En la noche barranquina no puede faltar una visita al histórico “Casosul”, más conocido como “JUANITO” que, este año, ha cumplido 71 años de existencia. En efecto, el 16 de junio de 1937 empezó la historia del “Juanito” cuando su fundador, Juan Casosul, abrió una bodega en la Plaza de Barranco. Juan, o “Juanito”, tiene hoy 95 años y goza, afortunadamente, de buena salud. Algunas tardes se le puede ver charlando con amigos o familiares en una mesa del bar tomado un café y probando uno de los estupendos sánguches que son la delicia de la bohemia barranquina. Actualmente, el local es manejado por sus tres hijos (Rodolfo, o “Rodo”, Juan y César) quienes se vanaglorian de que su padre es el dueño más antiguo de un bar en el Perú.
“Don Juan”, o “Juanito”, como se le conoce al veterano empresario hostelero, abrió hace 70 años una bodega o almacén donde se vendían desde abarrotes hasta productos de ferretería. Pero un buen día le dio un vuelco al negocio cuando colocó mesas y empezó a servir café, cervezas y otras bebidas alcohólicas (especialmente, pisco), y platos fríos que lo hicieron famoso en Barranco y luego en toda Lima.
Se cuenta que esta taberna ha sido fuente de inspiración de artistas e intelectuales. Todavía hoy uno puede toparse, a cualquier hora de la noche, con artistas, periodistas y escritores de toda procedencia social o ideológica; turistas y desempleados; asimismo, por jóvenes, universitarios o no, que buscan un lugar de diversión y conversación “democráticas”. Asimismo, el “Juanito” ha sido frecuentado por ilustres visitantes como el poeta barranquito José María Eguren; asimismo, en la década de los setenta, el salsero venezolano Óscar de León y, en los noventa, el cantante español Joaquín Sabina; también era habitual encontrarse con la trovadora peruana Susana Baca. Se dice que hasta el actual presidente del país, Alan García, en “sus tiempos mozos”, acudía a jugar al futbolín.
Otro de los encantos del “Juanito” es que, prácticamente, se ha quedado en el tiempo. Con su piso de cerámica desdibujado (gastado) por el paso del tiempo, sus botellas de licor amontonadas en los estantes de madera y su tradicional cantante criollo que aporta la única música al local; a veces, también un extraño personaje, con sacos de colores, que juega a ser malabarista. Tanta historia tiene el bar que los hijos de “Don Juan” aseguran que varias parejas se han casado por lo civil y también se han divorciado en el local. También son características sus paredes abarrotadas de afiches sobre obras de teatro y actividades culturales, a los que se suma un enorme carro rojo a pedales en el primer ambiente.
Un personaje emblemático es su antiguo mozo “Motta”, un descendiente afroperuano que con sus más de 80 años sigue frecuentando el local. Los clientes más veteranos aseguran que el “Juanito”, antiguamente, no era tan “abierto” como ahora. Por ejemplo, décadas atrás, las mujeres no podían entrar. Pero en la actualidad llegan solas o acompañadas y, además, se las reserva preferentemente las mesas cercanas a la puerta, o en el primer ambiente, para darle un aire “más familiar”, según los dueños. Esto a veces no agrada a nuevos clientes y turistas, que en alguna oportunidad se han quejado por segregación, dado que en los lugares más visibles desde el exterior no permiten sentarse a hombres solos. A esta crítica, el clan de los Casosul responden con una sonrisa, porque prefieren hablar de sus especialidades: los sánguches de jamón del norte o jamón del país o asado (que no se han cambiado –dicen- desde que nació el “Juanito”), aderezados con salsa criolla, y sus tragos hechos a base de pisco, como el “chilcano” o el “capitán”; asimismo, las patas de cerdo o las aceitunas hervidas caseras. Por esto, y mucho más, el JUANITO es una referencia para los limeños, para los turistas y para los nostálgicos peruanos que viven en el exterior quienes, cuando vienen de visita, lo primero que hacen es ir al JUANITO y devorar unos de estos sánguches.
Bar Juanito de Barranco (flickr.com)
Estimado Señor:
Lo felicto, porque con este articulo se rescatan nuestras tradiciones y vivencias de nuestra ciudad de Lima.
Justamente me encuentro elaborando un libro en donde se podra encontrar mas de esto y otras tantas cosas que viven ocultas, para los ojos de nuestra nueva generacion.
Felicitaciones una vez mas y seria bueno, que podamos reunir a todos aquellos que estemos interesados en nuestra rica historia limeña para hacer un convcnconversatorio,q que apunte a propor
Le felicito por el artículo, me hace recordar a un ex compañero de trabajo que también resaltaba muy bien los lugares como el que Ud describe, uno de ellos del Bar Munich que está a media cuadra de la Plaza San Martín en el Jr Belén, este amigo es Alberto Rojas, trabajamos en Albis.
Bueno amigo, me despido de Ud y gracias por escribir, así tenemos un lugar en la web del cual podemos disfrutar de buenas lecturas.