La formación del estado-nación: el perfil del Perú, 1825-1845

La población peruana al inicio de la república fue calculada, según la Guía de Forasteros publicada hacia 1828, en 1’279, 726 habitantes y estaba distribuida de la siguiente manera:

Arequipa 136,812
Ayacucho 159,609
Cuzco 216,382
Junín 200,839
La Libertad 230,970
Lima 149,112
Puno 156,000

El Perú seguía siendo un país rural. La mayoría de sus pobladores eran indios que formaban parte de las “comunidades campesinas” creadas desde los años del virrey Toledo en el siglo XVI. Lima era, en 1836, la ciudad más grande con poco más de 54 mil habitantes. Si comparamos esa cifra con la de 64 mil en 1820 cuando San Martín entró a la capital, constatamos un descenso global de casi 15%. Era una ciudad que, además de su retroceso demográfico, no era ni la sombra de la antigua Capital de los Virreyes. Un capitán inglés, que había visitado Lima en 1821 y luego regresó en 1841, comentó: Ahora todo da impresión de pobreza y decaimiento; un cambio penoso de su anterior esplendor y riqueza. Esta apariencia se podía observar no sólo en la ciudad, sino también entre los habitantes. Familias enteras habían sido barridas y sus exservidores o extranjeros, se habían convertido en poseedoras de sus casas y propiedades. Esta decadencia urbana se observa también en las ciudades del interior como Cuzco y Huamanga. De otro lado, cerca de la mitad del país estaba compuesta por un territorio prácticamente desconocido: la amazonía. La demarcación territorial, además, estuvo mal definida y desató conflictos con Bolivia (1828) y la Gran Colombia (1829).

No hubo en estos años un centralismo sino más bien una desarticulación por el poco efecto concentrador del Estado y los centros urbanos. La ausencia de un poder centralizador permitió que las regiones ganaran autonomía o que creciera su aislamiento. El comercio interno se redujo a su mínima expresión, los caudillos se convirtieron en las auténticas fuentes de poder y el país devino en un territorio con varias regiones inconexas donde el ritmo de una poco o nada influía en la suerte de las demás. Los caudillos terminaron aprendiendo que una cosa era gobernar Lima y otra muy distinta conseguir el apoyo de las regiones.

En este sentido, funcionaron hasta cuatro circuitos comerciales o elites regionales casi autónomos: el agrario-comercial de Lima y la costa central y el de la costa norte y Cajamarca, el minero-agrícola de la sierra central y el agrario del sur andino, favorecido este último por el eje Arequipa-Cuzco-Puno. Las comunicaciones eran muy precarias puesto que a pesar de contar el Perú con cinco puertos mayores (Paita, Huanchaco, Callao, Islay y Arica), las antiguas rutas coloniales que habían comunicado a Lima con Arequipa, Cuzco o el Alto Perú sufrían un penoso abandono. Todo esto, añadido a la difícil geografía y a la peligrosa y creciente presencia de bandoleros y malhechores (un problema endémico de la época), viajar se convirtió en una aventura muy arriesgada. Naturalmente, la circulación monetaria disminuyó y en muchos lugares el intercambio sólo pudo efectuarse mediante el ancestral trueque.


Grabado del primer escudo del Perú

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Comentarios

  1. MUNDANO escribió:

    ESTA BUENO… ME GUSTARIA LEER MAS

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