En Jules et Jim, de Truffaut hay una escena preciosa donde Jim le confiesa a Catherine que él adoraba su cuello, que era la parte más exquisita que siempre anheló de ella. Recordó que cuando viajaban en bicicleta los tres, él siempre estaba detrás de ella para poder observar minuciosamente su cuello y la bufanda que lo envolvía. Así Jules no podía darse cuenta de que Jim admiraba -secretamente- a su mujer.
Luego de todos esos años, de la guerra, de la visita de Jim a Alemania y del comentario de que un angel pasa por el mundo a las 9.20 no importa si de día o si de noche; y luego de que Jim hiciera la confesión de la veneración por el cuello de Catherine, ella se lo ofreció “tómalo, ahora es todo tuyo”
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