Archivo por meses: diciembre 2008

El general Juan José Flores y el Perú (2)

Las gestiones del Perú.- Como vimos ayer, las andanzas de Flores por el Viejo Mundo no pasaron desapercibidas en nuestro continente. En este sentido, el gobierno ecuatoriano designó plenipotenciarios para alertar a los países amigos sobre el inminente peligro. Por ello, la respuesta fue unánime en su apoyo al Ecuador: Perú, Chile, México, Argentina, Bolivia y Venezuela rechazaron la expedición floreana y sus representantes diplomáticos en Europa, junto al ministro de Relaciones Exteriores ecuatoriano Manuel Gómez de la Torre, iniciaron una eficaz campaña contra Flores.

En este sentido, al Perú fue comisionado el expresidente Vicente Rocafuerte ante el gobierno de Castilla. Desde ese momento se inicia una estrecha relación entre ambos países para combatir a Flores. Por ello el historiador ecuatoriano Luis Robalino Dávila anota: la unión con el Perú, gracias a las gestiones de Rocafuerte, fue más íntima que con cualquiera otra nación hispanoamericana. Y la cancillería peruana procedía igualmente con suma actividad.

Recordemos que por aquellos años el Perú estaba en capacidad de hacer un eficaz despliegue de apoyo al vecino amenazado. Los ingresos provenientes del guano habían mejorado la presencia diplomática de nuestro país en América y Europa: su capacidad de negociación se encontraba en un momento óptimo. Y Ecuador sabía esta circunstancia. También nuestro país estaba en condiciones de brindar apoyo bélico. En este sentido el gobierno de Castilla envió lo necesario para artillar el puerto de Guayaquil y obsequió 3 mil fusiles y varias decenas de quintales de pólvora. Incluso el propio Castilla mantenía correspondencia con otros mandatarios de la región. Por ejemplo en sus cartas con el general Tomás Cipriano Mosquera, presidente de Nueva Granada, declara la buena voluntad del gobierno peruano en apoyar la causa ecuatoriana señalando que en caso de invasión la asistencia militar sería total.

Recogiendo la opinión del historiador ecuatoriano Jorge Villacrés Moscoso, en su “Historia diplomática de la República del Ecuador”, la actitud del Perú fue importante por un aspecto trascendental: el gobierno de Castilla envió, con fecha 9 de noviembre de 1846, dos circulares a todos los gobiernos de América, incluidos los Estados Unidos.

1. En la primera transcribía las informaciones que había recibido de su plenipotenciario en Londres Juan Manuel Iturregui sobre la empresa de Flores denunciando la amenaza de agresión y solicitando un frente americano para resistir

2. En la segunda, el canciller peruano José Gregorio Paz Soldán, pedía convocar un congreso continental para acordar medidas claras de defensa común en vista del proyecto floreano de instaurar en América monarquías europeas: en los derechos del Ecuador ultrajados por la España, ha recibido el Perú una injuria, porque estima como propios los agravios hechos a los pueblos del continente americano… la independencia de la América es un hecho consumado, y cuanto se pretenda para destruirla, debe reputarse como un crimen de lesa sociedad. El gobierno del infrascrito, que profesa sinceramente estos principios, no puede enmudecer cuando los ve amenazados… que la reunión de un Congreso, como el que se proyectaba, podía fijar de un modo sólido las bases de la futura tranquilidad y seguridad de los pueblos de Sud-América.

Las respuestas de las cancillerías americanas no se hicieron esperar. El canciller argentino Felipe Arana, por ejemplo, intensificó sus acciones dirigiéndose a los gobierno del Brasil, de Su Majestad Británica y de Francia para denunciar los planes de Flores. Del mismo modo actuaron los cancilleres de Chile (Manuel Camino Vial) y de Nueva Granada (Manuel Mallarino). Por último todos los gobiernos contestaron al peruano que participaban de los mismos sentimientos expresados en la circular del canciller Paz Soldán. Asimismo fue valiosa la gestión de nuestro ministro en Chile Felipe Pardo y Aliaga quien difundió acertadamente la necesidad de reunir un congreso continental en Lima para actuar contra los planes de Flores. Incluso Pardo llegó a proponer a la cancillería de Santiago una combinación de las fuerzas marítimas de Perú y Chile para bloquear cualquier incursión floreana por el Estrecho de Magallanes.

El Congreso Americano de Lima.- De los diez países invitados, sólo enviaron su representación cinco. Los países concurrentes designaron a los siguientes plenipotenciarios: de Bolivia, José Ballivián; de Chile, Diego José Benavente; de Ecuador, Pablo Merino; de Nueva Granada, Juan de Francisco Martín; y del Perú, Manuel Ferreyros, quien por su experiencia como ministro de Estado, como jefe de varias misiones diplomáticas y como presidente del Congreso de Huancayo lo señalaban como la persona idónea para representar a nuestro país en esta reunión continental de Lima.

Fueron 21 las conferencias que se celebraron, desde la sesión de instalación, el 11 de diciembre de 1847, hasta la de clausura de los trabajos el 1 de marzo de 1848. Los acuerdos a los que llegó no fueron suficientemente estimulantes, pero se estableció el deseo de llegar a acuerdos internacionales para proteger la soberanía americana según la Doctrina Monroe. Durante el congreso, además, se comprobó con satisfacción que la cancillería de Londres daba las garantías de que tal expedición no se produciría.

El Perú, por recomendación de su canciller Paz Soldán, sentó en las reuniones los principios de armonía continental y la necesidad de encontrar canales para mantener la paz en el continente. En este sentido se suscribió un tratado de confederación, otro de comercio y navegación, una convención de correos y otra consular. Hubo promesas, por último, de continuar las conversaciones: esto sólo resurgió en casos de peligro evidente.


José Gregorio Paz Soldán, ministro de Relaciones Exteriores del Perú en 1847

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El general Juan José Flores y el Perú (1)

El 16 de setiembre de 1846, el ministro del Perú en Londres, Juan Manuel Iturregui, informaba a nuestra cancillería lo siguiente: el general Flores se halla organizando en Madrid unos batallones que deben servir de base a una expedición que prepara ostensiblemente contra el Ecuador. Los periódicos de aquella capital aseguran que la expedición enunciada amenaza también al Perú y procede de un acuerdo hecho entre el Gobierno Español y dicho General para invadir ambas Repúblicas y formar de ellas una monarquía, a cuyo frente se intenta colocar a uno de los dos hijos habidos por doña María Cristina de Borbón de su segundo matrimonio con el Duque de Rianzares, -que el gabinete Español protege visiblemente esta empresa, y se están sacando Jefes, oficiales y centenares de soldados de los mismos cuerpos del ejército Peninsular para incorporarlos en lo que está levantando el general Flores, -que Agentes de este se hallan enganchando soldados de Irlanda para engrosar las filas de los expedicionarios, -y en fin que todos están ya listos y citados para reunirse en Aspeitia, -de donde saldrán para dar la vela para América. Los mismos periódicos, examinado el proyecto bajo todas sus fases, le dan abiertamente las bien merecidas calificaciones de impolítico, injusto, alevoso e irrealizable. Por cartas particulares se me asegura, después de confirmarme las anteriores noticias, que Don Andrés Santa Cruz, que se halla en Burdeos, tiene también parte en esta trama, y que Don José Joaquín de Mora, redactor de “El Heraldo”, es uno de los escritores que aboga por ella con más ardor, pero con argumentos que por su futilidad dan lástima (con copia al canciller de S.M.B.).

¿Quién era el general Flores? Hacia 1845, aparentemente, la era del general Juan José Flores había culminado en Ecuador. Ese año, una revolución derrocaba al caudillo quien, por el Tratado de La Virginia, aceptaba retirarse a Europa. El nuevo gobierno, sin embargo, debía respetar los empleos, honores, rentas y propiedades del depuesto presidente.

Quince años había durado el poder de Flores, un caudillo bolivariano quien fue “ecuatorianizado” mediante una ley ad hoc para hacerse cargo del gobierno de la naciente república del Ecuador. Nacido en el Caribe venezolano, estaba dotado de grandes talentos naturales. Gozó siempre del reconocimiento de Bolívar quien le consideraba el más genial de sus soldados, en la teoría en la práctica, en el gabinete o en el combate, según testimonio de Lacroix, edecán del Libertador.

Durante estos quince años, logró mantener el orden interno de un país poblado por 500 mil habitantes. Su régimen representaba la hegemonía de Quito y la sierra; propició la anexión de las islas Galápagos, creó varios colegios y permitió el avance de la enseñanza universitaria. Sin embargo, se rodeó de muchos asesores y militares venezolanos lo que ocasionó una especie de reacción nacionalista que culminó en una guerra civil, nacida en la Guayaquil liberal, que lo derrocaría en 1845. La oposición a Flores fue movilizada por un antiguo rival: Vicente Rocafuerte, célebre escritor y diplomático, y exiliado en Lima antes de la revolución.

A los pocos días de firmarse el Tratado de La Virginia Flores, parte a su exilio europeo, vía Panamá. Entre tanto, el gobierno nuevo gobierno ecuatoriano desconoce los convenios de la Virginia y se niega a reconocer los derechos que habían obtenido Flores y sus partidarios. Para el político ecuatoriano Benigno Malo: esa resolución, lejos de cerrar las puertas a su regreso, no hizo más que tentarlo a adoptar represalias de naturaleza extremada e inmoral… Flores burlado se creyó plenamente autorizado para seguir los consejos de la venganza: se engañaba. Un crimen no se lava con otro.

En efecto, desde Europa, Flores organiza uno de los planes más audaces del caudillismo latinoamericano para recuperar el poder. En Inglaterra encomendó al general irlandés Ricardo Wright la tarea de reclutar mercenarios, conseguir armamento y adquirir naves de guerra para invadir Ecuador. Luego pasó a Francia donde trató de conseguir más apoyo para su arriesgada empresa: llegó a proponer convertir a su país en una monarquía a cargo de un príncipe europeo con él como regente. Por último, en Nápoles, el Duque de Rivas, embajador español ante esa corte, escuchó sus planes de colocar un príncipe español al frente del Ecuador. Pero el plan no quedaba allí: bajo el Protectorado de España, dicho príncipe procuraría engrandecer geográficamente al Ecuador hacia el norte y hacia el sur, a costa de sus vecinos.

En España, la reina María Cristina, regente, y el gobierno de turno acogen con mucho entusiasmo los planes de Flores. De esta forma, España brinda un apoyo informal a la empresa. A fines de 1846, por ejemplo, Flores contaba con unos 1.500 hombres acuartelados en el puerto de Santander. España soñaba, una vez más, con la idea de reconquistar sus antiguas colonias. Por su parte en Inglaterra, Wright había logrado reunir dos batallones de 400 hombres cada uno y las 3 naves de guerra acordadas.

La intriga monárquica se encuentra denunciada en numerosos documentos, especialmente diplomáticos. En ellos se desataca el deseo de la reina María Cristina, viuda de Fernando VII, de colocar en tronos de América a los hijos de su segundo matrimonio. Incluso se precisa la edad del niño en 13 años, su domicilio escolar en Roma y el título de Conde de San Agustín. Según Alberto Ulloa, este plan aventurado pareció corresponder al carácter de María Cristina, que tenía de sus orígenes italianos una vocación de condottieri y la personalidad empeñosa de una luchadora sin desánimo. Los documentos coinciden, además, que María Cristina, seducida por la ilusión de una restauración monárquica en América, auxilió a Flores de su propio y cuantioso peculio.

Según Francisco Michelena y Rojas, ministro del Ecuador en Londres por esos años, los planes de Flores habrían tenido eco en las principales cortes europeas con pretensiones en América. Acusa principalmente a Francia de agitarse en distintas formas para establecer su dominación, ofreciendo sus príncipes bajo alianzas de familia, o su protectorado, tratando de influir en los gobiernos contra los intereses nacionales y humillando nuestras nacionalidades. Para Michelena, el dinero necesario a la expedición prevendría del rey Luis Felipe de Orleans. Manuel Moreno, ministro argentino en Londres, sospecha también de la intervención francesa, porque cree que la candidatura del hijo de Cristina no es sino aparente y provisional y que el fondo es dirigido todo por Luis Felipe para demoler la otra parte del tratado de Utrecht; y atraer con el tiempo las Indias a la rama Orleans, que ha introducido en España con el casamiento de su hijo el Duque de Montpensier con la infanta María Fernanda Luisa, hija de la reina Cristina y hermana de Isabel II en cuyo beneficio sería la monarquía en América.

Todo parecía listo para la reconquista del poder. Sin embargo, ante la protesta de la opinión pública británica y de las gestiones de las legaciones latinoamericanas, especialmente de la peruana, el gobierno del canciller Lord Palmerston confiscó las naves e inició un juicio contra los responsables de la empresa. Esto obliga a Flores acudir a Inglaterra para defenderse y conseguir la devolución de las naves, pero ante la posibilidad de verse envuelto en el juicio intentó retornar a España vía París. Pero las malas noticias no terminaban para Flores: en España el gabinete que lo había apoyado se vio obligado a dimitir, entre otras razones por su apoyo a la descabellada aventura floreana.

Es preciso anotar que Flores había buscado anteriormente, desde la presidencia, un acuerdo con el gobierno español. Se sabe que el cónsul español en el Ecuador, elDduque de la Victoria, le había trasmitido el pedido de proporcionarle dos fragatas de guerra hasta el establecimiento de monarquías en Sudamérica.


El general Juan José Flores

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La policía en el siglo XX: los últimos 50 años

En la década de 1960 las fuerzas policiales estaban divididas en:

1. La Guardia Civil, que controlaba el orden interno (urbano y rural)
2. La Guardia Republicana, que custodiaba las fronteras y los centros penales
3. La Policía de Investigaciones del Perú (PIP), técnicamente especializada

Cuando en 1968 el gobierno de Velasco creó el Ministerio del Interior, los cuerpos policiales adquirieron mayor apoyo funcional y control por parte del estado. Sin embargo, a raíz los sucesos del 5 de febrero de 1975 (el famoso “limazo”), ocasión en la que un amplio movimiento de protesta de la Policía hizo una huelga, y reclamó mejores sueldos y mejor consideración institucional, provocaron una nueva reorganización: la Policía fue incorporada al sistema de la Defensa Nacional. Luego, el primer gobierno de Alan García, en 1988, unificó los tres cuerpos policiales en una sola institución, la Policía Nacional del Perú (PNP). Bajo esta nueva modalidad, los policías peruanos cumplieron una importante labor de inteligencia, rastreo e intervención en la lucha contra el terrorismo (aquí Gonzalo podría, en forma muy sencilla, rendir homenaje a los cientos de policías caídos durante estos años de lucha antisubversiva).

LA POLICÍA MONTADA.- Durante la independencia, ya existía el “Escuadrón Guardia Lima” que era un Cuerpo de Policía a caballo ubicado en la Quinta Presa, actualmente cuartel Los Cibeles en el Rímac. Al retirarse de la capital el ejército realista, este escuadrón continuó cumpliendo con el mantenimiento del orden y seguridad pública. Más tarde, cuando las tropas bolivarianas llegan al Perú, formaron el Ejército Patriota, integrado por efectivos pertenecientes al Escuadrón Guardia Lima y otros voluntarios, quienes noveles frente a las tropas libertadoras, fuero denominados Húsares del Perú. Fue el 6 de agosto de 1824, en las pampas de Junín, donde los patriotas enfrentan a los realistas, que el sargento mayor Andrés Rázuri, quien se encontraba al frente de los Húsares del Perú, ocasiona que su intervención cambie la historia de una derrota en victoria. Así nació el “Glorioso Regimiento Húsares de Junín”. Luego, este regimiento se distribuyó en militantes del Ejército y otros cumplirían la función policial, de acuerdo a la creación de la Guardia Nacional por Bolívar en 1825. En 1852, el gobierno de Echenique, crea la Gendarmería, institución que cumple la función policial y que contaba con unidades a caballo. En 1873 se crea la Guardia Civil peruana, la cual contaba con fuerzas a caballo. En Lima, esta función la continuaba cumpliendo el Escuadrón Guardia Lima.

En el siglo XX, la policía moderna fue producto de la reorganización iniciada por el presidente Leguía en 1919. El Escuadrón Guardia Lima pasó a conformar el Primer Regimiento Mixto de Infantería y Caballería del Cuerpo de Seguridad de la República, que era la policía urbana, perteneciente a la Guardia Civil. En 1930, Leguía dispone la autonomía de la función de caballería en la Policía. Es en este momento histórico en que se traslada completamente la Unidad de Caballería Policial, jinetes y caballos de la Quinta Presa al Cuartel El Potao, quedando como Jefe del Regimiento de Infantería del Cuerpo de Seguridad de la República el Coronel Rufino Martinez y el Teniente Coronel Manuel Pella Cáceda fue nombrado como el flamante Jefe de Regimiento de Caballería en el Cuartel El Potao. En 1931, se le da la denominación al Cuartel de caballería El Potao, con el nombre de «Cabo Manuel Gutiérrez Candia», quien se inmoló en la acción de armas de Paucarcolla-Puno, el 30 de Junio de 1931, en defensa del orden constituido. En 1938, se le denominó Primer Regimiento de Caballería de la Guardia Civil y en 1941, 24 Comandancia de Caballería. Por las reformas dadas durante el gobierno de Alan García Pérez, en 1986, se fusionan las instituciones policiales de la Guardia Civil, Policía de Investigaciones y Guardia Republicana, denominándoseles Fuerzas Policiales, trayendo como consecuencia que, en 1988; se crea la Policía Nacional del Perú. Así, el regimiento de Caballería asentado en el Cuartel Manuel Gutiérrez Candia pasa a denominarse 24 Comandancia de la PNP. En 1993 y al redistribuirse las fuerzas de la Policía Nacional debido a la reorganización, se cambia la denominación por Unidad de Policía Montada. En 2001, se le denominó Unidad de Servicios Especiales Norte- El Potao y, finalmente, en 2003, pasa a denominarse División de Control de Disturbios Norte. Como vemos, la Policía Montada está unida a la evolución de la patria, desde el nacimiento y formación de la función policial en el nuevo Estado hasta nuestros días.


Policía montada (1972)

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La policía en el siglo XX: personajes, héroes y acontecimientos

Alférez Mariano Santos Mateos, “El valiente de Tarapacá”. Este cuzqueño, nacido en el distrito de Lucre, provincia de Quispicanchis, ingresó, en 1875, a la entonces Institución de la Guardia Civil. Cuando estalla la Guerra del Pacífico, prestaba servicios en Arequipa. Por ese motivo, pasó a formar parte del Batallón de Guardias, que se integró al Ejército del Sur. El 27 de noviembre de 1879, en la batalla de Tarapacá, el guardia Mariano Santos avanzó delante de sus compañeros y a la voz de “¡A las banderas, a las banderas!”, se abrió paso a golpes de culata y bayonetazos entre las filas chilenas, hasta capturar la insignia del 2° Batallón de línea y excitar así la voluntad combativa de los soldados peruanos. Falleció en 1900. El Congreso de la República lo declaró Héroe Nacional. Posteriormente, en reconocimiento a su heroísmo, el Congreso de la República dio la Ley Nº 27018 del 21 diciembre 1998, mediante la cual se precisa su jerarquía en la Policía Nacional, otorgándosele el Grado de Alférez.

La clausura de una casa de juego en Lurín.- En 1926 funcionaba una casa de juego en Lurín conducida por un asiático. Como este tipo de actividades era ilegal, el cabo César Gallegos Melgar, responsable del puesto policial de la zona, luego de una investigación, sorprendió a los jugadores y los condujo detenidos al puesto, junto con los implementos del juego. Nada de particular hubiese tenido el hecho si un senador de la República, Pablo Chueca, no hubiera exigido al cabo la libertad de los detenidos. El cabo Gallegos negó cortés pero firmemente la libertad y, pese a las amenazas del senador, puso a los chinos a disposición de las autoridades correspondientes. El senador calificó de desacato la conducta del cabo y se quejó ante el Ministerio de Gobierno y exigió la interpelación del ministro. El ministro no fue a la interpelación y el senador la retiró. En las actas de las sesiones del Senado salió triunfante la verdad y la justicia valerosamente defendidas por un modesto cabo de la Guardia Civil.

Asesinato del cabo Caballero.- La mañana del 27 de julio de 1931, el cabo Víctor Caballero López pasaba por el grifo Santa rosa de la “Portada de Guía” cuando escuchó gritos dentro de la garita del negocio. El cabo se dirigió hacia el lugar y encontró que 4 salteadores habían detenido al propietario y lo estaban amordazando e inmovilizando para robarle, lo mismo que a su empleado que estaba acompañado de su mujer y de su hijo. El cabo, que se encontraba desarmado, se lanzó a detenerlos. Los maleantes ofrecieron resistencia y agredieron al cabo, pero al convencerse de la fortaleza del policía le dispararon en el abdomen, danto tiempo para la fuga de los criminales quienes se llevaron el producto del asalto. El herido fue conducido al hospital Militar donde murió.

El Día de la Policía.- Fue establecido el 21 de marzo de 1928 dando por Patrona a Santa Rosa de Lima. El objetivo era presentar a las autoridades del gobierno y al país las fuerzas de la Guardia Civil y del Cuerpo de Seguridad, en parada militar. Asimismo, celebrar una misa de campaña por los caídos en el cumplimiento del deber y realizar números de habilidad profesional ecuestre, en motocicleta, bicicleta y automóvil, a pie, con armas y con otros elementos propios de acciones militares y policiales para la captura de delincuentes y otros cometidos de la función. A la vez, el Presidente de la República debería entregar condecoraciones y premios a los jefes, oficiales y tropa que se habían distinguido en el año, en cumplimiento del deber. La primera fecha del Día de la Policía se realizó en el campo del hipódromo de Santa Beatriz y asistió el presidente Leguía. Luego de la parada y desfile de los policías, el presidente distribuyó los premios correspondientes.

Durante los años 80, y luego de la reforma policial, Santa Rosa de Lima fue designada Patrona de la PNP mediante Decreto Supremo 0027-89-IN, publicado el 18 de septiembre de 1989. Después, en 1995, la santa limeña fue condecorada con la Orden al Mérito de la Policía Nacional en el grado de Gran Cruz. Además, se le otorgó la Banda Honorífica como Generala de la Policía Nacional, en su calidad de Patrona del instituto. En el Calendario Anual de Festividades Institucionales de la Policía, se designó al 30 de agosto de cada año como “Día de Santa Rosa de Lima y de la Virtud Policial”, conforme a lo estipulado en el Decreto Supremo 0027-89 y la Resolución N° 355092 del 6 de agosto de 1992.

El uniforme.- Vistosos y elegantes fueron los primeros uniformes de la policía. El Cuerpo de Seguridad salió al servicio con uniforme de paño azul tina con rojos vivos en las mangas y en el pantalón, gorra del mismo material e iguales vivos. Este uniforme suscitó curiosidad en al gente y el mote de “huairuros” con que popularmente se llamaba a los miembros de este cuerpo. La Guardia Civil introdujo el uniforme de gala, de media gala y de diario, de finos paños y gabardina kaki: la teresiana, prenda de cabeza de antiguo modelo, con apariencia de kepís y algo de gorra; la pelliza, elegante prenda de abrigo de tipo español; guantes blancos y avellana; botas de charol y de montar, espolines, florete con empuñadura morada y sombrero de fieltro, especial prenda militar de los primeros tiempos, todo lo que revela el notable interés de la Misión Española por dignificar a la Policía.

El tránsito.- El batallón de “tráfico” fue creado en 1929 en sustitución de la policía municipal que ejercía este control en forma deficiente. Es cierto que el tráfico fue siempre un derecho y un deber de los concejos municipales pero como el problema se iba agravando cada vez más, el gobierno tuvo que convertirlo en un servicio estatal, encargando a la Guardia Civil esta nueva misión. Esta unidad inició su instrucción en la Escuela de la Guardia Civil a cargo de profesores expertos. Se seleccionó el personal dentro de los de mayor talla, buena presencia y mayor preparación.

Durante los años 50, a la entrada del jirón de la Unión, estuvo un policía moreno al cuidado del tráfico. Tenía unos brazos tan largos como las aspas de molino. Era Reynaldo Nonone Viviano. Lima jamás volvió a tener un policía de tránsito de tanto talento y elegancia. Cuentan los que lo vieron que en sus 20 años de policía, con gran elegancia y la precisión de un director de orquesta, ordenaba cotidianamente el tráfico limeño dejando contentos a conductores y viandantes. Dinámico y siempre respetuoso, nunca tuvo necesidad de emplear su revólver ni agredir verbal o físicamente a un chofer. En su honor, el `Carreta’ Jorge Perez y el `Pato’ Jorge Alvarez lo inmortalizaron en una polca que decía así: ¡Qué tráfico compadre! Nonone ya está loco, metiendo papeletas, a más ya no poder… Murió en febrero 1997. Fue el policía de tránsito más digno y respetado de nuestra historia. Hay varias fotos de él.

El asalto a un banco.- El 13 de septiembre de 1940, el Nacional City Bank of New York de Lima, sufrió un gran asalto. Los ladrones lograron extraer casi 124 mil soles. Pero el guardia Escolástico Calle Reyna de la comisaría de Cotabambas y el guardia de tránsito Matías Ramírez Salguero, que se encontraba de franco y desarmado, persiguieron tenazmente a los autores del robo, quienes se daban a la fuga en un automóvil. Los valientes policías los capturaron y recuperaron la suma robada.


Policías en los años 50

Capitán Alipio Ponce Vásquez.- Este oficial, nacido en 1906 en el distrito de San Lorenzo, provincia de Jauja, se inició como Guardia de Esquina y ascendió hasta Sargento Primero, recorriendo diversas comisarías de Lima y el Norte. Luego, fue Cadete de la Escuela de Oficiales, egresando como alférez en 1937. Al estallar el conflicto con Ecuador en 1941, Alipio Ponce, ya Teniente, fue destinado como Oficial de la Guardia Civil. Participó decididamente en la Batalla de Zarumilla, logrando notables victorias en las acciones de armas que culminaron con la toma de Quebrada Seca, Carcabón y Huabillos. Fue en la toma del puesto de Carcabón donde Alipio Ponce, el 25 de Julio de 1941, al mando de un puñado de soldados de ingeniería y policías de su destacamento, tras una acción de sólo 25 minutos, logró desalojar a las fuerzas oponentes, izando en el mástil la Bandera Nacional. Al día siguiente lanzó un sorpresivo ataque contra la posición de Huabillos, que el enemigo no pudo contener. El 11 de Setiembre de 1941, pereció heroicamente en acción de armas durante una emboscada en la Quebrada de Porotillo (Ecuador), cuando su patrulla realizaba una misión de reconocimiento. El Congreso de la República, en mérito a su heroica actuación durante dicho conflicto, lo declaró Héroe Nacional, y dispuso que sus restos reposen en la Cripta de los Héroes de la Patria (hay fotografías de Alipio Ponce y un monumento a los policías caídos en el conflicto con Ecuador en el Campo de Marte).


Alipio Ponce Vásquez

El origen de los patrulleros: la radio patrulla.- Con el nombre de Escuadrón de radio policial, esta unidad fue creada por Odría en 1949, con un total de 10 carros y el personal de oficiales, tropa y choferes necesarios para servirlos. Su primer comandante fue el teniente coronel Isaac Ingunza Apolinario. Ante los buenos resultados del “patrullaje” de estas unidades en la ciudad de lima, en 1950 se adquirieron 48 unidades móviles más, mejorando el servicio. Se estableció una central radiotécnica destinada a dirigir el servicio de los patrulleros. Tan importante fue este servicio que, durante los años 60, algunos distritos de la gran Lima adquirieron por su cuenta carros patrulleros y los cedieron al Estado.

El “rochabus”.- En el Perú hemos llamamos así a los carros rompemanifestaciones que usa la policía y que lanzan chorros de agua para su propósito. Según la tradición “oficial”, el nombre deriva de Temístocles Rocha, hacendado de Ica y ministro de Hacienda durante la dictadura de Odría. En 1956 fue presidente del Jurado Nacional de Elecciones. En ese puesto, se opuso a la inscripción de la candidatura a la presidencia de Fernando Belaunde. Muchos de partidarios del fallecido ex presidente salieron a las calles y como respuesta por primera vez se usaron estos vehículos. Tan populares, y temidos, eran estos carros que, en 1957, ya caído Odría, Guido Monteverde fundó un Semanario Político, con muchas caricaturas llamado ROCHABUS. Sin embargo, en cuanto al origen del nombre “rochabús”, hay una coincidencia etimológica, lo que a algunos les hace pensar que no sería absolutamente Temístocles Rocha el que dio origen al vocablo. Veamos. En el Diccionario de la Real Academia Española existe el verbo “rochar”, que significa “romper”, “rozar”, “limpiar”; a lo que se agrega el sustantivo “bus”, y se obtiene la palabra compuesta “rochabús”; es decir, un bus que sirve para romper o limpiar las calles atestadas de muchedumbres manifestantes. Esta coincidencia solo sirve para dar una nueva explicación a este “peruanismo” que aparece en el Diccionario Americano. Desde los años 80, a estos carros también se les conoce como “Pinochitos” ya que el cañón que usan para lanzar el agua es similar a la nariz del personaje del cuento.

El Casino de Policía.- Al entonces coronel Isaías morón Márquez le corresponde la labor de haber iniciado la fundación del Casino de Policía en 1937. Producto de cuotas de inscripción y mensualidades se compró un terreno de 17 mil metros cuadrados en la urbanización “Country Club” (hoy San Isidro), zona residencial de alta categoría con el visionario propósito de construir no solo un simple local sino un “country” con toda clase de comodidades para los policías y sus familiares. Sin embargo, el proyecto no se realizó porque, en 1945, a pesar de la oposición de la mayor parte de socios, el terreno se vendió. En 1946, el entonces general Morón, fue elegido presidente del casino cuando el ministro de Gobierno, el general Manuel Encarnación Rodríguez, había ordenado que se construya el actual edificio (avenida Wilson, casi esquina con Bolivia), mandando elaborar los planos y presupuestos por un ingeniero civil en vez de un arquitecto. La ley adjudicando el terreno fue dada en 1950, los trabajos concluyeron en 1952 y en 1953 fue inaugurado el local.
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