Una de las preocupaciones de Leguía para convertir al Perú en un país moderno era desarrollar la economía atrayendo la inversión extranjera. Buen conocedor del mundo financiero, en fundador de la Patria Nueva sabía que la banca norteamericana atravesaba por un periodo de bonanza y que el gobierno de Washington veía con buenos ojos a los gobiernos “desarrollistas” dispuestos a garantizar las inversiones extranjeras. Por ello, durante el Oncenio, la presencia del capital norteamericano, a través de empréstitos e inversiones, se tornó casi hegemónica.
Respecto al endeudamiento externo, podríamos mencionar que los 77 millones de dólares que gastó el régimen para levantar sus obras públicas provenían de los famosos empréstitos. En once años, la deuda con los Estados Unidos se había multiplicado por 10: había pasado de 10 a 100 millones de dólares. Gran parte del “bienestar” que vivieron los peruanos fue financiado por ese dinero. En el bienio 1926-28, por ejemplo, el 40% del presupuesto lo cubrió el dinero norteamericano. A cambio de esta “generosa” ayuda, los banqueros norteamericanos exigieron la administración aduanera y presupuestaria. Asimismo, gran parte de las obras públicas fueron emprendidas por la Foundation Company, entidad también norteamericana. De esta manera, los prestamistas velaban por el “buen manejo” de sus capitales y aseguraban los reembolsos en las plazos previstos.
Las inversiones norteamericanas también se hicieron presentes en la agricultura azucarera, la industria y, sobre todo, la minería y el petróleo. Esta inyección de capital se comprueba cuando comparamos que, entre 1919 y 1929, las exportaciones mineras aumentaron en un 175% mientras que la exportación de productos agrícolas sólo creció en un 45%. El cobre y el petróleo aparecen como los principales productos de exportación a finales del Oncenio.
Respecto al petróleo podríamos reseñar algunos datos. En 1890, los yacimientos de la Brea y Pariñas, explotados por la empresa británica London Pacific, rindieron poco más de 8 mil barriles; sin embargo, 10 años más tarde, su producción anual sobrepasaba los 200 mil barriles; en 1915, se obtuvieron 1’800,000 barriles. Como es sabido, estos yacimientos generaron serios conflictos al iniciarse el Oncenio, que culminaron con un Laudo arbitral, sumamente controvertido. En efecto, en 1924, los británicos vendieron la Brea y Pariñas a la International Petroleum Company Ltd. de accionistas norteamericanos. Esta empezó entonces a realizar grandes inversiones y a emplear las técnicas más modernas de perforación y explotación. En 1930, la producción se había elevado a más de 10 millones de barriles.
La imagen corresponde a la ciudad de Talara en la primera mitad del siglo XX. En ella se encontraba la refinería de petróleo administrada por la IPC desde 1924.
No olvide que la primera y fuerte inversión norteamericana en el Perú se hizo en Cerro de Pasco, que hasta entonces predominaban pequeñas mineras desde mitad del siglo XIX. Con un capital de10 millones de dólares atraídos por el código de minería de 1901, el capital yanqui desplazó al capital inglés y aniquiló a las pequeñas propiedades mineras regionales y nacionales existentes en Cerro de Pasco y con ello terminando la era de la plata e iniciándose a gran escala la explotación del cobre. Más tarde la Mining Company desde 1951 se quedó con la denominación de La Cerro de Pasco Corporation, ….