La Amazonía va ganando espacio en la vida de la Iglesia
3:00 p.m. | 10 dic 24 (EB/AMI).- Cinco años después del sínodo amazónico, la Iglesia ha intensificado su compromiso con la región, tanto con recursos como con mayor participación pastoral. Sin embargo, la creciente amenaza que representa la explotación de sus tierras y la violencia hacia su población y protectores, sumado a las dificultades de la extensión y complejidad del territorio, deja desafíos pendientes. Un par de artículos proponen un balance, tanto de los avances de la acción cercana con las comunidades, como de la incorporación del camino sinodal, para acercarse a todas las problemáticas posibles y que se hagan escuchar.
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Hace cinco años, el 7 de octubre de 2019, la Basílica de San Pedro del Vaticano resonó con voces que cantaban a la Amazonía. Hombres y mujeres, algunos con trajes tradicionales indígenas, llenaron los cruceros y la cúpula de uno de los lugares más sagrados del catolicismo con una oración cantada junto a cardenales y obispos. Frente al altar mayor, levantaron una pequeña piragua adornada con redes de pesca y rodearon al papa Francisco, acompañándolo en procesión hasta la sala de audiencias vecina, donde el pontífice inauguró las deliberaciones del Sínodo de Obispos de la región Panamazónica, que duraron un mes.
Esa imagen permanece viva para la Hna. Joaninha Madeira, de la Inmaculada Concepción, miembro de un equipo misionero itinerante que ejerce su ministerio en comunidades a lo largo de los ríos amazónicos. “Fue como decir: ‘Mira, algo nuevo está empezando en la Iglesia’. Tenemos que seguir por ese camino, caminando con la gente en la sinodalidad”, afirma. La procesión fue solo una de las diversas formas en que el sínodo amazónico abrió nuevos caminos y trazó una senda para la Iglesia católica que sigue resonando, tanto en el bioma sudamericano como fuera de él. Mientras se desarrolló en el Vaticano la segunda y última sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad, se vieron las raíces de esa reunión, que se remontan a su precursor media década antes.
El sínodo amazónico precedió a su asamblea en Roma con una serie de sesiones de “escucha” en las que participaron decenas de miles de personas de los ocho países amazónicos —Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela— y del territorio de la Guayana Francesa. En el sínodo amazónico, de un mes de duración, también intervinieron hombres y mujeres —laicos, clérigos y religiosos— en las sesiones, aunque finalmente solo los obispos votaron el documento final.
En el tiempo transcurrido desde el sínodo amazónico, sus ecos se sienten igualmente en toda la vasta región. Mientras algunos observadores afirman que la Iglesia ha actuado con demasiada lentitud a la hora de aplicar sus recomendaciones, otros afirman que el ritmo deliberado es necesario para garantizar que los cambios realizados no se deshagan fácilmente.
Sueños para una Iglesia amazónica
En la apertura del Sínodo de la Amazonía, Francisco dijo que buscaba dar a la Iglesia un “rostro amazónico”. Y en Querida Amazonía, la exhortación papal publicada tras el sínodo, habló de tener cuatro sueños —social, cultural, ecológico y eclesial— para la Amazonía. “Los sueños son el horizonte del reino de Dios”, dice el cardenal peruano Pedro Barreto Jimeno, un jesuita cercano a Francisco, quien ahora dirige la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), una nueva estructura eclesiástica surgida del sínodo de 2019.
El sínodo surgió del despertar del propio Francisco a la importancia de la cuenca del Amazonas para el mundo y a los desafíos particulares para la Iglesia en la región. Como cardenal, Jorge Bergoglio encabezó la comisión, en la asamblea de obispos latinoamericanos de 2007 en Aparecida (Brasil), que redactó el primer documento oficial de la Iglesia latinoamericana que incluía una sección sobre la Amazonía.
En el Sínodo de la Amazonía los participantes indígenas describieron las amenazas que pesaban sobre sus tierras por parte de madereros ilegales y especuladores de tierras que acosaban y a veces asesinaban a las personas que se les oponían, como sucedió con la hermana Dorothy Stang de Notre Dame en 2005. Los trabajadores de la Iglesia hablaron de la dificultad de ejercer el ministerio en un lugar donde las distancias son tan grandes y el clero tan escaso, que las comunidades de regiones remotas tienen pocas o ninguna oportunidad de celebrar la Eucaristía con un sacerdote. Eso llevó a algunos participantes en el sínodo a pedir que se ampliara el papel de la mujer en el ministerio eclesiástico, mediante diaconisas, y también por intermedio de la ordenación de hombres con familia.
En Querida Amazonía, Francisco respondió al documento final del sínodo amazónico con cuatro sueños para la Iglesia en la región:
1) (…) de una región amazónica “que luche por los derechos de los pobres, de los pueblos originarios y de los últimos de nuestros hermanos y hermanas, donde sus voces puedan ser escuchadas y su dignidad promovida”.
2) (…) de una región “que pueda preservar sus riquezas culturales distintivas“.
3) (…) de una Amazonía “capaz de preservar celosamente su abrumadora belleza natural y la superabundante vida que pulula en sus ríos y bosques”.
4) (…) de una Iglesia de rostro amazónico, formada por “comunidades cristianas capaces de un compromiso generoso“.
VIDEO. Claves: ¿Qué ha sido del sínodo de la Amazonia?
Cinco años después del sínodo, esos sueños están tomando forma, aunque queda mucho por hacer, afirma Barreto. “Creo que la sociedad es cada vez más consciente de que todos somos hermanos y hermanas”, declaró el cardenal a EarthBeat, aunque los indígenas siguen sufriendo discriminación e intentos de despojarles de sus tierras o de los recursos de sus territorios.
El Consejo Indígena Misionero (CIMI) de los obispos brasileños denuncia altos índices de asesinatos, suicidios y mortalidad infantil entre los grupos indígenas, así como lentitud en el reconocimiento oficial de los territorios indígenas, un problema que también se da en otros países, como Perú. “Hemos tomado conciencia de que definitivamente tenemos que aprender a escuchar”, dice Barreto. “Eso es clave para la sinodalidad, para caminar juntos con las diferencias que podamos tener, escuchando la diversidad de culturas y cosmovisiones y aprendiendo a dialogar por el bien común”, indica.
El sueño ecológico es lo que más le preocupa. Llamada el “pulmón del planeta”, la cuenca del Amazonas sufre este año una grave sequía-1, con los niveles de agua de algunos ríos en los niveles más bajos jamás registrados. En medio de la sequía, las altas temperaturas y los fuertes vientos han avivado una brutal temporada de incendios forestales, con las condiciones de sequía alimentadas por las prácticas comunes de quemar campos para aumentar su fertilidad, o quemar árboles y maleza de los bosques arrasados principalmente para la ganadería.
Los científicos advierten de que la deforestación y el cambio climático han llevado a la Amazonía a un “punto de inflexión” —en el que una cascada de acontecimientos incontrolables hace que la otrora exuberante selva tropical se convierta en pastizal— más cercano de lo que tal vez sugerían los estudios preventivos. Este cambio tendría consecuencias nefastas para la enorme diversidad de seres vivos de la región, así como para todo el planeta que depende del enorme pulso de agua dulce del río Amazonas y del papel de la selva en la regulación del clima mundial.
“Ese sueño va a llevar muchos años. Décadas. Quizá, aunque espero que no, siglos. No solo para cuidar la naturaleza, sino para restaurarla, porque el daño ya está hecho”, afirma Barreto.
VIDEO. El Sueño Ecológico de Francisco en Querida Amazonia (Teóloga Cecilia Cofrancesco)
Formación de nuevas estructuras eclesiásticas
Barreto es más optimista sobre el sueño eclesial que ha tomado forma con el trabajo continuado de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y la creación de la CEAMA. En general, la REPAM se considera una plataforma para interconectar las jurisdicciones eclesiásticas de los ocho países amazónicos, mientras que la Conferencia es un tipo diferente de estructura eclesiástica. Los límites de la CEAMA no están determinados por las fronteras nacionales, sino por la biogeografía de la cuenca amazónica.
Su composición es más diversa que la de la mayoría de las conferencias episcopales. Aunque el presidente es un obispo o cardenal, las dos vicepresidentas actuales son mujeres indígenas, una de ellas religiosa. El grupo directivo también incluye a un laico, otra religiosa y un sacerdote afrodescendiente. Cada una de las siete conferencias episcopales que incluyen parte de la cuenca amazónica está representada en la CEAMA por un obispo, un sacerdote, un laico y un representante indígena (cabe señalar que Guyana, Surinam y la Guayana Francesa pertenecen a la Conferencia Episcopal de las Antillas, en el Caribe). Como resultado, cuando se reúne la asamblea en pleno, hay un grupo diverso de unas 50 personas de toda la región, afirma Barreto.
La organización de la Conferencia supone un paso más en la intención del sínodo amazónico de modelar una forma diferente de ser Iglesia. Y aunque algunos críticos han argumentado que crea otra capa de jerarquía, el nuevo modelo está ganando a algunos escépticos. “Cuando empezó, pensé que era otro nombre para las mismas estructuras”, dice Florêncio Vaz Filho, hermano franciscano y antropólogo en Santarem, Brasil. “Pero creo que es una pequeña puerta, una pequeña apertura, por donde la Iglesia, en sentido eclesial más que episcopal, puede avanzar”, afirma.
VIDEO. Navegando juntas: REPAM y CEAMA
El largo alcance del sínodo
La influencia del sínodo amazónico ya se deja sentir en otras partes de la Iglesia. En 2021, la Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM) celebró una asamblea eclesial en lugar de una conferencia episcopal, con una amplia consulta previa y la participación de laicos y religiosos en la plenaria. Este proceso latinoamericano se inspiró en las consultas realizadas en el marco del sínodo amazónico, y se amplió a escala mundial para el Sínodo sobre la Sinodalidad. “Esta no es una Iglesia católica que viene de lejos a evangelizar, con sus luces y sus sombras”, dice Barreto y agrega: “Ahora es la Iglesia en la Amazonía, después de cuatro siglos, que quiere no solo continuar la evangelización en la región, sino también ser una contribución a la Iglesia universal”.
El sínodo amazónico también trató de destacar la cuenca como terreno fértil para poner en práctica el principio de ecología integral expuesto en la encíclica de Francisco de 2015 Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común. El documento final señaló el impacto de las industrias extractivas, como la producción de petróleo, que ensucia ríos y bosques con vertidos, y la minería, que aumenta en algunos países a medida que crece la demanda de minerales asociados a la transición hacia energías limpias.
Además, el documento final denunciaba las violaciones de los derechos humanos relacionadas con dichas industrias, apoyaba las campañas de desinversión en empresas que causan daños medioambientales o perjudican a las comunidades locales y respaldaba “una transición energética radical” hacia fuentes alternativas menos dañinas para la Amazonía, posturas que reflejan la labor de la red ecuménica “Iglesias y Minería”.
Sin embargo, al menos en una cuestión, el Sínodo de la Amazonía no consiguió mover la aguja. La propuesta de abrir el diaconado a las mujeres, ampliamente discutida en el sínodo, fue omitida de Querida Amazonía. Y aunque volvió a surgir en la primera sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad, no se discutió como tal en la segunda de este año. No obstante, se pueden dar otros pasos, además del diaconado, para ampliar las opciones de las mujeres, dice la hermana Birgit Weiler, de la Misión Médica Alemana, una ecoteóloga que actuó como experta en el sínodo amazónico y es consultora del secretario general del Sínodo sobre Sinodalidad.
“El papa Francisco ha dado y sigue dando ejemplo nombrando a mujeres para puestos de responsabilidad en el Vaticano“, incluidos los que antes solo ocupaban hombres, afirma Weiler y añade: “Así que, aunque creo que el diaconado es un tema importante, no es el único”. Un paso más, sugirió, sería revisar el derecho canónico para permitir a hombres y mujeres optar a puestos de liderazgo en función de sus cualificaciones y “no dejarlo a los caprichos de los funcionarios eclesiales”. Eso garantizaría “la inclusión de más mujeres en los espacios donde se preparan y toman las decisiones”, afirma.
VIDEO. Conversatorio: “Del Sínodo Panamazónico al Sínodo de la Sinodalidad”
La pastoral y el ministerio cerca del agua
La CEAMA, que cuenta con un número significativo de religiosas y laicas, también avanza en otros frentes. Un grupo de trabajo que elabora una propuesta de rito litúrgico amazónico espera tener listo un borrador para consulta a mediados de 2025. El objetivo es “consolidar en la región una Iglesia autóctona, con rostro amazónico, encarnada en sus culturas y pueblos”, dijo a EarthBeat por correo electrónico el padre Agenor Brighenti, teólogo brasileño que coordina el equipo teológico del CELAM, desde Roma, mientras participaba en el Sínodo sobre la Sinodalidad.
Mucho más que una simple adaptación de la liturgia para reflejar las costumbres amazónicas, el rito amazónico se uniría a los ritos romano, ambrosiano y mozárabe en la Iglesia latina, de forma análoga a los ritos de la Iglesia ortodoxa oriental, afirma Brighenti. Francisco ha sugerido que un modelo podría ser el rito zaireño utilizado por las diócesis de la República Democrática del Congo. La propuesta abordará diversos aspectos, como los sacramentos, la iniciación a la vida cristiana, los ministerios, la liturgia de las horas, el espacio litúrgico y el año litúrgico y las estructuras eclesiásticas.
Para Vaz Filho, que pertenece al pueblo indígena Maytapu del río Tapajós en Brasil y formó parte de un grupo asesor de antropólogos que trabajaron con Brighenti, el rito reconocerá la riqueza de las culturas que estaban presentes en la cuenca del Amazonas cuando llegaron los misioneros europeos. En un documento de referencia sobre el rito amazónico, los antropólogos proponían “un año litúrgico con el ritmo de la naturaleza, con el tiempo de la creación, las estaciones y toda su biodiversidad”. También propusieron repensar la estructura parroquial, especialmente en las zonas urbanas.
Aunque la imagen popular de la Amazonía es la de indígenas con trajes tradicionales viviendo en comunidades rurales rodeadas de selva, la mayor parte de la población de la región es ahora urbana, y las ciudades siguen creciendo. El documento de referencia sugiere descentralizar las parroquias en redes de comunidades religiosas. Una nueva visión de la pastoral urbana debe incluir formas de llegar a los jóvenes y responder al ritmo acelerado de la vida urbana, añade Vaz Filho. La emigración de comunidades remotas a las ciudades también plantea nuevos retos para el ministerio rural.
Incluso antes del sínodo amazónico, un grupo mixto de misioneros —laicos, religiosas, sacerdotes— formaba equipos itinerantes para atender a las comunidades de los ríos amazónicos. Los equipos fueron de los primeros en romper sistemáticamente la barrera geográfica de las fronteras nacionales, eligiendo trabajar a lo largo de fronteras compartidas, como el lugar donde Perú, Colombia y Brasil convergen a lo largo del río Amazonas, o donde Perú, Brasil y Bolivia se unen más al sur. Un equipo trabaja ahora en el río Negro, a lo largo de una remota frontera compartida por Colombia, Venezuela y Brasil.
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Ejercer el ministerio a lo largo de los ríos —las arterias que conectan a las personas y los ecosistemas en la Amazonía— tiene sentido en la región y refuerza su sentido como lugar identificado por su bioma más que por las fronteras nacionales, afirma el padre Fernando López, quien fundó el equipo itinerante hace unas dos décadas, mucho antes de que la escasez de misioneros, tanto sacerdotes como religiosos, se convirtiera en un tema clave de debate en el sínodo amazónico. Los equipos itinerantes cubren el vacío que dejan los misioneros, tanto hombres como mujeres, que envejecen y no son sustituidos por colegas más jóvenes. Unas 15 congregaciones y sociedades religiosas han asignado miembros a los equipos itinerantes y se han comprometido a apoyar a esas personas.
Tras el sínodo amazónico aumentó el interés por los equipos itinerantes que participaron activamente en los actos públicos que tuvieron lugar en Roma durante el sínodo, afirma Madeira. Hoy, los miembros del equipo viajan por el río, utilizando los mismos barcos de pasajeros que la gente que vive en las comunidades y compartiendo las actividades cotidianas de las comunidades que visitan. Consideran que su papel es construir la Iglesia ayudando a interconectar las comunidades.
Trabajar en las fronteras amazónicas es más peligroso ahora que hace una década o más. Las zonas de triple frontera, sobre todo, son zonas de tránsito clave para narcotraficantes, traficantes de personas y mineros ilegales que operan enormes dragas que remueven grandes cantidades de sedimentos y ensucian los ríos con mercurio.
Los grupos de delincuencia organizada y la policía o los políticos corruptos suelen sacar tajada de esos negocios, lo que hace que la Amazonía sea especialmente peligrosa para los líderes de base que denuncian públicamente las actividades ilegales —en torno a la tala, la minería, la caza y la pesca, así como el narcotráfico y el acaparamiento de tierras— en sus territorios. Colombia y Brasil encabezan la lista de países con más asesinatos de personas por defender sus tierras y territorios en los últimos doce años, según el grupo de vigilancia internacional Global Witness.
Esos problemas ponen de relieve los obstáculos que la Iglesia en la Amazonía sigue afrontando en sus esfuerzos por hacer realidad los sueños de Francisco. No obstante, Barreto, que este año ha cumplido 80 años, sigue siendo optimista. “Vivo con gran esperanza, esperanza activa” de que llegará un momento en que se respete a los pueblos indígenas de la región, y en que la gente hable de sus diferencias y busque el bien común, afirma.
Su propio sueño es que la Amazonía sea un lugar “donde pueda haber una relación armoniosa entre culturas, donde se respete el medio ambiente y la Iglesia esté profundamente arraigada en el corazón de la gente (…) esa es la esperanza que crece en mí, no porque yo vaya a verlo, sino por los niños y las generaciones venideras”, afirma.
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Renovación de la formación del clero y la vida religiosa
El jesuita Gabriel Vilardi, del equipo del Instituto Humanitas Unisinos, considera dos desafíos adicionales que todavía tienen mucho trabajo pendiente a partir de la exhortación apostólica Querida Amazonía: la inculturación y la renovación de la formación del clero y de la vida religiosa en la región.
En Querida Amazonía, el Papa subraya que esta región exige superar enfoques limitados y adoptar una inculturación más audaz, que implique una profunda comprensión de las cosmovisiones, lenguas y costumbres de los pueblos indígenas. Esta inculturación debe reflejarse también en la organización eclesial y la ministerialidad. Francisco explica: “Si se incultura la espiritualidad, si se incultura la santidad, si se incultura el Evangelio mismo, ¿cómo evitar pensar en una inculturación del modo como se estructuran y se viven los ministerios eclesiales? La pastoral de la Iglesia tiene en la Amazonia una presencia precaria, debida en parte a la inmensa extensión territorial, con muchos lugares de difícil acceso, una gran diversidad cultural, serios problemas sociales, y la propia opción de algunos pueblos de recluirse. Esto no puede dejarnos indiferentes y exige de la Iglesia una respuesta específica y valiente” (QA 85).
Sin embargo, las diócesis y prelaturas a menudo carecen de recursos y personal capacitado para implementar estos cambios. Además, las estructuras tradicionales eclesiásticas, especialmente entre los obispos, no se comprometen con la transformación profunda que reclama el contexto amazónico. La resistencia proviene de un clero y episcopado formados bajo un modelo clericalista y ritualista, poco dispuesto a adaptarse a los nuevos desafíos de la región.
Y de la mano con esto último explicado, Vilardi desarrolla el otro desafío crítico: la urgente revisión de la formación del clero y de la vida religiosa consagrada. Dada la escasez de recursos, la solidaridad entre las iglesias particulares es esencial para fortalecer el testimonio cristiano. En este sentido, el Papa advierte:
“Esta acuciante necesidad me lleva a exhortar a todos los Obispos, en especial a los de América Latina, no sólo a promover la oración por las vocaciones sacerdotales, sino también a ser más generosos, orientando a los que muestran vocación misionera para que opten por la Amazonia. Al mismo tiempo conviene revisar a fondo la estructura y el contenido tanto de la formación inicial como de la formación permanente de los presbíteros, para que adquieran las actitudes y capacidades que requiere el diálogo con las culturas amazónicas. Esta formación debe ser eminentemente pastoral y favorecer el desarrollo de la misericordia sacerdotal” (QA 90).
Sería significativo que los altos responsables de los Dicasterios para los Obispos, el Clero y el Culto Divino pudieran conocer mejor estas regiones del trópico, realizando visitas generosas a las comunidades indígenas y ribereñas. A partir de estas experiencias, podrían tomar decisiones más informadas sobre los candidatos al episcopado, así como sobre las normas pertinentes para la formación del clero y el rito amazónico.
Desafortunadamente, la reforma de seminarios y programas de formación ha avanzado poco desde el Sínodo. Aquí también prevalece una falta de creatividad y horizontes limitados entre obispos y formadores, actitudes que también afectan a la vida religiosa consagrada. Los viejos modelos continúan predominando, con fórmulas que ya no sirven para leer la realidad contemporánea y que aportan poco a los desafíos misioneros actuales.
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Fuentes
Earthbeat – National Catholic Reporter / Amerindia en la Red / Videos: Canal Orbe 21 – Rome Reports – Observatorio Latinoamericano de la Sinodalidad – REPAM – DW en Español – Sin Fronteras – ACN Perú / Foto: Andrew Medichini (AP)