Monasterio de las Nazarenas (Carmelitas Descalzas Nazarenas, Lima)

La historia de este monasterio se remonta a 1720 cuando el monarca español, Felipe V, autorizó la fundación del Monasterio de las Nazarenas; la decisión fue también aprobada por la Santa Sede el 27 de agosto de 1727, mediante Bula del para Benedicto XIII. Las monjas observarían la regla de las Carmelitas Descalzas y vivirían, como era el deseo de la madre Antonia Lucía del Espíritu Santo, como nazarenas. Así, el 18 de mayo de 1730, salieron de la iglesia del Carmen Alto, en presencia del virrey José de Armendariz, marqués de Castelfuerte, tres monjas: Bárbara Josefa de la Santísima Trinidad, como priora; Grimanesa Josefa de Santo Toribio, superiora; y Ana de San Joaquín. En solemne procesión, se trasladaron al nuevo local, donde actualmente están. A partir de esta fecha, quedó establecido el Monasterio, con todos los privilegios y normas de las hijas de Santa Teresa.

Nacida en Guayaquil, Antonia Lucía Maldonado del Espíritu Santo fue una piadosa que intentó fundar un beaterio. Nació el 12 de diciembre de 1646 y, muerto su padre, se instaló con su madre en el puerto del Callao. Aquí se casó con Alonso Quintanilla, pero después de algunos años de matrimonio convinieron en separarse. Él entró en los franciscanos y ella fundó un beaterio que denominó Colegio de Nazarenas, que fracasó por exigencias excesivas de los donantes. Después de un breve paso por el beaterio de Santa Rosa de Viterbo, inició otro nuevo en 1683 en el barrio de Monserrate, junto a un grupo de devotas. En este beaterio permanecieron durante 17 años, y aquí redactó Antonia las constituciones. Según éstas, la finalidad específica de las beatas allí reunidas había de ser la imitación de Cristo paciente, doloroso y afrentado. La expresión interna de esta imitación sería la meditación continua de la Pasión, padecer, sufrir y callar para gloria de Dios y salvación de las almas; y la manifestación externa, el hábito de color morado, una soga pendiente al cuello y la corona de espinas que habían de traer siempre. Salvada esta peculiaridad, en todo lo demás seguirían la Regla y Constituciones de las Carmelitas Descalzas (jirón Huancavelica 515, Cercado de Lima).

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