El gran desafío de Ollanta Humala: realizar un verdadero gobierno de centroizquierda

Publicado en la sección Opinión de la edición web de la revista Nueva Sociedad, N.° 233, Friedrich Ebert Stiftung, Mayo-Junio 2011.

Fuente: Revista Domingo, diario La República, 12 de junio de 2011.
*Carlo Magno Salcedo Cuadros

Para desconcierto, sorpresa o pánico de muchos peruanos, el balotaje en las recientes elecciones presidenciales se definió entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori, los dos candidatos que generaban mayores resistencias en gruesos sectores del electorado. Hace sólo unos meses, ese escenario parecía imposible y era casi apocalíptico, como cuando nuestro premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, dijo que optar entre ambos era como escoger entre el cáncer terminal y el sida.

En un inicio, quien tenía mayores resistencias por vencer era Humala. Aunque Keiko Fujimori era identificada con el gobierno autoritario y corrupto de su padre, era también quien garantizaba la continuidad del modelo de libre mercado ortodoxo, al que se atribuye haber generado el espectacular crecimiento económico experimentado en los últimos diez años. Por ello contó con el decidido apoyo de los grupos de poder y de los principales medios de comunicación, a los que no importó que dicha candidatura implicara la reivindicación moral de uno de los regímenes políticos más criminales de la historia del Perú y uno de los más corruptos del mundo.
Humala, en cambio, era el candidato “antisistema” que, según sus adversarios, significaba un riesgo no sólo para el frágil sistema democrático peruano, sino, sobre todo, para la continuidad del crecimiento económico sustentado en el libre mercado. Ciertamente, lo que en verdad preocupaba a sus poderosos adversarios no era el riesgo para la democracia sino la posibilidad que Humala realizara ajustes al modelo económico que terminaran afectando sus intereses, no siempre los mismos que los de la patria.

Conocidos los resultados de la primera vuelta electoral, el politólogo estadounidense Steven Levitsky acuñó una de las expresiones más recurridas durante la campaña del balotaje: “De Humala tenemos dudas, de Keiko (Fujimori) tenemos pruebas”, que expresó muy bien la percepción sobre ambos candidatos.

Habían pruebas irrebatibles y abundantes sobre el estilo de gobierno del fujimorismo, caracterizado por su irrespeto a las instituciones democráticas, su proclividad a violar los derechos humanos y las libertades fundamentales, su uso clientelar de los programas sociales, y la corrupción institucionalizada. Y por más que Keiko Fujimori lo intentó, fracasó en su cometido de desvincularse de esa imagen. Por eso muchos votaron, más que a favor de Humala, en contra de ella.

Respecto de Ollanta Humala, las dudas sobre cómo se comportaría en un eventual gobierno se originaban en sus pasadas simpatías por el presidente venezolano Hugo Chávez; en los hechos insurreccionales en los que estuvo involucrado; en su programa de gobierno original, meridianamente claro respecto de sus fines: lograr un crecimiento económico con inclusión social, que generaba muchas dudas sobre los medios propuestos para alcanzarlos.

Como resultado de su desempeño durante la campaña, para un gran sector del electorado esa percepción fue cambiando. Humala realizó un claro desplazamiento desde el extremo izquierdo del espectro político, que a juicio de muchos implicaba un radicalismo que podía amenazar la estabilidad democrática y el crecimiento económico, hacia la centroizquierda, espacio ideal para hacer ajustes importantes a la política económica, que logre mayor inclusión social sin poner en riesgo la estabilidad económica ni amenazar la democracia política. Para ello, presentó un nuevo plan de gobierno elaborado con la activa participación de un nuevo equipo de técnicos provenientes de canteras liberales o socialdemócratas, que se sumaron a su candidatura en la etapa del balotaje.

Ello implicó un verídico esfuerzo de concertación con los sectores del país que no comulgaban con su plan original. En tal sentido, lo que sus detractores presentaron como un defecto -cambiar de plan de gobierno- fue una virtud, ya que expresaba su capacidad de dialogar y no imponer, de ceder posturas en aras del consenso, de asumir compromisos. En suma, era la manifestación de una conducta democrática y no autoritaria.

Evidentemente, dicho viraje tenía por objeto ganar las elecciones. Pero a juicio de mucha gente, entre la que me incluyo, ese cambio no sólo fue una estrategia electoral, sino se hizo porque Humala efectivamente comprendió que los fines que pretende no podrían lograrse con medidas radicales, que más bien suelen tener efectos contraproducentes, sino con un programa más moderado.

En ese proceso es evidente que no han faltado ni faltarán tensiones dentro de sus propias canteras ya que el desplazamiento de Humala a la centro-izquierda ha significado que sus socios de la izquierda, que elaboraron el plan de gobierno original, se hayan visto relativamente desplazados por los nuevos sectores de centro que se sumaron a su campaña. Es muy posible que dichos sectores de izquierda lo presionen para que retome su agenda radical, sobre todo cuando su gobierno se enfrente a las crecientes demandas y conflictos sociales que se han ido gestando en estos años, y que los anteriores gobiernos no han tenido capacidad de solucionar.

Por su lado, los sectores de la derecha más dura, en cuanto conocieron los resultados, se apresuraron a presionar a Humala con medidas que casi podrían calificarse de terrorismo financiero para que designe en los puestos claves relacionados con la marcha económica del país a tecnócratas decididamente pro-mercado y que cuenten con su aval. Es decir, han querido obligar a Humala a implementar una política económica de derecha, a pesar de que no es la derecha la que ha ganado las elecciones, tal como lo han hecho con otros presidentes. Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y Alan García ganaron las elecciones sin ser candidatos de la derecha; sin embargo, gobernaron con y para la derecha.

En ese contexto, el desafío de Ollanta Humala es realizar un verdadero gobierno de centro-izquierda, sin radicalizarse ni convertirlo en un régimen populista por las presiones de sus aliados de izquierda o de los movimientos de protesta social, ni derechizarse haciendo más de los mismo por la presión de los grupos de poder. De que lo logre dependerá que alcance su prometido crecimiento económico con inclusión social, su otro gran desafío.

*Profesor de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Director del Instituto de Asuntos Públicos y Buen Gobierno. Consultor político.

Puntuación: 4.80 / Votos: 10

Comentarios

  1. Román Aller escribió:

    Estimado Carlo Magno un saludo. Buen análisis y sobre todo el reto de este gobierno- como lo señalas- es afianzar o construir ese centro izquierda (que no existe) de tal forma pueda contar con un aparato que de soporte a las propuestas de inclusión. Yo añadiría que para que haya un contrapeso debe aparecer una centro derecha (que tampoco existe) para que la competencia, el debate, los consensos sean de largo aliento. Ambos ayudarían al fortalecimiento de los partidos y de nuestra endecle democracia.

  2. Hugo Huayanay escribió:

    Estimado Carlomagno, tus apreciaciones tienen una fuerte dosis de subjetividad, en realidad no creo que exista la centro -izquierda como tal, lo que pasó en la segunda vuelta, es el factor “Voto por negación coyuntural”. Ni la mayoría de que apoyó a Ollanta fue un voto plenamente consciente, ni la otra parte que apoyó a Keiko, fue un voto netamente keikista que apoyan la corrupción. Las elecciones finales dieron un aprox. de 51.5% a 49.5% respectivamente (votos válidamente emitidos) más un aprox de 20% de blancos y viciados. Así 4 de cada 10 peruanos eligieron a tu candidato, otros 3.9 votó por Keiko.

    En Chile, la cosa fue diferente pues existía un electorado mayormente de centro izquierda, por eso la “Concertación” de centro izquierda gobernó muchos lustros. Aquí, si la centro-derecha hubiera ido junta no hubiera llegado en la vida Ollanta. Aquí lo que les faltó a líderes como Castañeda, PPk, y el propio Toledo, es ánimo concertador y declinar todo interés de figuración personal, en pos de una concertación que continúara el camino de desarrollo económico con inclusión de políticas sociales competitivas.(políticas éstas que la izquierda quiere arriar como exclusivamente suyas).

    Y creo que al verdadero Ollanta recién lo comenzaremos a partir del 28 de Julio, pues ya no será un candidato lleno de promesas. Ojalá su viraje sea cierto. Su desafío es probarse a sí mismo y al pueblo, que su último plan es que ejecutará, pues ganó gracias a ese viraje.

  3. Jose Revalta escribió:

    Es evidente que el continuismo demanda un menor esfuerzo en cubrir las demandas sociales. Y que los cambios suponen una lucha de clases moderada, donde todo es cuestionable para quien proponga los cambios, aun en democracia! Siempre será así!

  4. Román Aller escribió:

    De acuerdo que esa debe ser su apuesta y el espíritu del gobierno de Ollanta Humala. Añadiría dos cosas: 1) que es la oportunidad propicia para construir una izquierda moderna (que no existe aún) 2) que para darle el contrapeso de debate, oposición, consensos y mejore las competencias políticas, debe aparecer una derecha moderna (que tampoco existe). Es la mejor oportunidad de fortalecer a los partidos y por ende nuestra endeble democracia.

  5. Sergio Javier Rios Hermoza escribió:

    Huguito,

    Creo que para comentar, por lo menos, es fundamental leer, o sea, informarse antes de cagarla.

    1. Según los datos oficiales de la Onpe los resultados le dan a Humala el 48.205 de los votos emitidos y el 51.449 de los votos válidos.Por su parte, Keiko obtuvo el 45.491 de los votos emitidos y 48.551 de los votos válidos. Los votos nulos sumaron sólo el 5.598 y los votos blancos el 0.706.

    De cada 100 personas 48 votaron por humala, 45 por keiko casi 6 viciaron y uno 1 en blanco.

    Por lo tanto la información que das en tu comentario es FALSA y ridícula, demuestra el descaro de la gente al comentar sin saber.

    La subjetividad es parte de la vida. Nada es objetivo, siempre existe un sesgo de subjetividad.

  6. Hugo Huayanay escribió:

    Cifras más y cifras menos, la realidad es una. Y si quieres ser más minucioso en las cifras allí te mando las oficiales: La organización política Gana Perú obtuvo 7,937,704 votos (51.449%), mientras que la organización política Fuerza 2011 alcanzó 7, 490,647 votos (48.551%). Los Votos Blancos fueron 116,335 y representaron 0.706%, finalmente los Votos Nulos fueron 921,711 y representaron el 5.598%. El total de actas contabilizadas fue de 107,449, correspondiente a un igual número de mesas de sufragio.

    Y si quieres decimales ahí va: de cada 10 peruanos 4.8 votaron por tu candidato y 4.5 por Keiko; pero de esos votos, gran parte -en ambos bandos- eran “Votos por negación coyuntural”.

    Y sostener que todo es relativo, no contribuye para nada a tener o realizar un análisis aproximado del presente ni futuro escenario político. Entonces que hacemos leyendo y analizando el articulo de nuestro querido amigo Carlomagno.

  7. Sergio Javier Rios Hermoza escribió:

    Me alegra que hayas aprendido a revisar antes de escribir. Pero no es tan fácil sacudirse del desliz que tuviste pues esos números falsos sostuvieron tu argumento. Por ende el razonamiento no es del todo cierto aunque hay algo de cierto. Los votos son prestados.

    Me reafirmo, la política no sino la coyuntura siempre es relativa, no puedes hacer predicciones. ¿Castañeda no ganaba? ¿Toledo? Humala no tenía opciones. ¿Qué paso? Ya pues.

    Si lo que quieres saber es si Humala te va a dar la razón, pues NO lo creo. Tiene muchas responsabilidades, está recibiendo un país partido y con conflictos sociales. Sí, ese tema por el que nadie se preocupó por pensar que la santa inversión lo es todo.

    Confío que con ese misma capacidad de concertación que le hemos conocido pueda llegar a acuerdos favorables para todas las partes. (Estado, empresa y pueblo)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *