Sus pinturas, en cuanto al estilo y al tratamiento, respetan los cánones realistas neoclásicos y se entroncan con el típico planismo-hieratismo coloniales (como en la Escuela Cuzqueña) lo que le da a sus obras cierto aire primitivo (como el de la pintura del francés Henri Rousseau de principios del XIX) de realismo ingenuo, para Francisco Stasny, y una carga de cierto modernismo. Su estilo está provisto de cierto manierismo en el tratamiento de las manos, vestidos, posiciones y rostros. Los escenarios de fondo de los retratos son interiores, en la mayor de las veces espacios cotidianos, como el del retrato de mariano Alejo Álvarez y su hijo (1834) y los elementos del mobiliario y la decoración, los objetos que acompañan a los reperesentados definen su carácter y jerarquía, tal como en los retratos de la aristocracia colonial.
Sus retratos son representaciones de bustos (como el de José de San Martín, una acuarela sobre marfil pintada en 1820), a medio cuerpo, a tres cuartos (muchas veces por su dificultad para dibujar los pies) y de cuerpo entero (como el caso del retrato del mártir José Olaya Balandra, recreación idealista que hoy forma parte de la colección de la pinacoteca de arte republicano y contemporáneo del Banco Central de Reserva del Perú). Por las deficiencias en su formación en anatomía artística, tuvo dificultad para representar pies, destacando en sus retratos la ausencia de perspectiva (las imágenes se confunden con el fondo, los personajes aparecen como volando) y medidas corporales antinaturales. Las técnicas que manejó fueron el óleo (sobre cobre, como en uno de los retratos de San Martín; madera, como en el retrato de O’Higgins; y tela) y acuarela (sobre marfil). La mayoría de sus pinturas fue hecha sobre lienzo, en diversos formatos.
En Lima retrató al general Mariano Necochea (1825) y a José Bernardo de Torre Tagle (1825). En Santiago realizó numerosos retratos de José de San Martín en 1817, 1818 (retrato que obsequió al gobernador de Mendoza) y 1820. En 1817 hizo un retrato del rey Fernando VII a partir de una copia (estampa española), en Santiago. En 1811 pintó un lienzo de San Jerónimo que perteneció a San Martín, una Virgen rodeada de ángeles en 1815 y Nuestra Señora de las Mercedes. En 1822 pinta a los jefes del Ejército de los Andes, Guillermo Miller e Hilarión de la Quintana. En Lima pintó a Bolívar varias veces, entre 1823 y 1825. El retrato de Bolívar que conserva el Museo Nacional de Historia de Pueblo Libre muestra al Libertador de cuerpo entero, con la espada de oro y piedras preciosas quele había obsequiado el cabildo de Lima. Destaca dentro de su obra un retrato doble hecho en Lima en 1834 al magistrado limeño Mariano Alejo Álvarez y a su hijo.
Por último, sus pinturas fueron expuestas por vez primera en septiembre de 1873 en la exposición del coloniaje celebrada en Santiago de Chile, a cargo de Benjamín Vicuña Mackena y Francisco de Paula Figueroa, quienes imprimieron un catálogo con un comentario crítico de la obra de Gil de Castro.
Retrato del libertador Bolívar
Otro retrato de Bolívar
Retrato de San martín
Retrato idealizado de José Olaya
Hoy la espada de oro está en poder del Banco Central de Venezuela. Pude verla el año pasado y me llamó la atención el escudo peruano grabado en él. Estaba como raro.
Hola: Felicitaciones por el artículo.
Una consulta: ¿dónde están los retratos de San Martin y de Bolivar (medio cuerpo) que muestras en este blog?
Saludos
Leopoldo