Desde Antonio Miguel Bernal a José Álvarez Junco, desde Pedro Ruiz Torres a José Manuel Sánchez Ron o Santos Juliá, pasando, por supuesto, por los coordinadores que han asumido los volúmenes de La época del liberalismo, en el caso de Josep Fontana, o Restauración y dictadura, en el caso de Ramón Villares junto con Javier Moreno Luzón, la lista de los especialistas en las distintas épocas procede en buena medida también de las nóminas de las editoriales Crítica y Marcial Pons, dos veteranas de la alta divulgación histórica y responsables de esta obra. Precisamente esa vocación de buscar un público ilustrado, pero amplio, subyace en el enfoque. A juicio de Fontana, “es lógico que exista mucho interés en España por las lecturas sobre historia porque representa una demanda que no siempre ha sido bien atendida”. “Muchos historiadores”, aclara el profesor, “publicaban y publican para su propia tribu y alejan de esta forma a los lectores. Tenemos aún mucho que aprender de los anglosajones o de los alemanes, que son capaces de escribir bien, ser rigurosos y trasladar sus conocimientos”.
Esta necesidad de entender nuestro propio pasado, de contar con instrumentos para analizar el presente y de disfrutar del inmenso placer de la historia bien contada se acentúa en España por un sistema educativo que ha marginado o adulterado esta disciplina básica. Esas carencias, que proceden de la enseñanza de la historia en institutos y universidades o incluso de los medios de comunicación, han coincidido además con un final del siglo XX donde los acontecimientos se han sucedido a un ritmo vertiginoso que requiere del reposo de un libro, de un ameno y buen ensayo. “Nadie confía en el futuro y sólo se confía en el presente. Además la tradición ilustrada entró en crisis cuando terminaba el siglo pasado con esa implosión que incluyó la caída del muro de Berlín, el auge de los fanatismos religiosos y la desaparición de la guerra fría con su secuela de conflictos y de surgimiento de nuevos Estados. En una palabra, vivimos una época, y más desde el famoso 11-S de 2001, donde predominan la incertidumbre y la perplejidad. En la medida de nuestras posibilidades, los historiadores debemos contribuir a clarificar ese panorama, aunque nuestra misión no consiste en predecir el futuro”.
Una y otra vez, tanto Villares como Fontana alertan sobre los sucedáneos de la novela histórica -que son pura ficción y no acercamiento investigador y científico- y sobre los revisionismos que pretenden reescribir la historia desde una ideología conservadora y sectaria. Formados todos los autores de esta colección en la historia social de España, Josep Fontana enarbola de nuevo esa bandera de un relato de la colectividad, de los acontecimientos que protagoniza toda una sociedad y no sólo de los hechos que afectan a una minoría elitista. “La historia de España”, agrega Fontana, “no es en modo alguno una sucesión de reinados o de reuniones de consejos de ministros, sino de procesos sociales”. O en palabras de Villares, “que el individuo haya regresado al relato histórico con un peso mayor de las conductas o las vidas cotidianas no significa que renunciemos a una investigación que contemple a las sociedades en su conjunto”.
* Historia de España. Josep Fontana y Ramón Villares, directores. Editoriales Crítica y Marcial Pons. 33 euros cada volumen. Los últimos aparecidos han sido Hispania antigua (Domingo Plácido) y Restauración y dictadura (Ramón Villares y Javier Moreno Luzón). Tomado de “Babelia”, suplemento de El País.