
Foto tomada de Edward Copeland’s Tangents
Me dijo que quería hablar conmigo y si era posible reunirnos el jueves en el Café Angola. Sonreí internamente con el secreto placer de saber que la tendría solo para mi. “Tendría”. ¿Era posible acaso “tener” a Catherine? Una criatura tan desbordante, una fuerza de la naturaleza irremediable y radical, una ser que me enternecía y que a la vez me apasionaba profundamente. Procuré no demostrar mi emoción.