En esta zona del país se producían lanas de ovinos y camélidos en las haciendas y estancias ubicadas en las punas, quebradas y valles del llamado “sur andino”. Su exportación se llevaba a cabo por intermedio de sólidas casas comerciales arequipeñas y extranjeras establecidas en la ciudad de Arequipa. Entre las de origen extranjero estaban “Ricketts”, “Gibson”, “Forga”, “Emmel”, “Weis” y “Sarfaty”; las nativas eran “Muñoz-Nájar”, “López de Romaña”, “Rey de Castro” e “Iriberry”; y, finalmente, los comerciantes “turcos” como Said, Salomón y Abugattás.
A nivel nacional, de todos los sectores de exportación el de la lana fue el menos importante ya que solo representó el 10% de los ingresos por exportación entre 1890 y 1920. A nivel regional, sin embargo, fue el principal sector productivo de la sierra sur hasta el descubrimiento de las minas de Toquepala en la década de 1960. Entre 1916 y 1930, de los 80 millones de dólares en exportaciones que pasaron por el puerto de Islay, no menos del 73% correspondió a la lana.
Un aspecto importante es que mientras otros sectores de exportación, como la caña y el algodón, se desarrollaban dentro de empresas con relaciones “capitalistas” de producción, el de la lana se estableció integrando a pequeños productores al mercado mediante el “trueque” o por la expansión de la producción de lana en las grandes haciendas que absorbían las tierras de las comunidades indígenas generando no pocos conflictos y eventuales rebeliones.
En este mundo básicamente “tradicional” se desarrolló una estructura triangular de gran importancia donde, según Rosemary Thorp y Geoffrey Bertram: Los tres polos eran los productores en pequeña escala, los productores en gran escala (haciendas) y los comerciantes que se encargaban de la exportación de la lana. El primer grupo, es decir, el que siempre ha producido lana de alta calidad proveniente especialmente de la alpaca, es el de los pastores indígenas de la sierra, mientras que la lana de oveja, de menor calidad (aunque también producida por el sector de pequeña escala) ha sido el producto principal de las grandes haciendas del sur. Los grandes terratenientes y comerciantes, quienes formaban el núcleo de la elite económica del sur, fueron relativamente independientes del resto del perú y los vínculos entre estos grupos y las empresas que operaban en el centro y norte se encontraban escasamente desarrollados.
Mollendo (Islay) a principios del siglo XX