Siempre se ha pensado que la fundación del Partido Civil, en 1871, respondió a la necesidad de los civiles de arrebatarle el poder a los militares y una respuesta a la ineptitud de éstos en manejar convenientemente los recursos del guano. Pero esta interpretación resulta parcial. En realidad, demuestra el surgimiento de la primera clase dirigente peruana que elabora un proyecto político nacional, con algunos representantes de las élites económicas e intelectuales de Lima y del interior del país, que permitiera llevar a cabo los cambios requeridos por el país. El civilismo buscó construir un Estado desde la sociedad urbana y apelar a la participación ciudadana para difundir el ideal republicano frente a tantos años de dominio caudillista.
El líder, Manuel Pardo y Lavalle (Lima 1834-1878), como representante de esta élite modernizadora quiso conciliar en política la doctrina con la realidad, y buscó fundar lo que él mismo llamó la república práctica, es decir el orden institucional, para alcanzar el progreso material y la verdadera libertad de los individuos. Pardo había desplegado durante su juventud una intensa actividad intelectual. Uno de sus más notables estudios fue el que publicó sobre Jauja (1863) en el que abogó por la construcción de ferrocarriles que permitiera integrar y articular el país, condición indispensable para alcanzar el desarrollo: Sin ferrocarriles no puede haber progreso material y sin progreso material no puede haber en las masas progreso moral, porque el progreso material proporciona a los pueblos bienestar, y el bienestar los saca del embrutecimiento y la miseria; tanto vale decir que sin ferrocarriles tiene que marchar a pasos muy lentos la civilización. Estuvo, además, entre los redactores de la “Revista de Lima”, vocera de la esta élite intelectual, una suerte de “Mercurio Peruano” de la época. En el campo de los negocios, participó como consignatario del guano, importador y agricultor.
Su vida política fue como una centella: rápida, brillante y trágica. Desde 1865, hasta su muerte en 1878, fue ministro de Hacienda durante la Dictadura de Prado; Director de la Beneficencia Pública de Lima en la época de la terrible epidemia de la fiebre amarilla que asoló la capital; Alcalde de Lima; fundador y jefe del Partido Civil; Presidente de la República y Presidente del Senado.
En las elecciones de 1872, la victoria de Pardo fue clara sobre sus más claros contendores. Pero su triunfo generó fuertes reacciones y absurdas actitudes como la de los hermanos Gutiérrez quienes representaban al sector más intolerante del ejército. Se sublevaron en Lima y trataron de obligar al presidente Balta anular los resultados electorales. Ante su negativa, decidieron asesinarlo lo que exasperó al pueblo capitalino quien capturó y ejecutó públicamente a los insurrectos. De esta forma, se cerraba, trágicamente, una de las páginas más bochornosas de la historia política del Perú decimonónico.
Pardo y los civilistas tomaron oficialmente el mando para el período 1872-1876. En el Congreso, el sector civilista era fuerte pero no lo suficientemente numeroso para controlar a la oposición. Nunca residió Pardo en Palacio de Gobierno. Vivía en su casa particular y allí recibía en audiencia a cualquier ciudadano sin fijarse en su posición social.
Como vimos ayer en este blog, era la situación económica lo prioritario a combatir. Las obras públicas de Balta habían incrementado la deuda externa, ahora imposible de pagar. El gobierno tuvo que recurrir a un fuerte ajuste presupuestal que no fue del agrado de muchos sectores, especialmente del militar. Una de las medidas que se tomó para incrementar los ingresos del Estado fue la nacionalización del salitre de Tarapacá, medida protestada por los particulares que hasta entonces explotaban dicho recurso que, finalmente, no tuvo los resultados esperados.
Otros síntomas de la crisis fue la suspensión del crédito externo, la interrupción de la adquisición de buques y armas, la reducción de los efectivos del ejército, la desaparición de las monedas de oro y plata de la circulación, la inflación de precios, la interrupción de obras públicas, el retraso en el pago de sueldos y montepíos y el aumento de la desocupación. Con el escaso dinero que tuvo, Pardo trató de impulsar la educación primaria declarándola obligatoria y gratuita, y fundó algunas escuelas técnicas. Como vemos, Pardo y el civilismo llegaban al poder para ser testigos casi impotentes de una de las peores bancarrotas que ha sufrido el Perú en su etapa republicana.
Manuel Pardo y Lavalle
Muy interesante me ayudo mugho en mi tarea
fue muy chevere