70 años de la Segunda Guerra Mundial: los antecedentes


Tropas alemanas invaden Polonia (1/09/1945)

Hoy se cumplen 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando las tropas alemanas ingresaban al territorio polaco. Son muchos los temas que se podrían abordar respecto al porqué del estallido de aquel conflicto. Hoy comentaremos algunos.

Los tratados de Versalles (1919).- Difícilmente acordados, en realidad, plantearon tantos problemas como los que resolvían, reemplazando problemas antiguos por nuevos, cuando no acumulaban los unos sobre los otros. Uno fue el tema de las reparaciones. ¿Qué era lo que Alemania debía “reparar”? ¿Debían tenerse en cuenta sus posibilidades de pago? Se había partido del principio de que Alemania debería pagar todo lo que había costado la guerra, pero esto habría alcanzado sumas inauditas. No obstante, la fijación del monto de las reparaciones, y luego las tentativas de hacer pagar a Alemania, debían ser un punto muy polémico de las relaciones internacionales durante más de 10 años.

La Sociedad o Liga de las Naciones.- Contrariamente a las esperanzas del presidente norteamericano Woodrow Wilson, esta organización apenas pudo cumplir con su papel de gestor de la paz. Sin la participación de los Estados Unidos (por una negativa del Senado norteamericano), de la Unión Soviética (que no fue invitada) y de los países vencidos, la Sociedad fue un club muy limitado de algunos países vencedores, sin mucha autoridad moral. En resumen, la “paz sin victoria”, anhelada por Wilson, psicológicamente era imposible. Los antiguos combatientes odiaban la guerra, pero no hasta el punto de aceptar, los unos, las consecuencias de la derrota, y, los otros, que sus sacrificios no se tuvieran en cuenta.

El pacto de Locarno (Suiza, 1925).- Fue un momento central de las relaciones luego de la guerra. Promovido por el ministro de asuntos exteriores de Francia (Aristide Briand) y por la canciller alemán (Gustave Stresemann), marcó la aceptación alemana de las fronteras occidentales que le habían sido “impuestas” por el Tratado de Versalles (renuncia de Alsacia y Lorena, por ejemplo). En la práctica, esto no cambiaba nada, pero “Locarno” aparecía como el símbolo de la reconciliación franco-alemana y el establecimiento de una paz en el Viejo Continente.

La política internacional tras la llegada de Hitler al poder.- La presencia de Hitler produjo un cambio de la concepción de la política exterior alemana: el paso de un revisionismo callado a uno claramente afirmado. Quería el rearme de Alemania cuanto antes, so pretexto de las diferencias de interpretación sobre el principio de igualdad de los derechos. ¿Cuál fue la actitud de los demás Estados ante la política de Hitler?

a. La política británica fue bastante simple. Algunas reivindicaciones alemanas, como la remilitarización de Renania (vecina de Francia) o la unión con Austria, no le parecían irracionales a los ingleses (aunque estuvieran en contradicción con los tratados). Hasta 1939, Inglaterra mantuvo la convicción de que no oponiéndose a las pretensiones alemanas contribuiría a desarmar y suavizar a Hitler. Esa fue la política de “aplacamiento” proseguida por los primeros ministros de Londres.

b. La política francesa fue más compleja. Desde la llegada de Hitler al poder, algunos políticos franceses estuvieron convencidos de que, frente al renacimiento del peligro alemán, ya no era viable la política de seguridad colectiva (como la que se planteó en Locarno). Desde 1934, Francia se dedicó a restablecer la alianza del “reverso” mediante un acercamiento con la Unión Soviética. En 1935 se firmó una alianza con Moscú pero carente de convenios militares, lo que le quitaba cualquier significado. A partir de ese momento, la política exterior de París no fue más que una serie de renuncias ante las exigencias alemanas. Realmente fue una política de “decadencia”, fruto del pánico de Francia al no contar con el respaldo inglés, lo que le hace ir a remolque de Inglaterra.

En síntesis, como vemos, las políticas inglesa y francesa están cerca, pero en un caso fue asumida a sabiendas (Londres) y en el otro fue la expresión de una debilidad justificada por una opinión pública esencialmente pacifista (Francia).

Quedaba la Unión Soviética, cuya actitud osciló entre dos polos: su hostilidad hacia el nazismo (abiertamente antibolchevique) y hacia el Tratado de Versalles (del que había sido una de sus víctimas). En un primer momento, privilegió el tema “antifascista” y se comprometió fuertemente al lado de los republicanos en la guerra civil española (1936-39). Pero luego se decepcionó por el comportamiento de las democracias europeas en España y se separó de la Conferencia de Munich, convencida de la debilidad de estas dmocracias y de la fuerza de Hitler. Es así que, a partir de 1939, se acerca a Alemania.

Polonia, a su vez, en 1934, temerosa de la URSS, firmó un pacto de no agresión con Alemania, valedero por 6 años. Pero el anexionismo alemán, fijó sus ojos en el corredor de Danzig. Polonia se mantuvo firme, manteniendo su voluntad de ir a la guerra en el caso de una agresión alemana. El 31 de marzo de 1939, Chamberlain anunciaba que Inglaterra estaba dispuesta de acudir en ayuda a Polonia.

Finalmente, la firma del pacto germano-soviético (23 de agosto de 1939), cuyo objetivo era (aparte de una “no agresión”) el reparto de Europa oriental entre ambos, permitió a Hitler invadir Polonia el 1 de septiembre. Para hacer frente a sus compromisos con Polonia, Inglaterra y Francia entraron en guerra para gran sorpresa de Hitler. Lo que, según su pensamiento, no debía ser más que una etapa suplementaria de la progresión germana en Europa se convertía así en el primer acto de una nueva guerra europea que, en menos de dos años, se transformaba en una contienda mundial.

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