La República Aristocrática: los grupos políticos

La política dependió básicamente de las relaciones entre el Partido Civil y la oposición representada por el Partido Demócrata, de Piérola. Los civilistas fueron mayoría en el Congreso y controlaron el Poder Judicial, la Junta Electoral Nacional y los periódicos más influyentes; coparon, además, otras instituciones como la Universidad de San Marcos. Su dominio era total y el núcleo de su élite lo constituyó un grupo informal conocido como los 24 amigos que se reunía semanalmente en el exclusivo “Club Nacional” para discutir los asuntos de gobierno.

Pero a pesar de este dominio aparentemente monolítico, el civilismo tuvo dos rupturas claves a su interior. La primera se produjo debido a una diferencia generacional entre los fundadores y los más jóvenes (encabezados por José Pardo y Augusto B. Leguía) quienes quisieron escalar rápidamente dentro del partido. La segunda pugna tuvo un matiz más personal ligado a la figura de Leguía, quien durante su primer mandato se mostró muy personalista contrariando el “orden legal”.

Por su parte, los demócratas de Piérola terminaron enarbolando un discurso populista y siempre hostil al Partido Civil, especialmente cuando se acercaban las elecciones y denunciaban intentos de fraude. Siempre dependieron de la figura y trayectoria de Piérola, a pesar del triunfo de Billinghurst en 1912. Como todo partido caudillista, el demócrata languideció a partir de la muerte de su fundador en 1913. Otros partidos de menor peso fueron el Constitucional de Cáceres, el Liberal de Augusto Durand, la Unión Nacional de Gonzáles Prada y la Unión Cívica de Mariano Valcárcel. Todas estas agrupaciones, incluyendo al Partido Civil, terminaron su ciclo durante la dictadura de Leguía a partir de 1919. Esto se debió no sólo al recorte de las libertades ciudadanas practicadas por el Oncenio, sino a la falta de fuerza y cohesión de estas agrupaciones por mantener el juego democrático y saber interpretar las demandas de los populares quienes deseaban transformar el perfil oligárquico del Estado.


Estación del tren a Chorrillos (1907)

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