Los años 30: las elecciones de 1931

Entre los candidatos que se presentaron, dos fueron los más importantes y entre ellos se decidía al futuro Presidente de la República: Luis M. Sánchez Cerro, por su partido la Unión Revolucionaria, y Víctor Raúl Haya de la Torre, por el Partido Aprista Peruano (P.A.P.). Los otros fueron Arturo Osores, ardiente enemigo de la dictadura de Leguía al que apoyaba la Coalición Nacional, y José María de la Jara Ureta, del Partido Unión Nacional. Pocas veces en la historia republicana hubo tanto entusiasmo y expectativa ante un proceso electoral.

De estas elecciones, de otro lado, no sólo debía salir el nuevo Presidente de la República, sino también un Congreso Constituyente que elaborara una nueva constitución que debía reemplazar a la de Leguía promulgada en 1920. Finalmente, la organización y conducción de los sufragios corrió a cargo del Jurado Nacional de Elecciones (J.N.E.), presidido por el fiscal más antiguo de la Corte Suprema.

El resultado electoral.- Según “El Comercio”, los comicios se llevaron a cabo con gran sentido de ecuanimidad. Ellas se caracterizaron por el respeto de unos ciudadanos con otros ciudadanos. Enormes masas de gente fueron a depositar sus sufragios y esperaron el turno correspondiente sin agresiones de ninguna clase. No hubo hechos de sangre ni abusos el día que fue ejercido el acto cívico. Alrededor de 300 mil electores depositaron sus votos a favor de los cuatro candidatos presidenciales y de una multitud de candidatos al Congreso.

De acuerdo a la información oficial, votó el 80% de los inscritos en el Registro Electoral. Los resultados fueron los siguientes: Sánchez Cerro 152 mil votos; Haya de la Torre 106 mil; José María de la Jara y Ureta 21,921; y Arturo Osores 19,653. Un examen de los votos apristas revela su marcado apoyo regional. Haya recibió casi el 44% de su votación total en los cinco departamentos del norte. Del 56% restante, el 30% lo obtuvo del populoso departamento de Lima (incluyendo el Callao) mientras que los otros 16 departamentos sólo contribuyeron con el 26% de sus votos.

La victoria del candidato “urrista” era contundente, había obtenido más votos que los otros juntos, sin embargo, mientras La Jara y Osores reconocían su derrota, los apristas denunciaron fraude electoral y llegaron a decir que Haya de la Torre era el “Presidente moral del Perú”. La victoria de Sánchez Cerro era un golpe amargo para las legiones apristas que daban por descontado el triunfo de Haya. Habían sido convencidos de que había llegado el momento de cambiar el país en beneficio de ellos mismos. Su frustración era inmensa. Lo importante es que a partir de allí el Partido del Pueblo inició una cerrada oposición desde el recién instalado Congreso Constituyente y desde las calles. Este fue el inicio del odio aprista hacia Sánchez Cerro y de la violencia que se desató en el país que tuvo sus puntos más álgidos durante la Revolución Aprista de Trujillo (1932) y el asesinato de Sánchez Cerro (1933).


Sánchez Cerro, triunfador del proceso electoral

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