Tan pronto se hizo conocida la noticia en Lima y el resto del país, creció la efervescencia popular que mostraba un inusitado espíritu de solidaridad con Bolivia y un gran sentimiento contra Chile. Al mismo tiempo, el gobierno de M.I. Prado creaba una contribución de guerra que afectaba a todos los peruanos, ordenaba la expulsión de ciudadanos chilenos del territorio y daba leyes autorizando la compra de buques modernos sin saber realmente de dónde iba a salir el dinero para tal adquisición.
En la opinión pública funcionaban estímulos diversos. Para unos el recuerdo del triunfo en el Callao al frente a la Escuadra Española en 1866, era una invitación a la gloria. Otros seguían pensando que el Perú aún gozaba de la tradición de vigilar o moralizar la vida internacional sudamericana, que el avance chileno era una amenaza contra nuestra provincia salitrera de Tarapacá y que de no apoyarla, Bolivia podía aliarse con Chile en contra nuestra. Los diarios de la época cerraban filas en favor de la guerra. El Comercio tuvo que sumarse a esta corriente, a pesar que al desatarse la crisis entre Chile y Bolivia aconsejó prudentemente la neutralidad del Perú.
Hubo, sin embargo, algunos que no compartían ese iluso entusiasmo como el propio Prado. Para el presidente el conflicto debió haber sido la más pavorosa de las tragedias. Era un conocido amigo de Chile, país al cual lo unían vínculos personales, incluyendo al propio presidente Aníbal Pinto; en cambio, nada lo unía con Bolivia. Además, nadie mejor que él conocía la situación militar del Perú. Por esos días, el canciller boliviano, de visita por Lima, le oyó decir: El Perú no tiene armas, no tiene ejército, no tiene dinero, no tiene nada para la guerra.
El general Mariano Ignacio Prado, presidente del Perú
La campaña marítima: Era lógico para cualquier observador que el descenlace del conflicto se resolvería en el mar, y en ese aspecto la superioridad chilena era abrumadora por la presencia de sus blindados gemelos, los acorazados Almirante Cochrane y Blanco Encalada, ambos de 3.650 toneladas y construidos en Inglaterra en 1874. A estas embarcaciones se sumaban las corbetas Chacabuco y O’Higgins, ambas de 1.670 toneladas; los buques de madera Esmeralda (850 toneladas), Covadonga (600 toneladas), Magallanes (800 toneladas) y Abtao (800 toneladas); y más de quince transportes entre los que destacaban el Rímac y el Matías Cousiño. Los oficilaes de estas naves se había entrenado en el extranjero y su marinería, desde tiempo atrás, estaba eficientemente preparada.
La flota peruana estaba compuesta por el monitor Huáscar (fabricado en Inglaterra en 1864 y de 1.100 toneladas) y la fragata Independencia (construida en 1865 y de 2.004 toneladas), nuestra mejor nave. Pero ambas eran demasiado obsoletas para competir con las del enemigo. Completaban la flota la corbeta de madera Unión de 1.150 toneladas y los viejos monitores Manco Cápac y Atahualpa que, por estar deteriorados, permanecieron anclados en el Callao y Arica sirviendo como baterías flotantes. Nuestros transportes eran el Chalaco, la Oroya, la Limeña y el Talismán. La marinería tuvo que improvisarse pues años antes la Escuela de Grumetes fue cerrada por las dificultades económicas del país.
Esta desventaja se agravó cuando en el Combate de Iquique (21 de mayo de 1879) el Huáscar y la Independencia ingresaron a la bahía de Iquique a romper el bloqueo puesto por la Esmeralda y la Covadonga. Poco después de iniciado el combate la improvisación peruana culminó con la pérdida de la Independencia, que encalló en unas rocas al sur de Iquique tratando de capturar a la Covadonga que se escapaba. Así perdíamos nuestra mejor embarcación, a pesar del meritorio hundimiento de La Esmeralda (capitaneada por Arturo Pratt) por parte del monitor Huáscar, comandado por Miguel Grau. Con esa pérdida Chile no comprometía el poderío de su escuadra y el heroísmo mostrado por Prat y sus compañeros los alentaba a buscar la venganza.
Arturo Prat, máximo héroe de la marina chilena
Desde ese momento la suerte estaba echada. A Grau sólo le quedaba rehuir el combate y esperar que el gobierno le comprara unas granadas, las palloissier, únicas capaces de perforar las naves enemigas. Su astucia y valentía le permitió al Perú prolongar la fase marítima por algunos meses. Grau al mando del mítico Huáscar, y con la ayuda de La Unión, logró penetrar al litoral enemigo, bombardear algunos puertos y capturar el transporte chileno Rímac. Las incursiones de Grau despertaron muchas dudas y provocaron fuertes críticas en Santiago a su estado mayor del ejército.
Sin embargo, la situación no podía prolongarse, y en cualquier momento el Huáscar podía toparse con el Almirante Cochrane y el Blanco Encalada. Ese momento llegó en la Punta de Angamos. Las que nunca llegaron fueron las granadas que Grau pedía con tanta insistencia y desesperación. La falta de dinero, la improvisación del gobierno ante la guerra y las gestiones de la diplomacia chilena en Europa para bloquear cualquier compra de armamentos para el Perú fueron también factores que determinaron la derrota final en el mar y en los siguientes escenarios del conflicto.
El 8 de octubre de 1879 se libró el célebre Combate de Angamos donde el Huáscar se enfrentó solo al Cochrane, al Blanco Encalada, al Matías Cousiño, al Loa, al O’Higgins y a la Covadonga. Casi al inicio un explosivo destruyó la torre del Huáscar donde se encontraba Grau, aunque luego de casi tres horas de combate el enemigo capturó nuestra nave pesar del intento de sus tripulantes en hundirlo.
La punta de Angamos
En Angamos el Perú perdió a Grau, su máximo héroe, perdió a su nave más preciada, el monitor Huáscar, y allí también perdió la guerra. Desde Londres, el prestigioso Times comentaba la campaña de Grau y su nave así: El Huáscar es un buque histórico… Ha figurado en todos los combates navales en el curso de la guerra: ha bombardeado las poblaciones de los chilenos (sólo las fortificadas), perseguido y capturado los buques de transportes, y ha sido por varios meses el terror de la costa chilena. Al mando de un hábil y valiente oficial y tripulado por hombres excelentes, el Huáscar ha sido siempre un formidable. Ahora el espanto era la amenaza de la invasión próxima; el mar y nuestro litoral quedaban libres para Chile.
interesante seria proponer a la marina de guerra , se construya un buque escuela, no un tradicional velero, sino una copia fiel del legendario monitor al que se debera llamar BAP GRAU, como una forma de recordar y reivindicar la gesta heroica de angamos , gracias
bmuy buena la apreciacion, pero si Gau fue su maximo heroe, ARTURO PRAT CHACON , no tan solo es nuestro HEROE ,aca en CHILE, en ese combate, homenajeamos desde el corneta Riquelme ,(oriundo de Caldera, )HASTA EL HEROICO PRAT, de Ninhue, Hacienda San Agustin De Puñual. un saludo de un chileno , que los quiere, pero no los amara nuncaaaaa
JOSE, NO CREO QUE SEA NECESARIO UNA COPIA DEL MONITOR HUASCAR, PORQUE EL UNICO QUE HABIA , Y HUBO, ESTA EN TALCAHUANO, EN FRENTE DE LA ISLA QUIRIQUINA ,Y ES UN TROFEO DE GUERRA( PRISIONERO DE GUERRA), LO UNICO QUE TE PUEDE ALIVIAR ESA IDEA PARA PODER VER AL HUASCAR, ES QUE TE ENROLES EN LA MARINA DE CHILE,PERO CON ESOS PENSAMIENTOS…..IMPOSIBLE, SIGA PARTICIPANDO