Fue el partido fundado por Sánchez Cerro poco antes de las elecciones de octubre de 1931. Fue un partido de enorme arraigo popular. El origen mestizo y provinciano de su líder, que fue capaz de pulverizar el edificio leguiísta, ejercía enorme fascinación entre los obreros y los grupos medios urbanos.
Sus bases doctrinarias tuvieron influencia italiana, tanto en la organización de las masas, la formación de sus fuerzas de choque, como en su sistema de represión. Su lema era el Perú sobre todo, lo que demostraba su clara vocación nacionalista propia de un militar que toma el poder, y como respuesta a las influencias “foráneas” representadas por el aprismo y el comunismo. Otro de los objetivos de la U.R. era mantener el orden público, aspecto muy importante en 1931, cuando el caos político y social arreciaba. Se proponía devolver la paz al país, para lo cual el papel del Estado debía seguir creciendo. Defendía la exaltación de ciertos valores (patria, honradez, religión, valor y superación espiritual), que sin duda tendían a la creación de una mística, propia de los fascismos europeos de entonces. Por ello, el Estado debía asumir el control de la educación y de la prensa como medios para orientar a las masas y formarlas dentro de los valores que debía difundir. También se comprometía a respetar y promover la propiedad individual para la producción, cuando los otros partidos de orientación marxista la cuestionaban o hablaban de la desaparición de la propiedad privada.
Sánchez Cerro llegando a Lima
Aparte de esta nueva versión del autoritarismo, la Unión Revolucionaria no ofrecía nada novedoso para combatir la crisis. En ese sentido el discurso de Haya de la Torre fue más imaginativo. El programa de Sánchez Cerro era una readaptación de viejas propuestas políticas: impulso a la descentralización, presupuestos balanceados, una política de estabilidad monetaria, promoción a la inversión extranjera y proyectos de colonización de la selva. Tampoco le faltó al programa una cuota de populismo y demagogia: promesa en distribuir tierras y reivindicar a las “oprimidas” masas indígenas. Pero esto último, subrayaban, eran metas a largo plazo.
Su cúpula directriz estuvo conformada por una mezcla de antiguos políticos y jóvenes profesionales. Entre los primeros destacaban José M. García Bedoya, Clemente J. Revilla, Pedro A. del Solar y Eduardo Lanatta; entre los segundos Carlos Sayán Alvarez, Alfredo Herrera, Abelardo Solís, Luis A. Flores, Ernesto Byrne Valcárcel, Ernesto Delgado Gutiérrez, Elías Lozada Benavente, Manuel Mujica Gallo, Pedro Ugarteche y Guillermo Hoyos Osores. El diario El Comercio apoyó resueltamente la candidatura sanchecerrista así como José de la Riva-Agüero y Osma, antiguo fundador del Partido Nacional Democrático. Luego de la muerte de Sánchez Cerro, la Unión Revolucionaria perdió fuerza aunque siguió figurando hasta fines de la década de 1950 pero sin ningún tipo de representatividad.
Luis A. Flores, secretario de la Unión Revolucionaria
UNION REVOLUCIONARIA PRESENTE.
Nuestra nación estuvo muy cerca de un gobierno fascista , quizás fue la cercanía y el peso de EE.UU sobre la región la que impidió eso más tarde; era obvio que la simpatía peruana por el Eje era bastante fuerte.
No estoy de acuerdo. La vida activa de la la Union Revolucionaria esta muy lejos temporalmente de cambios cruciales como el voto femenino y el voto de los analfabetos, donde se podria decir que hay una margen mas grande de representatividad. Un gobierno fascista es complejo, donde, hasta donde yo se, la presencia de las clases medias es definitoria..