Dhyana

«Cada brizna de hierba tiene un ángel que se inclina sobre ella y le susurra: “¡Crece! ¡ Crece!”»
El Talmud

“You’re a children of God”
Eros y Psique (François Gérard,1798).
Imagen tomada de commons.wikimedia.org


¿Qué dices? ¿Acaso no nos escucha? Al parecer no. Mírala. ¿Qué hacemos? Seguirle susurrando al oído, hablándole con dulzura, tocándole suavecito los hombros a pesar de que no nos sienta, haciendo que el viento mueva las ramas de los árboles, que aparezcan petirrojos como rosas en su plenitud. ¿Qué hacen los otros? También están ahí, moviéndose, tratando de comunicarse… hasta que finalmente, ella pueda escucharnos.

Todo se ve tan cristalino desde aquí, como si las respuestas fueran claras. ¡Es tan obvio y lógico lo que hay que hacer! Para nosotros. Para ella no, su naturaleza es distinta, ¿lo notas? Sí, pero también es sutil como nosotros. Eso es cierto y también no es preciso: ahí están sus emociones que la quieren dominar. Pobrecilla, ¿no podemos hacer algo? Ya lo estamos haciendo, le estamos hablando de las formas en las que podemos hacerlo, sin embargo, esta es su propia batalla, digamos. Es el proceso que le toca pasar para que crezca.

¿Y cuando nos escuche finalmente? ¡Oh, será un regocijo infinito! podrá verlo todo más claro. “¿por qué dudé? si todo es tan claro. ¡Esto es lo que hay que hacer!” se dirá a sí misma. Mírala, está llorando como una Magdalena, pero hay una dulzura en sus lágrimas. Es que ya sabe la respuesta, ya sabe lo que tiene que hacer y es muy difícil para ella, pero ya está. ¡Mira que hermoso todo!

¿Y qué hacemos mañana? Mañana se presenta otra pequeña-gran batalla más en la Eternidad.

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