Francisco: una conciencia ecológica para el mundo
3:00 p.m. | 14 may 25 (NCR/TT).- Desde los primeros días de su pontificado, el papa Francisco se consolidó como una de las voces morales más firmes frente a la crisis climática y otras amenazas medioambientales. Hizo del cuidado de la Creación un eje central de su liderazgo espiritual, convencido de que el deterioro del planeta afecta primero y con fuerza a los más vulnerables. En sus 12 años como pontífice, situó el compromiso ambiental como un componente esencial de la fe y la virtud, bajo una consigna que marcó su enseñanza: todo está conectado. Este texto repasa el legado que deja en materia de ecología integral.
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Para trazar el recorrido del papa Francisco en su defensa de la casa común, este texto reúne primero una selección de reseñas publicadas en portales católicos que revisan sus principales mensajes, documentos y gestos, con enlaces que permiten acceder rápidamente a cada uno. A continuación, se incluyen tres reflexiones —entre ellas la de Christiana Figueres, ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)— que analizan los aspectos que han hecho de Francisco una referencia mundial en conciencia medioambiental.
Revisando el legado del papa Francisco
El énfasis que le dio al cuidado de la Creación comenzó con su nombre. Francisco fue el primer Papa que eligió a San Francisco de Asís, el fraile del siglo XIII entre cuyos muchos títulos figura el de patrón de la ecología. En marzo de 2013, tres días después de su elección en el interior de la Capilla Sixtina, el nuevo Papa explicaba esa decisión: “Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no?”. Seguirían más primicias ecológicas.
De los innumerables temas que podría haber elegido para su primera encíclica, Francisco eligió el medio ambiente. En la primavera de 2015, publicó Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común, un extenso tratado sobre el papel de la humanidad como parte de la Creación en una época de crecientes amenazas medioambientales. Su título procede de un pasaje del “Cántico de las criaturas” de Francisco de Asís. Con esta encíclica, recopiló el compendio del pensamiento y las enseñanzas católicas sobre cuestiones socioecológicas y proporcionó a la Iglesia, y al mundo, una lente moral y ética ante el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y otros desafíos medioambientales a los que se enfrentan el planeta y sus habitantes.
“El desafío urgente de proteger nuestra casa común”, escribió Francisco, “incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar” (LS 13). La encíclica -una de las formas más elevadas de magisterio papal- exaltó la idea de la ecología integral (“todo está conectado”) y dio renovada voz a la súplica del teólogo de la liberación Leonardo Boff de “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”. Reconoció que la justicia para el mundo natural y las especies animales es inseparable de la justicia para las comunidades humanas marginadas.
Francisco arremetió contra la “cultura del descarte” y criticó a las naciones más ricas por la “deuda ecológica” que han contraído al explotar los recursos del Sur Global. Y situó a la Iglesia firmemente del lado de la ciencia en materia de cambio climático, al escribir que “la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana” (LS 23).
Con Laudato si’, Francisco trató de impulsar una respuesta mundial más contundente a las cuestiones medioambientales, incluido el cambio climático. Durante la última década, sus palabras influyeron en la diplomacia medioambiental internacional y animaron a amplios sectores de la Iglesia católica a una reflexión más profunda y a una mayor acción en los ámbitos del clima, la biodiversidad, la contaminación, los derechos de los pueblos indígenas y otros.
La encíclica inspiró nuevos movimientos y compromisos, por ejemplo a través de la Plataforma de Acción Laudato si’ que impulsó Francisco. Reforzó los esfuerzos ya emprendidos en favor de los ecosistemas y el planeta, especialmente en las congregaciones religiosas. La declaración de Francisco de que el carbón, el petróleo y el gas -principales motores del cambio climático- deben “ser sustituidos progresivamente y sin demora” motivó a las instituciones católicas a considerar las energías renovables y la desinversión financiera de los combustibles fósiles.
Trascendiendo el ámbito de la Iglesia católica, Laudato si’ posicionó a Francisco como líder mundial en cuestiones ecológicas y de cambio climático. Los científicos elogiaron sus conocimientos sobre el cambio climático. Los diplomáticos de la ONU lo citaron en sus discursos y durante las negociaciones que condujeron al Acuerdo de París de 2015. La encíclica demostró ser una referencia para un frente religioso unido sobre el cambio climático y los desastres medioambientales, e incluso inspiró un documento análogo de expertos musulmanes.
“El papa Francisco ha dejado un profundo legado en materia de medio ambiente”, afirmó Christiana Figueres, ex Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y principal artífice del Acuerdo de París. “Ha hecho hincapié en la responsabilidad moral de cuidar la Tierra, enmarcando el cambio climático no solo como una crisis medioambiental, sino como una crisis social y ética (…) Al destacar la interconexión de la humanidad y el planeta, sus enseñanzas han inspirado tanto a las comunidades religiosas como a las laicas a afrontar los desafíos ecológicos de nuestro tiempo con compasión, urgencia y responsabilidad”, dijo.
“En todo el mundo se veían personas que leían la encíclica, publicaban en las redes sociales y formaban grupos de debate en sus parroquias”, explica Rebecca Elliott, directora de estrategia y proyectos especiales del Movimiento Laudato si’. La red mundial sin ánimo de lucro de más de 900 organizaciones católicas en 140 países ha formado a unos 20.000 líderes comunitarios a los que llama “animadores”, personas que ponen en práctica las ideas que Francisco ha defendido. “Están educando a la próxima generación en el cuidado de la creación. Plantan árboles. Realizan limpiezas de basura. Llevan a cabo movilizaciones y marchas para abogar por mejores políticas”, afirma Elliott.
Por su parte, la Catholic Climate Covenant, iniciativa en EE.UU. que difunde el mensaje de Laudato si’, afirmó en un comunicado que “los grupos ecologistas y muchos otros en todo el mundo consideraron que la encíclica es la declaración con mayor impacto que se haya escrito sobre nuestra crisis actual. No nos cabe duda de lo contrario”. Dan Misleh, fundador del proyecto, recuerda los años previos al giro ecológico que marcaría el pontificado de Francisco. “Desde 2006, cuando se fundó Catholic Climate Covenant, la única declaración significativa sobre el medio ambiente había llegado en 2010 con el mensaje de la Jornada Mundial de la Paz del papa Benedicto XVI”, señala. Para Misleh, ese silencio institucional reflejaba la ausencia de un compromiso más estructurado de la Iglesia con la crisis climática.
La llegada de Francisco cambió esa perspectiva. “Hasta entonces no imaginé que habría una carta encíclica completa sobre el medio ambiente”, admite. Fue el gesto simbólico del nuevo pontífice lo que encendió la esperanza: “Cuando un Papa tuvo la audacia de ponerse el nombre de San Francisco —un hombre de paz, sencillez y creación— empecé a soñar entonces con una encíclica sobre el medio ambiente”.
Bill McKibben, activista por el clima y fundador del grupo climático de base 350.org, en su boletín del 21 de abril calificó Laudato si’ como “el documento más importante de su papado y posiblemente el documento más importante en lo que va de milenio”. Describió a Francisco como “probablemente el más grande defensor del medio ambiente en el mundo”, que ha aportado “determinación moral a la cuestión del cambio climático”.
VIDEO. Por estas acciones a Francisco lo llamaban “el Papa ecológico”
Acciones que plasmaron sus mensajes en favor de la Creación
Incluyó en el calendario litúrgico una Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación (1 de septiembre) e invitó a los católicos a celebrar el Mes de la Creación junto con otros cristianos. Añadió el “cuidado de la creación” a las obras de misericordia. Dispuso que el concepto de “pecado ecológico” se añadiera al Catecismo de la Iglesia católica.
Bajo su mandato, el Vaticano se adhirió oficialmente al Acuerdo de París en 2022 y se comprometió a que el Estado de la Ciudad del Vaticano fuera neutro en emisiones de carbono para 2050. La Plataforma de Acción Laudato si’ exhortó a las instituciones católicas de todo el mundo a comprometerse con objetivos similares. Se reunió tanto con líderes mundiales como con ejecutivos del sector petrolífero, a los que instó a actuar con rapidez para reducir las emisiones que atrapan el calor.
Como primer Papa de América Latina, el papado de Francisco -que se centró en las periferias y los márgenes- también se extendió a las comunidades más vulnerables. Puso a la Iglesia en solidaridad con las comunidades indígenas amenazadas por la minería y las extracciones. Criticó el saqueo de los recursos naturales en el Sur Global por parte de las naciones ricas y las corporaciones.
Por ejemplo, Rebecca Elliott atribuye a la defensa del clima de Francisco el haber conseguido que los obispos católicos hicieran campaña para aprobar en 2023 un referéndum en Ecuador que bloqueaba la extracción de petróleo en el Parque Nacional Yasuní, una selva amazónica designada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1989. “La Iglesia católica apoyó, junto con líderes indígenas, jóvenes y otros, el referéndum para detener la extracción de petróleo en el Parque Nacional Yasuní”, afirmó.
Ahora, en Brasil, dice, los obispos están enseñando “a la gente en todas las parroquias del país sobre ecología integral”, un concepto clave de la encíclica de 2015, que todo está conectado. Las Naciones Unidas celebrarán su conferencia anual sobre el clima en Belém, Pará, Brasil, en noviembre. Y la arquidiócesis de Chicago anunció el día del cumpleaños de Francisco, en 2023, que pasaría a utilizar energías renovables en cientos de edificios. En todo el mundo, más de 8.000 familias, escuelas, grupos, diócesis y otras organizaciones se han comprometido a tomar medidas en respuesta a la encíclica sobre el clima de Francisco, según la Plataforma de Acción Laudato si’.
Además, sus visitas apostólicas lo llevaron a una ciudad de Filipinas devastada por un tifón, y a la selva amazónica y la cuenca del Congo, los dos pulmones del planeta. Durante una visita en 2018 a la Amazonía peruana, afirmó a los indígenas de la región que la tierra en la que se encontraban era “tierra sagrada”. Un año después, organizó un Sínodo especial sobre la Amazonía dedicado a las necesidades medioambientales y pastorales a las que se enfrentan los católicos en el vasto bioma sudamericano. Más tarde calificó su depredación de “injusticia y crimen” en su exhortación apostólica Querida Amazonia. “Debemos decirlo. Él nos ha apoyado en nuestra lucha”, dijo en 2023 Patricia Gualinga, líder kichwa del Ecuador amazónico y primera representante indígena en la Conferencia Eclesial de la Amazonía.
Ocho años después de presentar Laudato si’, Francisco publicó la exhortación apostólica Laudate deum, donde lamentó la falta de progreso “en la crisis climática”. En el documento dice: “Advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre. Más allá de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc.” (LD 2).
La necesidad de reducir las temperaturas globales es primordial para aliviar el sufrimiento humano, escribió Francisco. “Pero lo que importa”, dijo, “es algo menos cuantitativo: recordar que no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas” (LD 70).
Gold comentó que las contribuciones de Francisco a la Iglesia y al mundo “a través de Laudato si’ y Laudate deum permanecerán como un legado de su papado durante muchas, muchas décadas por venir”. Luego expresó: “Tenemos el corazón roto, pero asumimos esta responsabilidad de ser un legado vivo del papa Francisco y llevar adelante su mensaje, en particular su coraje de expresar la verdad ante los poderosos -y él vivió así hasta el final de su servicio a la misión de la Iglesia”.
A pesar de sus comentarios y valoraciones a veces muy severas, Francisco ha instado sistemáticamente a la comunidad mundial a no perder la esperanza ante los desafíos complejos y masivos a los que se enfrenta. En una reunión celebrada en marzo con los obispos brasileños con motivo del Año Jubilar 2025, dijo que al publicar Laudato si’ y Laudate deum, “quise llamar la atención de toda la humanidad sobre la urgencia de un necesario cambio de actitud en nuestras relaciones con el medio ambiente, recordando que la actual crisis ecológica es también una llamada a una profunda conversión interior (…) Que todos, con la ayuda especial de la gracia de Dios en este tiempo jubilar, cambiemos nuestras convicciones y prácticas para dejar descansar a la naturaleza de nuestras explotaciones rapaces”.
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La contribución única del papa Francisco
El papa Francisco enraizó su preocupación por el medio ambiente en su compromiso con los pobres. Desde el momento en que fue elegido, inspirado por las palabras de su amigo el cardenal Hummes —”no te olvides de los pobres”—, adoptó el nombre de San Francisco de Asís. Para él, justicia social, cuidado de la naturaleza, paz interior y compromiso con la sociedad eran elementos inseparables. Aunque la conexión entre pobreza y acción climática no es exclusiva del pontífice (también está presente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU), Francisco aportó una dimensión espiritual única, viendo la creación como “el espléndido libro en el que Dios nos habla”.
Esa capacidad de espiritualizar el ambientalismo global distingue a Francisco. Supo unir la imagen de San Francisco hablando con los animales con los tratados climáticos vinculantes como el Acuerdo de París. Incorporó al Vaticano en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, impulsando acciones concretas como la meta de cero emisiones o la desinversión en combustibles fósiles. Y lo hizo sin perder el alma profética: declaró ante la ONU que destruir el ambiente es “un pecado, una ofensa contra Dios”.
Laudato si’ fue tanto una intervención teológica sublime como un impulso práctico al movimiento climático global. Para Francisco, la creación no es simplemente un problema técnico, sino un misterio gozoso que se contempla con gratitud. Aun así, puso su influencia al servicio de soluciones políticas reales. Su legado es un “Big Bang ecológico” que ha movilizado a miles de fieles, parroquias e instituciones alrededor del mundo a transformar y cuidar activamente su entorno bajo una visión sagrada de la naturaleza.
Aunque el próximo pontificado podría no tener la misma intensidad en temas ecológicos, el impulso que Francisco generó seguirá vivo en quienes fueron tocados por su mensaje. Para quienes buscan un sentido espiritual en el cuidado ambiental, él será siempre una estrella guía. Como lo expresa el autor, incluso en un gesto cotidiano como observar aves en un jardín, hay una revelación divina que el Papa habría contemplado con asombro. Su visión mística y poética de la creación continúa inspirando una batalla espiritual por protegerla.
VIDEO. Federovisky sobre Laudato si’: la visión socioambiental del papa Francisco
Francisco: el coraje moral de defender la Tierra y a sus pueblos
Nos encontramos en una profunda coyuntura de la historia de la humanidad, en la que el liderazgo espiritual converge con el desafío ecológico más acuciante de nuestro tiempo. El papa Francisco ha sido el referente en este momento crítico, encarnando la urgente necesidad de transformar nuestra relación con el planeta que llamamos hogar. Y no se puede exagerar la importancia de que el cardenal Jorge Mario Bergoglio eligiera “Francisco” como nombre papal. Fue una evocación deliberada de San Francisco de Asís, que veía toda la creación como una manifestación sagrada del amor de Dios.
La elección de nombre no fue un mero gesto simbólico, sino una declaración de intenciones, una señal de que el Papa reconocía que nuestra relación con la naturaleza está intrínsecamente ligada a nuestro bienestar espiritual. Al elegir este nombre, se alineó con una tradición que considera la naturaleza no como un recurso que hay que explotar, sino como una creación inalienable de Dios que hay que cuidar y proteger.
Esta concepción se cristalizó magníficamente en su encíclica de 2015, Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, testimonio de su profunda conciencia de la intersección entre lo sagrado, la naturaleza y el comportamiento ético. El documento fue revolucionario, no solo porque procedía del líder de 1.300 millones de católicos de todo el mundo, sino porque articulaba con claridad moral lo que la ciencia lleva décadas diciéndonos: vivimos en el Reino de los Cielos que Dios nos ha dado en la Tierra, y no estamos cuidando de él.
Sabemos que nuestro camino actual es insostenible. Estamos inmersos en un comportamiento extractivo descontrolado que nos está llevando a consumir la Madre Tierra a un ritmo cada vez más superior a su capacidad de regeneración. La codicia que ha arraigado en nuestras mentes nos ha llevado a un medio ambiente contaminado que es tóxico para nuestros pulmones, destructivo para nuestra economía y sociedad y -no nos andemos con rodeos- suicida para nuestro futuro.
Cuando Francisco habló de “pecado ecológico”, no estaba introduciendo un nuevo concepto teológico desconectado de la realidad. Estaba nombrando la dimensión moral de nuestro fracaso colectivo a la hora de honrar la alianza entre la humanidad y el don divino de la Creación. Esto no es periférico ni para la fe ni para el bienestar humano: es fundamental para ambos. Nuestra Tierra herida necesita que le proporcionemos capacidad restauradora para sanar y, al hacerlo, garantizar un futuro de bienestar humano. Esto no es mero ecologismo; es el reconocimiento de nuestra profunda responsabilidad como administradores de la Creación. Todos somos antepasados de la vida futura en este planeta. Nuestra responsabilidad es salvaguardar los derechos de los niños no nacidos del futuro que quieren desarrollarse en un planeta próspero.
Francisco encarnó el tipo de liderazgo que necesitamos desesperadamente en esta década decisiva. Combinó una profunda visión espiritual con la urgencia práctica, recordándonos que la acción climática no está separada de nuestras obligaciones morales y éticas, sino que es una expresión directa de ellas. Su voz ha sido clara e inquebrantable: la crisis ecológica es un grito de la Tierra y un grito de los pobres, inextricablemente unidos y que exigen nuestra atención inmediata.
Cuando se dirigió a los líderes mundiales, Francisco reconoció la terrible realidad a la que nos enfrentamos sin rendirse a la desesperación. Por el contrario, nos llamó a lo que denominó una “conversión ecológica”, un cambio fundamental en la forma en que percibimos nuestro lugar en el mundo y cómo actuamos en consecuencia.
El mundo necesita más líderes espirituales, políticos y financieros que comprendan nuestra relación con la Tierra y sean lo bastante valientes para hablar de ello y, lo que es aún más importante, para actuar en consecuencia. Líderes que, como Francisco, reconozcan que los sistemas económicos deben estar al servicio de la dignidad humana y la armonía ecológica, y no al revés. Líderes que comprendan que el verdadero progreso no puede medirse únicamente por el crecimiento material, sino que debe incluir el florecimiento de toda la red de la vida.
Como naciones occidentales, puede que tengamos que reconocer los límites de nuestras cosmologías y redescubrir la sabiduría que se ha transmitido de generación en generación en otras sociedades. Las comunidades indígenas han mantenido relaciones sagradas con la Tierra durante milenios, comprendiendo lo que muchos de nosotros estamos empezando a entender ahora: que no estamos separados de la naturaleza, sino íntimamente conectados a ella. Nuestro futuro puede depender de volver a los sabios ancianos de antaño, combinando su sabiduría ancestral con nuestras capacidades tecnológicas para forjar un nuevo camino hacia delante.
No se trata de romanticismo ni de idealismo ingenuo. Se trata de sobrevivir y prosperar. Se trata de transformar nuestras economías, nuestras sociedades y nuestras vidas individuales al servicio de una visión mayor, una visión que Francisco ha articulado con notable claridad. Cuando Francisco se dirigió a las Naciones Unidas, recordó a los líderes mundiales que la crisis ecológica es también una profunda crisis espiritual y ética. “Cualquier daño hecho al medio ambiente”, dijo, “es un daño hecho a la humanidad”. Esta interconexión está en el centro de lo que debemos comprender ahora si queremos superar los desafíos que tenemos por delante.
Necesitamos la valentía moral que Francisco ejemplificó: la voluntad de denunciar la verdad y exigir una transformación radical cuando sea necesaria. Necesitamos su convicción de que el clamor de la Tierra y el clamor de los pobres son una sola voz que exige justicia y compasión. Ante la desesperación climática y el dolor ecológico, Francisco no ofreció un optimismo ciego, sino una esperanza fundada, una esperanza arraigada en la convicción de que podemos elegir un camino diferente. Que podemos, mediante la acción colectiva y la renovación espiritual, sanar nuestra relación con el planeta y con los demás.
Esta esperanza no es pasiva: es una llamada a la acción. Exige que examinemos nuestros patrones de consumo, nuestros sistemas económicos y nuestros valores espirituales. Exige que reconozcamos nuestra interrelación y actuemos en consecuencia. En esta encrucijada, el papado de Francisco nos recordará que podemos elegir. Podemos seguir por el camino de la extracción, la contaminación y la destrucción, o podemos elegir la regeneración, la armonía y el cuidado.
Y ya hay cientos de miles de comunidades en todo el mundo que eligen este camino. Ya sea en forma de cocinas comunitarias, huertos, escuelas u otros sistemas locales de apoyo social, solo tenemos que mirar más allá de los titulares para encontrarlos. Agricultores, profesores, inversores, artistas y muchos otros ya han empezado a redefinir su forma de trabajar para expresar mejor su profundo amor por el planeta Tierra y todo lo que vive en él. Estas personas son algunas de las más enérgicas e inspiradas entre nosotros. Están llenas de coraje y de la ferviente promesa de nuevas posibilidades.
Como ellos, elijamos sabiamente. Respondamos a la exhortación de este notable líder espiritual que comprendió que el destino de nuestro planeta y el de la humanidad son inseparables. Convirtámonos en los antepasados que las generaciones futuras agradecerán, no deplorarán. El futuro no está predeterminado, sino que dependerá de las decisiones que tomemos hoy. Escuchemos, en palabras del propio Francisco, “el grito de la tierra y el grito de los pobres” y respondamos con valentía, compasión y compromiso.
VIDEO. El papa ambientalista: esto hizo Francisco contra el cambio climático
La Amazonía en el corazón del Papa: 12 hitos de su pontificado
1. Ser custodios de la creación
En su primer discurso como Papa (19 de marzo de 2013), Francisco hizo un llamado a la humanidad para ser custodios de la creación y proteger tanto a la naturaleza como a los demás seres humanos. Destacó la importancia de la bondad y la ternura como elementos esenciales en este compromiso.
“Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos ‘custodios’ de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para ‘custodiar’, también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura”.
2. Fortalecer el “rostro amazónico” de la Iglesia
Durante su viaje a Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud (27 de julio de 2013), el Papa instó a reforzar la presencia pastoral en la Amazonía, promoviendo un clero autóctono y adaptado a las condiciones locales.
“La obra de la Iglesia ha de ser ulteriormente incentivada y relanzada [en la Amazonía]. Se necesitan instructores cualificados, sobre todo formadores y profesores de teología, para consolidar los resultados alcanzados en el campo de la formación de un clero autóctono, para tener también sacerdotes adaptados a las condiciones locales y fortalecer, por decirlo así, el ‘rostro amazónico’ de la Iglesia”.
3. Alegría por la creación de la REPAM
En septiembre de 2014, el Papa celebró la fundación de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) como una iniciativa clave para la defensa de la Amazonía y sus pueblos.
“Alegrándose por ver su petición concretada, respecto a la creación de esta innovadora red que se encuentra orientada concretamente a las cuestiones ecológicas en la Amazonía, el papa Francisco le desea mucho éxito, recordando a todos que la red digital debe ser un lugar rico en humanidad: no es una red de cables, sino de personas humanas. (…) Con votos de que el trabajo cotidiano de aquellos que colaboran en la Red Eclesial Panamazonía contribuya a extender espacios de comprensión y solidaridad entre los hombres y el pueblo, reflejando constantemente aquella ‘Luz de las naciones’ –Cristo– que resplandece en el rostro de la Iglesia Universal y de las Iglesias locales, el Santo Padre, les concede con amistad y confianza la implorada Bendición Apostólica”.
4. Laudato si’: una llamada al cuidado de la Casa Común
Con la encíclica Laudato si’ (15 de mayo de 2015), Francisco reafirmó la necesidad de una ecología integral, señalando que “todo está conectado” y abogando por cambios estructurales en la economía y la política para proteger el planeta.
La propuesta central está en una ecología integral que “incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea” (LS 15), y en la “apuesta por otro estilo de vida” (LS 203) que ejerza “una sana presión sobre quienes detentan el poder político, económico y social” (LS 206). Presenta la necesidad del cuidado del planeta, que se basa en la relación entre Dios, los seres humanos y la naturaleza, donde “todo está conectado” (LS 138).
5. Pedagogía de la ecología integral
En Quito, Ecuador (7 de julio de 2015), el Papa subrayó la responsabilidad de preservar la Amazonía para las futuras generaciones, promoviendo una conciencia ecológica global.
“Nos acompañan aquí hoy hermanos de pueblos originarios provenientes de la Amazonía ecuatoriana. (…) Y ahí Ecuador –junto a los otros países con franjas amazónicas– tiene una oportunidad para ejercer la pedagogía de una ecología integral. ¡Nosotros hemos recibido como herencia de nuestros padres el mundo, pero también recordemos que lo hemos recibido como un préstamo de nuestros hijos y de las generaciones futuras a las cuales lo tenemos que devolver! Y mejorado. ¡Y esto es gratuidad! De la fraternidad vivida en la familia, nace ese segundo valor, la solidaridad en la sociedad, que no consiste únicamente en dar al necesitado, sino en ser responsables los unos a los otros. Si vemos en el otro a un hermano, nadie puede quedar excluido, nadie puede quedar apartado”.
6. Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación
Instituida el 1 de septiembre de 2015, como sucede en la Iglesia Ortodoxa, esta Jornada invita a creyentes y comunidades a renovar su compromiso con la protección del medio ambiente.
“La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará anualmente, ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos, (…) por llevar a cabo iniciativas adecuadas de promoción y animación, para que esta celebración anual sea un momento intenso de oración, reflexión, conversión y asunción de estilos de vida coherentes”.
7. Aprender de los pueblos indígenas
En su visita a Colombia (7 de septiembre de 2017), Francisco destacó la “arcana sabiduría” de los pueblos amazónicos y la necesidad de aprender de su visión de la vida y la naturaleza.
“Un pensamiento quisiera dirigir a los desafíos de la Iglesia en la Amazonía, región de la cual con razón están orgullosos, porque es parte esencial de la maravillosa biodiversidad de este País. (…) Pienso, sobre todo, en la arcana sabiduría de los pueblos indígenas amazónicos y me pregunto si somos aún capaces de aprender de ellos la sacralidad de la vida, el respeto por la naturaleza, la conciencia de que no solamente la razón instrumental es suficiente para colmar la vida del hombre y responder a sus más inquietantes interrogantes. Por esto los invito a no abandonar a sí misma la Iglesia en Amazonía. La consolidación de un rostro amazónico para la Iglesia que peregrina aquí es un desafío de todos ustedes, que depende del creciente y consciente apoyo misionero de todas las diócesis colombianas y de su entero clero”.
8. Convocatoria del Sínodo Amazónico
El 15 de octubre de 2017, el Papa anunció un sínodo especial para la Panamazonía, celebrado en octubre de 2019, con el objetivo de encontrar nuevos caminos para la evangelización y la ecología integral.
“El objetivo principal de esta convocatoria es identificar nuevos caminos para la evangelización de esa porción del Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno, también a causa de la crisis de la selva amazónica, pulmón de vital importancia para nuestro planeta. Que nuestros santos intercedan por este evento eclesial, para que, en el respeto de la belleza de la creación, todos los pueblos de la tierra alaben a Dios, Señor del universo, e iluminados por Él recorran caminos de justicia y de paz”.
9. Defensa de la vida, la tierra y las culturas
Durante su visita a Puerto Maldonado, Perú (19 de enero de 2018), Francisco denunció las amenazas contra los pueblos originarios y abogó por la protección de sus derechos y territorios.
“He querido venir a visitarlos y escucharlos, para estar juntos en el corazón de la Iglesia, unirnos a sus desafíos y con ustedes reafirmar una opción sincera por la defensa de la vida, defensa de la tierra y defensa de las culturas. Probablemente los pueblos originarios amazónicos nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora. (…) Hemos de romper con el paradigma histórico que considera la Amazonía como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes. Considero imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos; asumiendo y rescatando la cultura, lengua, tradiciones, derechos y espiritualidad que les son propias. Un diálogo intercultural en el cual ustedes sean los ‘principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios’ (LS 146)”.
10. La paz a través de la conversión ecológica
En la Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2020), el Papa vinculó la paz con la necesidad de reconciliación ecológica, instando a un cambio en la relación entre humanidad y naturaleza.
“Ante las consecuencias de nuestra hostilidad hacia los demás, la falta de respeto por la casa común y la explotación abusiva de los recursos naturales —vistos como herramientas útiles únicamente para el beneficio inmediato, sin respeto por las comunidades locales, por el bien común y por la naturaleza, necesitamos una conversión ecológica. El reciente Sínodo sobre la Amazonía nos lleva a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas. Este camino de reconciliación es también escucha y contemplación del mundo que Dios nos dio para convertirlo en nuestra casa común”.
11. Querida Amazonía: sueños para la región
La exhortación apostólica Querida Amazonía (12 de febrero de 2020) expone cuatro sueños: social, cultural, ecológico y eclesial, como pilares para un futuro sostenible y justo en la región.
“Sueño con una Amazonía que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida. Sueño con una Amazonía que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana. Sueño con una Amazonía que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas. Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonía, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos” (QA 7).
12. Creación de la CEAMA
En respuesta al Sínodo Amazónico, el 29 de junio de 2020 se fundó la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), una estructura sinodal que involucra a todo el Pueblo de Dios en la misión de la Iglesia en la región.
Esta es fortalecida por el pedido del papa Francisco, unido a sus cuatro sueños para este territorio y para toda la Iglesia de “que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonía se empeñen en su aplicación (QA 4). El cardenal Claudio Hummes recordó que fue el propio papa Francisco propuso que la nueva Conferencia no fuera solamente episcopal, sino avanzara en una estructura eclesial que “involucrarse a todas las categorías del Pueblo de Dios, donde todos son miembros”. Esta fue confirmada por un quirógrafo enviado el 16 de diciembre de 2021: “Confirmo la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), erigida con reconocimiento formal de la Congregación para los Obispos, con fecha del 9 de octubre de 2021. Su creación conlleva el reconocimiento de su personalidad jurídica pública eclesiástica” (Francisco).
Con estos y diversos otros hitos, el papa Francisco ha consolidado su compromiso con la Amazonía, promoviendo un modelo de Iglesia que respeta, escucha y defiende a sus pueblos y su biodiversidad.
VIDEO. Homenaje al papa Francisco: Visita a la Amazonía peruana
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Fuentes
National Catholic Reporter (2 y 3) / The Tablet / Vatican News / Videos: Ministerio del Ambiente (Perú) – Fundación Ambiente y Medio – France24 Español – Noticias Caracol – Noticias Telemundo / Foto: Paul Haring (CNS)