, san martín no se cansó en establecer los símbolos de la nueva república: la bandera, el escudo, el himno y la escarapela, entre otros. Además, el Protector, al darse cuenta de la poca iniciativa de varios sectores de la población a favor de la independencia, tuvo como principal objetivo persuadir a los peruanos sobre la importancia del proyecto. Así, los nuevos símbolos patrios no solo tuvieron un papel educador, legitimador del nuevo orden y de construcción de una nueva cultura patria, sino que podían servir para movilizar a la población hacia la independencia. En otras palabras: para que la independencia sea un camino sin retorno no solo era suficiente la ruptura con España sino construir una identidad y conciencias distintas y nuevas. Hay que recordar que, durante el Protectorado, San Martín refundó el espacio colonial con nombres más acordes a la legitimidad política que se necesitaba. Así, rebautizó la Plaza de Armas con el nombre “Plaza de la Independencia” (un cambio que fracasó pues luego regresaría al nombre original); la fortaleza del Real Felipe en el Callao pasó a llamarse “Castillo de la Independencia”; los baluartes de la Muralla de Lima pasaron de ser de la Reina a la Patria o del Rey a Manco Cápac; y el pueblo de la Magdalena, en las afueras de Lima, pasó a llamarse “Pueblo de los libres” (hoy el distrito de Pueblo Libre).
En resumen parcial, podríamos decir que si la independencia debía marcar una ruptura con el pasado para construir una nueva realidad o reivindicar algunos símbolos de los modelos revolucionarios francés o norteamericano, en el Perú, al decidir optar por el sol (indígena) y rojo (español), se prefirió la elección de elementos que marcaban la continuidad, no la ruptura total. Estamos frente a un imaginario colectivo quizá más preocupado por el pasado que con el futuro. Es más, los elementos del pasado están claramente distinguidos uno del otro y no mezclados o formando una sola figura que represente la voluntad de síntesis.
Muchas gracias por la información, este 28 de julio celebremos el día patrio, sepamos más de nuestros símbolos entrando en: http://blog.derrama.org.pe/…
Siempre hay algo que aprender de nuestra historia.