Ensayo. Los conceptos y valores políticos no sólo sirven para orientarnos en el mundo de la política, son también la sede de fieros combates dirigidos a ajustar la realidad a los intereses de los actores políticos, a dotarlos de identidad o, si es preciso, a cubrir ideológicamente las diferentes posturas. Entre otras razones, porque es a través de ellos como analizamos, argumentamos o, en general, actuamos en la política. El conflicto ínsito a lo político se traslada al mismo uso del lenguaje. La semántica de cada uno de los términos fundamentales con los que operamos en la política adquiere así su sentido por la manera en la que son utilizados en un determinado contexto y a la luz de las necesidades de las fuerzas políticas del momento. Lejos de poseer un significado establecido de una vez para siempre, éste cambia por el paso del tiempo y por la acción que sobre ellos ejercitan los actores políticos, de forma que la mayoría de las veces recae sobre ellos la ambigüedad y la plurisemia.
Esta realidad de la aparición de nuevos conceptos o de la mutación de los ya existentes ha sido el principal objeto de investigación de quienes practican esa nueva especialidad que se denomina “historia conceptual”, inspirada en gran medida por la magistral Historia de los conceptos de Reinhard Koselleck o, en general, en la exitosa aplicación del “giro lingüístico” a la historia de las ideas o historia intelectual.
El libro que aquí nos ocupa constituye una lograda aplicación de esta especialidad a los conceptos políticos y sociales del siglo XX español, y es una prolongación de un libro anterior por parte de los mismos editores que se ocupó de los del siglo XIX. Con la lógica y el tamaño de un verdadero diccionario, se van desgranando alfabéticamente 125 entradas por parte de más de cuarenta conocidos historiadores, politólogos y constitucionalistas españoles, que consiguen llevar a la práctica con éxito las directrices marcadas por los editores. Estos últimos, además de cargar con un buen número de entradas, son autores también de una magnífica introducción metodológica que clarifica el sentido de la empresa. Además de las diferentes voces, el extenso índice analítico y la bibliografía lo convierten también en una obra de referencia imprescindible para conocer los entresijos conceptuales de la política española del pasado siglo. El resultado es un trabajo que atestigua a las claras cómo el mundo académico español, de ciencias sociales en este caso, está en condiciones de competir ya con similares proyectos presentes en otras latitudes que hasta ahora envidiábamos.
Si se bucea en este océano de conceptos, ideologías y valores políticos llama la atención cómo las diferentes fases de la historia española del pasado siglo van dejando su impronta en el lenguaje, o cómo a través de él se puede reconstruir la evolución de nuestra historia política: de la crisis del parlamentarismo al régimen de Franco; de la transición al tiempo presente. En gran medida porque los autores han bebido de una multiplicidad de fuentes y han rastreado la evolución de estos conceptos en el discurso de la política cotidiana. Las referencias de prensa son, a este respecto, imprescindibles para detectar los cambios semánticos o la aparición de nuevos vocablos. Y esto se hace tanto más necesario a partir de la transición a la democracia, uno de los momentos en los que se produce una explosión de nuevos significados, pero también la aparición de nuevos términos como el mismo de “transición” o el de “consenso”. Otros como “España”, “patria”, “dictadura”, “democracia”, “nación”, “pueblo”, “crisis” o “guerra civil”, “ciudadanía”, “democracia” muestran mutaciones notables debidas a la propia evolución de las ideologías y al nuevo marco político.
Las voces más cercanas al presente, véase “globalización” o “posmodernidad”, atestiguan la aparición de nuevas tendencias sociales y políticas que comienzan a encarnarse en el discurso. Anuncian la aparición de nuevos desafíos y, felizmente, contribuyen a dejar en el olvido esos conceptos políticos tan presentes en momentos mucho más oscuros de nuestra historia -“caciquismo”, “movimiento nacional”, “caudillo”-. En algunos, como es el caso de “emigración”, se manifiesta de forma plástica la propia evolución económico-social de la sociedad española. Si en el XIX equivalía a grandes rasgos a exilio, y en el XX a emigración económica, hoy ya sólo se entiende como inmigración.
Este último ejemplo puede servir para constatar algo que señalan los propios editores, la no existencia de una renovación conceptual en la terminología política adecuada al propio proceso de cambio económico y social habido en la sociedad española. Quizá, y esto es sin duda positivo, porque hemos convergido ya también desde la perspectiva político-lingüística con el resto del continente. Ahí es donde también se nota nuestra feliz normalidad política.
Tomado del suplemento Babelia (16/05/09)
“Diccionario político y social del siglo XX español”
Javier Fernández Sebastián y Juan Francisco Fuentes
Alianza. Madrid, 2008
1.400 páginas.