Fieles laicos y su voz decisiva en elección de obispo

5:00 p.m. | 2 jun 25 (KM/TP).- Un obispo en Europa ha sido elegido luego de consultar al pueblo de Dios. En la diócesis suiza de St. Gallen, los fieles no son solo observadores: participaron en un amplio proceso de escucha sobre el perfil necesario para su nuevo pastor. El resultado fue una elección que refleja las expectativas de una comunidad que pide cercanía, sinodalidad y sensibilidad social. El papa León XIV confirmó la elección en mayo. ¿Por qué esta diócesis elige así a su obispo? ¿Cómo funciona el proceso?

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La elección de obispos en la mayoría de las diócesis católicas es prerrogativa exclusiva del Papa, quien actúa tras recibir recomendaciones de la Nunciatura Apostólica y la Congregación para los Obispos. Sin embargo, en St. Gallen (San Galo), un acuerdo de 1845 entre el Vaticano y el gobierno suizo otorga al cabildo catedralicio el derecho de elegir al obispo, con la condición de que el Papa confirme la elección. El procedimiento fue seguido rigurosamente en la reciente elección de mons. Beat Grögli. Este tipo de acuerdo también está presente en algunas diócesis antiguas de Alemania y Austria.

El cabildo catedralicio es un grupo de sacerdotes llamados canónigos, es decir, clérigos con una misión estable en la catedral y funciones litúrgicas y administrativas. En algunas diócesis, como la de St. Gallen, este grupo tiene la responsabilidad especial de elegir al nuevo obispo. Aunque no son cardenales ni representan directamente a los fieles, su papel es clave en el gobierno de ciertas Iglesias locales.

El cabildo catedralicio de St. Gallen, formado por trece canónigos, elaboró una lista de seis candidatos a fines del 2024, previa consulta sinodal a los fieles locales sobre el perfil del obispo que necesita su diócesis. Esta lista fue enviada al Vaticano para su revisión. Al mismo tiempo, el consejo de representantes laicos de la Iglesia católica del cantón de St. Gallen, tuvo la posibilidad de opinar sobre los nombres propuestos (incluso pueden descartar alguno de los candidatos). La elección oficial se realizó el 20 de mayo de 2025 y fue confirmada por el papa León XIV el 22 de mayo.


La voz de los fieles en el proceso

Un aspecto destacado de este proceso fue la consulta a los fieles -cuyo resultado fue considerado por el cabildo catedralicio- organizada por el Instituto Suizo de Sociología Pastoral (SPI), organismo que colabora estrechamente con la Iglesia suiza en estudios relacionados con la vida pastoral. Entre el 20 de agosto y el 9 de septiembre de 2024, más de 1300 personas participaron en 173 grupos de discusión. Los participantes incluyeron empleados eclesiásticos, fieles voluntarios y laicos comprometidos. Se les pidió identificar las cualidades necesarias en un nuevo obispo.

Los resultados de la consulta destacaron la necesidad de un obispo que sea un “pastor valiente y cooperativo”, destacando cualidades como coraje, apertura y cercanía al pueblo. Estas características fueron consideradas esenciales para afrontar los desafíos actuales de la diócesis con un estilo de liderazgo participativo. También se valoraron atributos como la capacidad de escucha, sensibilidad, espiritualidad y resiliencia.

En cuanto a los desafíos identificados, se resaltó la necesidad de explorar nuevas formas de transmitir el conocimiento de la fe a niños y adultos, desarrollar las vocaciones dentro de la Iglesia, la integración de comunidades migrantes y establecer nuevas prioridades pastorales. Los participantes también expresaron la necesidad de avanzar hacia una mayor equidad de género y una participación más activa de las mujeres en roles eclesiales. Estas inquietudes reflejan una conciencia creciente sobre la importancia de integrar a las mujeres en diversas funciones dentro de la estructura eclesiástica.

El anterior obispo de St. Gallen, Markus Büchel, ya había manifestado públicamente su deseo de que las mujeres tengan un papel más destacado en la Iglesia. En una entrevista publicada en febrero de 2022, Büchel expresó: “Imagino a muchas mujeres como sacerdotes” y añadió que “es una cuestión que debemos discutir, no debe ser tabú”. Aunque reconoció que, en ese momento, la ordenación de mujeres era una utopía, enfatizó la necesidad de continuar el diálogo sobre este tema dentro de la Iglesia.

Al nuevo obispo también se le preguntó, en los días de su elección, sobre el rol de las mujeres en la Iglesia y dijo: “Estoy convencido de que las mujeres deben asumir más responsabilidades, y que debemos avanzar juntos en ese camino. No es posible construir una Iglesia solo de hombres”, respondió. En cuanto a la ordenación femenina, Grögli evitó pronunciarse como partidario explícito: “La ordenación es un gran paso”, dijo. “Pero antes hay muchos pasos pequeños que son igual de importantes, como la promoción de mujeres en la pastoral”.


Beat Grögli y su elección: Un perfil pastoral y sinodal

Nacido el 20 de septiembre de 1970, Grögli ha dedicado su vida al servicio pastoral. Fue ordenado sacerdote en 1998 y ha desempeñado diversos roles en la diócesis, incluyendo el de párroco de la catedral de St. Gallen y decano de pastoral. Su formación incluye estudios en filosofía, teología y psicología en instituciones como la Universidad de Friburgo, la Universidad de Innsbruck y la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.

En su primer encuentro con la prensa, el recién elegido obispo de St. Gallen ofreció una serie de declaraciones que delinean el espíritu con que asume el nuevo encargo. Su intervención estuvo marcada por un tono esperanzador, una visión eclesial sinodal y un llamado a la paciencia activa. En referencia al proceso sinodal que ha impulsado el Papa, declaró: “Agradezco desde ya a todos los que recorrerán conmigo este camino con paciencia y confianza”. Y enfatizó: “El papa Francisco nos ha propuesto esta estructura sinodal, y el papa León XIV la ha confirmado. Solo juntos podemos avanzar, en una escucha atenta unos de otros”.

Al presentar su lema episcopal —In concordiam Christi— ofreció esta interpretación: “Está inspirado en el Corazón de Jesús. Su corazón está abierto a todas las personas. Concordia evoca el ‘caminar juntos’. Esa comunión será muy importante en los próximos años”. Y concluyó: “Tenemos un punto de orientación claro: Cristo, su vida y su mensaje”. Consultado sobre la necesidad de diferenciarse de su antecesor, respondió: “Él mismo me animó -el día de la designación-, en presencia del equipo diocesano, a no tener que marcar distancia alguna”. Y añadió: “Aprecié mucho su cercanía con las personas, su alegría por la Iglesia y por su tarea”.

La elección de Grögli y el proceso participativo que la precedió ejemplifican un modelo de sinodalidad en la Iglesia católica. Al integrar las voces de los fieles en la selección de líderes eclesiásticos, la diócesis de St. Gallen demuestra un compromiso con una Iglesia más inclusiva y receptiva a las necesidades de su comunidad. Este enfoque podría servir como ejemplo para otras diócesis que buscan fortalecer la participación de los laicos en la vida eclesial y promover una cultura de diálogo y colaboración en la Iglesia.


¿Qué dice el derecho canónico?

El método de elección episcopal en la diócesis de St. Gallen, que incluye una consulta amplia a los fieles y la participación del cabildo catedralicio (colegio de canónigos), tiene particularidades que no están expresamente previstas en el derecho canónico universal, pero tampoco lo contradicen. El derecho canónico establece que la designación de obispos corresponde exclusivamente al Papa (canon 377 §1), pero permite ciertas excepciones derivadas de acuerdos concordatarios o de prácticas legítimas anteriores a 1917 que hayan sido respetadas por la Santa Sede.

Las consultas no son obligatorias según el derecho canónico, pero tampoco están prohibidas. Más bien, reflejan una aplicación del principio de “discernimiento pastoral” adaptado a la realidad local. El canon 212, por ejemplo, reconoce el derecho y deber de los fieles de expresar sus opiniones sobre cuestiones del bien de la Iglesia. En St. Gallen, este principio se ha institucionalizado como parte de una cultura eclesial participativa que, aunque no constituye un modelo normativo para toda la Iglesia, es aprobado por la Santa Sede siempre que se respete su rol decisivo en la elección final.

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