Fue Carlos Capodónico, segundo alcalde de Lince y de ascendencia italiana, quien fundó este parque en 1953. Su empeño lo llevó a sembrar los huarangos y eucaliptos que vemos hoy para dejar atrás los matorrales y tierras de cultivo que fueron parte del Fundo Lince, primero, y luego de la hacienda Risso-Lobatón. Gracias a una cesión de 11 hectáreas de los hermanos Roberto y Manuel Risso Capurro al Estado Peruano, explícitamente para un parque, el alcalde Campodónico creó este “bosque” limeño para que sea fácil de cuidar, sin refinamientos y acorde al aspecto rústico de la hacienda y el habitat natural de la zona. Consiguió una variedad de árboles nacidos en los viveros de la Universidad Agraria. Mandó hacer trochas de tierra afirmada y plantar pasto, no ese de cancha, sino el de hebra fina y larga. Antes, sobre el borde húmedo de la acequia regada por aguas del Huatica, crecían fresas.
Con el tiempo, el “bosque de Lince” fructificó y se mantiene casi intacto en su extensión hasta ahora. Son 903 los árboles que conforman el bosque, una cuota generosa de verde en nuestra ciudad gris. Aparte de los archiconocidos eucaliptos y los grandes huarangos, también hay una rica fauna de aves como cuculíes, pihuichos, mieleros, rabiblancas y tortolas, lo mismo que picaflores y otras especies. En total serían unas 20 especies de aves que anidan en las copas de los árboles o usan estacionariamente el parque para cumplir su ciclo vital.
Un dato anecdótico es que, en 1967, el cineasta Armando Robles Godoy filmó una de las escenas de su película “En el cielo no hay estrellas” en este parque, junto al monumento a Vallejo.
Recientemente, a sus 53 años, el parque fue sometido una cirugía estética, que indignó a un sector de vecinos del distrito, quienes sintieron haber perdido un pedazo de sus vidas. Los cambios se aprecian en su lado norte, donde se han utilizado 4,6 hectáreas para nuevas construcciones: un módulo de seguridad, una laguna artificial de 2 mil metros cuadrados, un restaurante de 350 metros cuadrados, una Oficina del Registro Civil, 2 anfiteatros y 2 módulos para servicios higiénicos. Asimismo, el jardín, monumento y pileta en honor de los novios fueron renovados, así como el campo de vóley y el enrejado del vivero. Un total de 2 millones 200 mil soles invirtió la Municipalidad en las obras (incluida la construcción de senderos y 140 postes) para “modernizar” el parque Ramón Castilla.
El inefable alcalde Gonzáles Arrivasplata (que intenta, por segunda vez,ir a la reeleción a la alcaldía de Lince) le restó 15,000 metros cuadrados al Parque Castilla. Incrustó cemento en obras insulsas y que alguna de ellas, como una laguna artificial de 3500 metros cuadrados, constituye un atentado a la salud pública. Adicionalmente a ello, las obrar construidas no eran necesarias, son un atentado al buen gusto y fueron realizadas cometiendo todo tipo de ilicitos (ambientales, finamcieros, económicos, técnicos etc.). Esta seuda modernización sirvio para consolidar el mal manejo de los recursos del municipio con la concecuente corrupción y "faenones"
" aceitando" a distintos funcionarios de distintas instituciones a las que los ciudadanos acudimos, debido a lo cual todo quedó impune.Asi, los alcaldes se paecen más a las autoridades que existían hace dos siglos y que manejaban la cosa pública como sus haciendas o chacras y a los peruanos como a sus peones. Esta modernizaci’ón no es tal y no es limpia por nigún lado.
Fascinante recorrido por el túnel del tiempo limeño. Interesantísimo conocer a través de sus parques la historia de la ciudad y el derrotero de sus gentes.
La actual crisis mundial muestra la cruda necesidad de hombres y mujeres que sepan mirar y entender el futuro y no solo la forma de su ombligo.
El pasado enseña mejor que el presente porque lo pasado es irremediable, mientras que con lo actual siempre nos creemos capaces de arreglarlo todo.
Gracias por sus valiosísimas bitácoras, profesor Orrego, y por compartir sus conocimientos.
Saludos
desde Colonia
Salduos de