Guerra mundial por el agua: Grito de alarma lanzado por el Papa

5:00 p m| 3 mar 17 (LA NACIÓN).- ¿El mundo está yendo hacia la “gran guerra mundial por el agua”? Es la preocupante cuestión planteada por Francisco, durante la sesión de clausura del seminario sobre el derecho humano al agua, realizado en la Casina Pio IV (Vaticano) los últimos días de febrero y promovido por la Pontificia Academia de las Ciencias. Ante estudiosos, expertos y religiosos provenientes de los cinco continentes el Pontífice ha lanzado un nuevo grito de alarma sobre la emergencia hídrica en el mundo, recordando que cada día mil niños mueren “a causa de enfermedades relacionadas con el agua” y millones de personas consumen “agua contaminada”: datos “desgarradores” –comentó– que “no nos pueden dejar indiferentes” y que empujan a trabajar para “frenar e invertir esta situación”.

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Al cerrar un seminario sobre el derecho humano al agua en el Vaticano, el Papa reclamó que toda persona tenga acceso a agua potable y segura, “un derecho humano básico y una de las cuestiones nodales en el mundo actual”. “Me pregunto si en medio de esta Tercera Guerra Mundial a pedacitos que vivimos, no estamos en camino hacia la gran guerra mundial por el agua”, advirtió.

“Cada día mil niños mueren a causa de enfermedades relacionadas con el agua, millones de personas consumen agua contaminada”, recordó Francisco, citando cifras de Naciones Unidas, al asegurar que “es ineludible anunciar este derecho humano esencial y defenderlo -como se hace-, pero también actuar de forma concreta, asegurando un compromiso político y jurídico con el agua”.

“Cada Estado está llamado a concretar, también con instrumentos jurídicos, cuanto indicado por las Resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 2010 sobre el derecho humano al agua potable y el saneamiento”, aseguró. “Por otra parte, cada actor no estatal tiene que cumplir sus responsabilidades hacia este derecho”, agregó.

El Papa, que reiteró varios conceptos de su encíclica Laudato Sí,sobre el cuidado de la casa común, habló así en el aula magna de la Casina Pío IV, donde durante dos días expertos de todo el mundo, entre los cuales varios argentinos, disertaron sobre la actual crisis del agua, en muchas partes del mundo, escasa o a punto de extinguirse, y en otras, contaminada.

El seminario fue organizado por la Cátedra del Diálogo y de la Cultura del Encuentro, espacio académico plural de Argentina inspirado por el Papa -que dirigen los argentinos Luis Liberman y Gabriela Sacco- y la Pontificia Academia de Ciencias, cuyo titular es el arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo. Dirigió el encuentro, -que duró dos días y concluyó con una declaración firmada también por el Papa-, el cardenal brasileño Claudio Hummes, arzobispo emérito de San Pablo y gran elector de Jorge Bergoglio en el cónclave de marzo de 2013.

El Papa recordó en su discurso que “el respeto del agua es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” y subrayó que “si acatamos este derecho como fundamental, estaremos poniendo las bases para proteger los demás derechos”. “Pero si nos saltamos este derecho básico ¿cómo vamos a ser capaces de velar y luchar por los demás?”, se preguntó.

Alentó a unirse en una causa común a todas las fuerzas necesarias de científicos y empresarios, gobernantes y políticos. Aunque advirtió que “es imprescindible la acción de cada Estado como garante del acceso universal al agua segura y de calidad”.

“Es preciso unir todas nuestras voces en una misma causa. Ya no serán voces individuales o aisladas, sino el grito del hermano que clama a través nuestro, es el grito de la tierra que pide el respecto y el compartir responsablemente de un bien, que es de todos”, dijo, al invitar asimismo, a fomentar una cultura del cuidado y del encuentro. Concluyó su discurso, coronado por un aplauso, con un pedido: “por favor, no se olviden que cada día mil niños mueren a causa de enfermedades relacionadas con el agua”.


Sobre el seminario

Contó con la presencia de académicos como el reconocido filósofo italiano Gianni Vattimo, sindicalistas, trabajadores y expertos de todo el mundo, y concluyó con una declaración firmada por los participantes, incluido el Papa.

“Con el cambio climático se ha alterado el ciclo del agua y como dice la encíclica Laudato Sí de Francisco, alterar el ciclo del agua significa quedarse sin agua y sin agua no hay vida. El segundo problema es el acceso universal al agua potable, que es un bien común y que cuando no se respeta implica una verdadera tragedia para centenares de niños”, dijo el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, titular de la Pontificia Academia de Ciencias.

Al inaugurar el seminario, que tiene lugar en la magnífica Casina Pío IV -edificio del Renacimiento enclavado en los Jardines Vaticanos-, Sánchez Sorondo también recordó que “Naciones Unidas tiene como meta que el agua llegue a todos en el 2030”. “Ojalá que sea así. Pero lo primero que hay que encarar es el problema del clima porque, si no se lo hace, no habrá agua para todos en el 2030”, advirtió.

El arzobispo argentino destacó el trabajo realizado para organizar este encuentro por Luis Liberman y Gabriela Sacco, directores de la Cátedra del Diálogo y de la Cultura del Encuentro, espacio académico plural de Argentina. Liberman aseguró que la cuestión del derecho humano al agua requiere de políticas públicas y de un rol del Estado activo. Y destacó que “dialogar, discutir y opinar sobre el derecho humano al agua es entender que estamos hablando del futuro”.

Coincidió José Luis Lingeri, secretario general del Sindicato Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias, que apuntó que el acceso al agua es “un tema que compromete a toda la humanidad, pero fundamentalmente interpela a los que tienen poder de decisión, a los gobernantes y a las corporaciones”. Como la mayoría de los oradores, Lingeri destacó la profunda desigualdad existente entre ricos y pobres en esta cuestión vital. “Yo vivo en Bogotá, a 2600 metros de altura, y los que viven abajo tienen agua contaminada: ¿es ético? ¿Tenemos ciudadanos de primera categoría y ciudadanos de segunda y tercera categoría?”, se preguntó, a su turno, el experto colombiano Jorge Triana Soto.

El rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, recordó que la Biblia comienza con referencias al agua y que para este texto sagrado el agua “es espíritu y es salvación”. El cardenal brasileño Claudio Hummes, director del seminario, señaló luego la urgencia de debatir sobre esta cuestión en forma interdisciplinaria para que pueda darse un cambio, ya que “el derecho humano al agua es incontestable”. Recordó que la cuestión del acceso al agua potable y de la calidad del agua suelen afectar especialmente a los pobres, como escribió Francisco en su encíclica Laudato Sí y aseguró que la Iglesia católica debe ayudar a que la sociedad civil se forme e informe sobre la crisis en acto, para que pueda comenzar un proceso de cambio.

A la hora de los debates, el filósofo Gianni Vattimo, dijo que había que llevar la discusión a la actualidad y denunció la brutal contaminación del agua subterránea provocada por las grandes industrias. “Debemos pasar de la geología a la política. No podemos imaginar una política del agua más injusta que la actual”, dijo. “¿Quién envenena los pozos, quién arruina el agua, quién contamina? ¿Quiénes son nuestros enemigos, que nos impiden tomar agua limpia?”, se preguntó.

En diálogo con La Nación durante una pausa, Vattimo comentó la contradicción implícita en el hecho de que una multinacional como Coca Cola fuera una de las empresas auspiciantes del seminario: “aunque me escandalizaría más que estuviera auspiciado por la National Rifle Association”, dijo, provocador como siempre. En la misma charla Ugo Mattei, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de California y de Derecho Civil en la Universidad de Turín, que también participa en el evento, denunció que para hacer 1 litro de esa bebida gaseosa se consumen 50 litros de agua, “una locura”.*

Más tarde, en su intervención, en la que denunció la explotación de las capas freáticas de la mayoría de las industrias, que no tienen en cuenta el medio ambiente, sino sólo piensan en sus ganancias, la socióloga holandesa Saskia Sassen aseguró que Coca Cola fue expulsada de la India justamente por ese motivo.

Coca Cola aclaró que son 1,9 litros de agua los que se necesitan para hacer un litro de bebida. Con respecto al conflicto en India, explicaron que “hace algunos años a la compañía Coca-Cola se la acusó de hacer un mal uso del agua en la India durante una época de sequía. Finalmente se encontró a la compañía actuando dentro de la ley y usando sus propios suministros de agua”.


Claudio Hummes: “La Iglesia debe ser capaz de dar nuevas respuestas”

“La Iglesia debe acompañar a la historia, no puede quedarse parada o volver atrás. La Iglesia debe ser capaz de dar respuestas”. Así habla el cardenal brasileño Claudio Hummes, que lleva al cuello una cruz de plata idéntica a la de Francisco, con la imagen del buen pastor. “Me la regalaron en los años 90, mucho antes de que se hiciera famosa con el Papa”, dice, capuchino de por medio. Gran elector de Jorge Bergoglio en el cónclave de 2013 y conocido por haberle dicho, el día de su elección, “no te olvides de los pobres”, el arzobispo emérito de San Pablo viajó a Roma para dirigir el seminario.

El fin del seminario es “dialogar, discutir, divulgar, formar opinión pública y ayudar a encontrar caminos para que el derecho humano al agua sea reconocido, promovido y defendido”, dijo Hummes, en una entrevista con La Nación.

“El derecho humano al agua, el acceso universal al agua potable, la preservación de las aguas, la no contaminación son una cuestión fundamental no sólo en América Latina, sino también en el mundo. Hay gente que tiene dificultades de acceso al agua, regiones que se desertifican, que sufren sequías, por ejemplo en el nordeste de Brasil y otras regiones, como la Amazonia, que tiene muchísima agua, es uno de los mayores reservorios de agua del planeta, pero no hay una política suficiente para preservar esa agua. Por eso es importante que haya un diálogo entre muchos especialistas que trabajan en este campo, como también con la Iglesia Católica, a partir de la encíclica del Papa, Laudato si, científicos, funcionarios gubernamentales, gente de los sindicatos del agua, trabajadores del agua”, agregó el cardenal Hummes, presidente de la comisión episcopal para la Amazonia y de la Red Eclesial panamazónica y presidente emérito de la Congregación para el Clero, de 83 años.

-Usted es muy cercano al Papa, que el 13 de marzo va a cumplir cuatro años en el cargo. ¿Cómo ve su pontificado?

Mi evaluación es que es un pontificado extraordinario, excelente, que hace avanzar a la Iglesia, caminar, y eso sobre todo hoy es muy importante porque la historia camina muy rápido, se dinamizó mucho. Y la Iglesia debe acompañar a la historia, no puede quedarse parada o volver atrás. Tiene que seguir adelante. Y este Papa nos muestra no sólo que esto es posible, sino que es necesario. Para ser más fieles a Jesús debemos acompañar a la historia. Y él nos muestra muchos caminos. La Iglesia debe ser capaz de dar respuestas nuevas a las preguntas nuevas que nacen con los cambios de la historia. No sólo los católicos aprecian al Papa, el mundo lo aprecia. Mucha gente dice “yo no soy católico, no soy creyente, pero este Papa para mí es una luz”. Yo estoy muy feliz con este Papa y creo que todos los católicos debemos darle nuestro apoyo para que pueda seguir con este pontificado y para que pueda hacer las reformas que se propone.

-El 4 de febrero pasado en las calles de Roma aparecieron afiches en contra del Papa… ¿Qué piensa de la resistencia que enfrenta?

La Iglesia no es una uniformidad, es unidad en la diversidad. La palabra diversidad es muy importante, pero no quiere decir división, porque la división rompe, crea cismas, es inaceptable. Hay que caminar juntos. Cuando hay un proceso de avance, de reformas, siempre hay resistencias.

-Estuvo viviendo en Santa Marta en los últimos días. ¿Cómo lo vio al Papa?

Muy sereno, muy tranquilo. Él es un hombre que tiene una espiritualidad muy profunda y un discernimiento tranquilo, sereno, de las cosas.

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Fuente:

La Nación

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