– Por esta ruta llegamos más rápido a la Av. Arequipa
– Pero qué bien conoces estas rutas nocturnas
– Es que el Olivar es mi parque bandido
– Oh sí… se presta para hacer bandideces… algún día…
Y así fue como en la noche vi el árbol y lo amé profundamente. Me quite las balerinas negras y corrí por el grass hasta llegar cerca a él y besar a mon arbre fétiche.
Pensé que quizás, a través de ese beso lo besaba a él, en la lejanía y en el tiempo.
Luego me percaté de lo rara que me debía ver bajo la luna menguante – que estaba hermosa y pareciera que suplicara amor -, sin balerinas y chapándome al gran árbol. Je suis fou… je sais, je sais!
Pero la noche estaba con las estrellas tímidas y mi corazón estaba especialmente amoroso… y el árbol me decía que quería que lo llenara de besos.
y tú no quieres más de mí.
Veeeeeeeen… oh veeeeeeeen ♪
A veces está esa necesidad de amar lo cotidiano, lo genial que es la naturaleza y me encanta que hayas besado a ese Hebaristo y al fondo una canción de Caroline Cruz…
jajajaja Allison, eres genial. Jamás se me ocurrió pensar en un nombre para mon arbre fétiche y creo que Hebaristo es propicio.
Se me ocurre que ponerle nombre es un paso trascendente ya que será sólo Hebaristo y nada más que Hebaristo quien en las noches de luna menguante me "eleve" y conmueva mi ser en el Olivar.
He visto otro arbol maravilloso en otro parque… Arborio se llama este amor.
Un beso
Diana