Archivo de la categoría: Poesía

La poesía que realizo

¿El sueño de Hermann Hesse?

¿Qué estás haciendo? Aullándole a la luna, esperando que quizás ella me pueda responder. ¿No te parece que es un poco remoto? Alguien me contó que una vez lastimaron a la luna, la hirieron de muerte, regresó a la vida con mucho dolor y también resentimiento. Desde ahí se nos muestra tan lejana. Sí, lo sé… fui yo. No lo sabía… ¿y por qué quieres que ella te responda? Porque la amo y porque me duele haberla lastimado y porque quiero que ella me perdone. No te va a volver a hablar nunca más. Esa herida fue de muerte. Ella estuvo iracunda por mucho tiempo, creo que la lastimaste mucho. ¿Qué le hiciste? Soy un lobo, yo jamás podría haberla hecho feliz… No eres un lobo, eres un hombre… ¿es que no te ves? No lo sé. No sé qué soy, pero creo ser lobo… es la única explicación para haber herido tan sangrientamente a la luna. ¿No podría haber otra explicación? Yo no lo sé. Me llenas de dudas… No, tú no eres hombre. Un hombre jamás podría haber herido de muerte a la luna. Además me parece absurdo que le aulles a la luna si te crees hombre. ¡Déjala en paz! ¿No te das cuenta de que siempre la vas a lastimar? Un lobo estepario amando a la luna… ¡qué absurdo! Pero ¿qué me pasó? ¿Qué sé yo? ¿Crees que la luna me responda? ¿Tú crees que se apiade de este pobre lobo? No lo sé. No es probable… la luna es muy lejana, muy perfecta, muy hermosa y también muy rencorosa. La heriste demasiado. Yo tenía la esperanza de que tal vez si yo le mostraba mis lágrimas de plata… ¿tus lágrimas de plata? No pensé que los lobos lloraban. No lloramos. Nosotros no amamos… pero yo soy diferente de los de mi manada, yo lloro lágrimas de plata que son como las balas que terminan la vida de los licántropos. Cada vez que lloro, yo muero un poco más. Eres raro. ¿Por qué querrías morir un poco más? Por qué no sé cómo hablarle a la luna. Me desespera su indiferencia. La heriste de muerte… ¿Qué esperabas? ¿Piedad? No… quizás misericordia. No lo sé. La luna dejó de hablarnos hace siglos. ¿Por qué tardaste tanto en hablarle? ¿No ves que soy un lobo?… Me abruma tu desesperanza.

La luna siguió brillando, hermosamente blanca e indiferente… cuentan que nunca más volvió a amar. Que atendió los ruegos de una gitana que quería el amor de un calé, pero la sangre rodeaba a quienes la invocaban. Harry regresó a la civilización, llorando eternamente su naturaleza de hombre – lobo. Cuentan que Herman Hesse soñó con él y escribió su triste historia. Yo escapé de las entrañas de la tierra para contar mi extraña conversación con él y no dejar el amor del lobo a la luna se olvide porque él nunca más volvió a hablar de ella ni ella de él.

Leer más »

Versos medianos III

Mi camino ya es tortuoso
y está lleno de espinas
que me hacen sangrar.
Todo mi cuerpo está lleno de llagas…
Mis opresores son “los buenos”.

¿Cómo te encontraré así,
donde el negro no es negro
y el blanco no es blanco?
No voy a condenarme
para justificarlos a ellos.

¿Quién me escucha?
¿Quién me ve?
¿Quién es mi testigo?
¿Quién mi abogado?
¿Será mi juez, justo?

¿Pero, qué digo?
Mi camino está lleno de jueces.

Tú eres mi testigo
Tú eres mi abogado
Viste mis intenciones
como a través del agua cristalina.

Ya no me queda nada…
Todo se lo han llevado.
No sé si habrá justicia.
Sólo estoy a tu lado.
Quedate tú a mi lado.
Leer más »

versos medianos II

Soy excremento de hombre,
la execración humana,
mil veces menos que esclavo…
Pero dices que soy hijo heredero tuyo.
¿Donde estás?

¡Grita! Que tus gritos son mayor
consuelo que tus caricias conformistas,
que ni tú te las crees.
Que estás aterrado de romper tu burbuja,
de quebrar tus conceptos de justicia…
¡Grita! ¡Llora! Maldice si quieres,
pero no calles.

No me digas que lo merecía,
no me consueles con fraudes,
no me hables de tu reputación
porque yo ya no te creo.

Porque mi dolor no pasa,
porque mis lágrimas no secan,
porque no lo entiendo.

¿Donde estás? Leer más »

versos medianos I

Ya no soy el más fuerte,
ya ni siquiera puedo llorar
porque me duelen las llagas de la cara.
Me estoy secando por dentro
y por fuera mi cuerpo segrega pus

Me senté afuera de la ciudad…
de la que fue mi ciudad.
Sólo me queda estar acá, sobre
el polvo, las cenizas, los desperdicios,
en el mazbaleh
¡He caído en el basurero!

Y ahora, así, convertido en el
lamento humano, burla de la gente,
ceniza olvidada… ¿Qué diré de ti?
¿Cómo hablaré de ti y de tu amor? Leer más »