La historia de los hoteles en Lima se remonta a mediados del siglo XIX cuando nuestra ciudad empieza a recibir numerosos visitantes gracias a los progresos de la navegación y a la coyuntura económica del guano. Antes de la década de 1850, los lugares de alojamiento se reducían a algunas posadas o casas particulares que recibía a algún huésped. Como mencionábamos, fue a partir de la bonanza guanera que empiezan a llegar numerosos viajeros, básicamente europeos, quienes venían a nuestra capital por algunos negocios o, simplemente, por curiosidad intelectual.
En su Guía del Viajero de Lima (1860), Manuel Atanasio Fuentes dice que en la ciudad había 8 hoteles, 12 posadas y 42 tambos. Los principales hoteles, con sus dueños y dirección, eran:
Hotel Morin (D. Courenjolles, López y Cía) Portal de escribanos 128
Hotel Maury (D. Pedro Maury) Calle de Bodegones 153
Hotel Bola de Oro (D. Marchand y Maroux) Calle de Mercaderes 7
Hotel Americano (D. J. Grelland) Calle de Espaderos 14
Hotel del Universo (D. Estanislao Courtheoux) Plazuela del Teatro 194
Hotel de la Europa (D. Eduardo Gil) Calle de Jesús Nazareno 126
(Fuente: Manuel A. Fuentes, Lima: apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres)
Como vemos, los principales hoteles estaban regentados por ciudadanos extranjeros. Según M.A. Fuentes, los hoteles de Morin y de Maury eran los mejores y pertenecían a empresarios franceses; eran los que ofrecían mayores comodidades y atendían a la mayor cantidad de clientes.
El Hotel Morin (en la Plaza de Armas) tenía 46 habitaciones y daba pensión con comida completa (había comedor y fonda). El servicio era a la francesa y se hablaba español, inglés y francés; en su parte baja de la casa había un café con mesas de billar y servicio de baños tibios. Por su lado, el Hotel Maury (hoy cuadra 3 del jirón Carabaya) tenía 52 habitaciones y el servicio del comedor era a las 9:30 de la mañana y a las 4:30 de la tarde. Había café, billar y un bar bien surtido de vinos y licores.
En los hoteles Bola de Oro (hoy cuadra 4 del jirón de la Unión) y Americano (hoy cuadra 5 del jirón de la Unión) no había comedor pero sí fondas en las cuales los huéspedes podían pedir comida cualquier hora; en ambos había billares y café. En el Hotel de la Europa (hoy cuadra 1 del jirón Ayacucho) no había servicio de comida, solo de té, chocolate y licores. Finalmente, en el Hotel del Universo (hoy frente al Teatro Segura) no había ni servicio de comida ni de café, solo habitaciones amobladas.
Concluye M.A. Fuentes: En las demás posadas, que generalmente pertenecen a fondas de segunda clase, se encuentran habitaciones de doce a veinticinco pesos mensuales. Los tambos situados en las inmediaciones de las portadas sirven por lo general de alojamiento a los arrieros, y a los importadores de víveres de la sierra. Los principales cambios de Abajo del Puente, son del Sol, situado en la plazuela del Baratillo, y el de Huanuco, en la calle del mismo nombre; en todos los tambos que abundan en Maravillas, Cocharcas y Malambo, se paga por el cuarto un real o medio real diario y un cuarto de real por cada bestia que entra en los corrales. En esos tambos no hay servicio ni comodidad alguna para el pasajero. Las habitaciones son chicas y desaseadas, con pocos o ningunos muebles, y entre estos un catre con el asiento de cuero y sin colchón ni ropa de cama.
Las noticias más precisas sobre los hoteles de Lima datan de finales de la década de 1880 cuando visitó el Perú el viajero alemán Ernst W. Middendorf, quien nos dejó sus impresiones sobre nuestra ciudad. Su testimonio respecto al hospedaje es muy severo pues afirma que el viajero no encuentra, es verdad, en Lima la atención a que está acostumbrado en Europa o América del Norte, pero esto no significa ningún reproche a la ciudad. Es más fácil mantener en un país cálido un hotel de primera categoría o cuando menos limpio, que en un país de la zona templada.
Dice Middendorf que en Lima hay dos hoteles que, en comparación con los demás de la ciudad, merecerían considerarse de primera clase: el Hotel Maury y el Hotel de France et d’Angleterre. A continuación, reseñamos lo que nos dice de ambos:
Hotel Maury.- Es el más antiguo de estos dos establecimientos, está situado en la esquina de las calles Bodegones y Villalta, a una cuadra de la Plaza de Armas y en la zona más comercial. Antes era muy frecuentado, pero debido a que su propietario era chileno cayó en disfavor y decadencia durante la guerra y sólo ahora vuelve a recuperarse.
Hotel de France et d’Anglterre.- Está situado también, muy cerca de la Plaza de Armas, en la Plazuela delante del convento de Santo Domingo, en una zona que aunque sin gran movimiento comercial, está cerca del Correo y de las dos estaciones de ferrocarril. Hace pocos años que existe, y por esta razón las instalaciones de los cuartos, especialmente las alfombras, son relativamente nuevas y de calidad. Por esto y porque se puede comer a cualquier hora a la carta, la mayoría de los viajeros prefieren este hotel. Nosotros también quisimos seguir el dictado de la moda y lo elegimos para nuestra residencia.
El edificio no fue construido para hotel, sino para una casa corriente, con un segundo piso, en el que los cuartos interiores dan sobre dos pequeños patios. El primer patio ha sido convertido en un agradable jardín, donde en pequeñas divisiones rodeadas de plantas, se encuentran puestas las mesas, que los huéspedes pueden elegir a voluntad. Los cuartos del segundo piso tienen balcones techados que dan a ala calle y a la plazuela y son utilizados como vestíbulos para los cuartos adyacentes. La casa está bastante bien cuidada por el hotelero y dueño, un francés cojo y con una inteligencia algo torpe, pero con una esposa que posee agilidad y humor por ambos: una mujer pequeña, fortachona, con rostro rojizo y pelo blanco encrespado, que había sido antes lavandera y cuyos salientes pómulos, fuerte y pequeña dentadura y labios ligeramente contraídos anuncian un grado de inteligencia poco común. En la casa, se le oye renegar sin cesar para mantener en orden y en actividad a los perezosos mozos morenos. Sin embargo, el servicio es malo, pero se le puede mejorar en alguna forma, como ocurre también en cualquier otra parte, si se da a entender oportunamente a los criados que el monto de la esperada propina depende de su celo en el servicio, y se les estimula con un pequeño pago adelantado.
Un inconveniente del hotel, es la proximidad al convento de los dominicos, que está al frente, y en el que el repique de las campanas es incesante; sobre todo en las mañanas en que se celebran generalmente las exequias, el quejido de las campanas pequeñas, que no armonizan entre sí, es una gran molestia hasta para los nervios menos sensibles. Sin embargo, con el tiempo uno llega a acostumbrarse, del mismo modo que se acostumbra a otras molestias. No es lo peor el sonido discordante de las campanas, que en Lima ofende el oído civilizado, sino las voces de los vendedores ambulantes y sus pregones, tan hirientes que es imposible habituarse a ellos, y que según el estado de ánimo en que uno se encuentra llevan, por momentos, a la desesperación o a la rabia.
Hotel de Francia & Inglaterra (en su segundo local en la esquina y portal de Botoneros)
De quien era el solar donde estuvo el primer local del Hotel de France et Anglterre, eh? umm
Gracias por la información.
Asu! Que maravilla!! Muchas gracias por compartir esta información!!
Éxitos con el blog!
Saludos!
Fernando.